Foto: Bernard Plossu |
De la amada
la tarde, tu sombra, tu cabello,
la voz en la sonrisa?
Si yo pudiera atravesar el aire
y gozar de tu cuerpo, de tu aliento,
de esta pereza, amada, que abandona
el sentido, la niebla, los claveles.
¿Qué queda de lo íntimo,
del secreto vacío,
impaciente, desentendido?
Conmueve el alma este desorden,
cada caricia protegiendo el desierto,
el perfume posible, desenterrado.
Si pudiera velar la espera
que despoja el recuerdo...
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Miro las imágenes.
Veo la rueca, la nieve, los espejos.
Miro las botas rojas, el mar,
La ballena, la barca. Descubro un sello
con la daga sobre una capa oscura.
Hay una cruz, un bosque, una cesta.
Otra rueca y caminos que llevan
a una torre del castillo con fantasmas.
Ahora otro mar, otra nave, un malayo.
También me maravillan la reina,
una bella durmiente, el vizconde.
Y un caballo blanco, sorpresivo.
Esto miro y descubro en los libros
la infancia que regresa.
Y no deseo despertar
porque mi madre acomoda la almohada.
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Padre, ahora que necesito de tu voz has partido. Sólo desconcierto indolente, el destino como una hechicería. Nada esperabas del otro lado de la muerte. Nada espero. Mi madre, en sueños, pide que te hable; dice que la ausencia desvela al corazón perdido. Dejaste la luz, la soledad que cuida su secreto, el silencio del tacto. Sin embargo, un consuelo transita y ciñe el gozo de los días al evocar tus ojos. Hay caminos abandonados, memorias, relojes. ¿Qué hago, padre, ahora que tienes la cabeza reclinada - oculta en una barca fenicia, inmemorial - en la vigilia, en éste candor irrevocable?
Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2022
De la niñez
Miro las imágenes.
Veo la rueca, la nieve, los espejos.
Miro las botas rojas, el mar,
La ballena, la barca. Descubro un sello
con la daga sobre una capa oscura.
Hay una cruz, un bosque, una cesta.
Otra rueca y caminos que llevan
a una torre del castillo con fantasmas.
Ahora otro mar, otra nave, un malayo.
También me maravillan la reina,
una bella durmiente, el vizconde.
Y un caballo blanco, sorpresivo.
Esto miro y descubro en los libros
la infancia que regresa.
Y no deseo despertar
porque mi madre acomoda la almohada.
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De la ausencia
Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2022
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