En un nuevo aniversario del nacimiento de Jorge Luis Borges, y en el año del centenario de su primer libro, Fervor de Buenos Aires, celebramos hoy el Día del Lector.
Libro fundacional en la producción de Jorge Luis Borges (1899-1986), Fervor de Buenos Aires es una sentida declaración de amor a su patria, también una autoafirmación, ya que había pasado largos años en Europa. Su regreso a Buenos Aires se produjo en 1921, Borges que había dejado la ciudad en 1918 junto a su familia, se reconoce profundamente argentino, y más específicamente porteño, una necesidad de pertenencia vital lo impulsa a compilar poemas escritos mayormente entre 1921 y 1923 y hacia mediados del año 1923 ve la luz Fervor de Buenos Aires, el primero de sus libros publicados, donde el tema central es la cuidad y sus habitantes, la idiosincrasia local, los personajes urbanos, y suma en el uso del lenguaje el color gauchesco y orillero, muy de moda en la época. Para comprender esta publicación fundacional el prólogo del autor a la edición de 1969 es esclarecedor:
Prólogo
No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otras veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente –¿qué significa esencialmente? – el señor que ahora se resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracaso y del éxito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somos devotos de Schopenhauer, de Stevenson y de Whitman. Para mí, Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que haría después. Por lo que dejaba entrever, por lo que prometía de algún modo, lo aprobaron generosamente Enrique Díez-Canedo y Alfonso Reyes.
No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otras veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente –¿qué significa esencialmente? – el señor que ahora se resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracaso y del éxito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somos devotos de Schopenhauer, de Stevenson y de Whitman. Para mí, Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que haría después. Por lo que dejaba entrever, por lo que prometía de algún modo, lo aprobaron generosamente Enrique Díez-Canedo y Alfonso Reyes.
Como los de 1969, los jóvenes de 1923 eran tímidos. Temerosos de una íntima pobreza, trataban como ahora de escamotearla bajo inocentes novedades ruidosas. Yo, por ejemplo, me propuse demasiados fines: remedar ciertas fealdades (que me gustaban) de Miguel de Unamuno, ser un escritor español del siglo XVII, ser Macedonio Fernández, descubrir las metáforas que Lugones ya había descubierto, cantar un Buenos Aires de casas bajas y, hacia el poniente o hacia el Sur, de quintas con verjas.
En aquel tiempo, buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad.
J. L. B.
Buenos Aires, 18 de agosto de 1969
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