por Patricia Severín
(Palabrabrava, Santa Fe, 2021, 224 páginas)
El título alude al peinado de Lina –la protagonista– una chica de unos diez años, frase repetida varias veces por la abuela materna Luisa (apodada Luli), la que desborda en conocimiento de remedios y de comidas caseras.
La autora, a través de la mirada de Lina, describe la serena belleza del campo santafecino, incluidas sus tareas (“…ya habrá hecho la mitad del trabajo del día: darle el suplemento a los terneros, el suero a los chanchos y el maíz a las gallinas”) con un realismo pleno de autenticidad, que evoca las clásicas obras de la literatura campestre argentina. Es también en cierta manera costumbrista, su lectura es un placer. Es posible imaginarse una Arcadia mítica pero cercana, dado el conocimiento profundo que posee la autora de la vida rural de la provincia. Resulta riquísima la descripción de la vegetación y la fauna de la zona, como también las de la selva misionera que visitan en un viaje turístico. Respecto a una urraca se comenta: "Nunca viste un pájaro tan hermoso: su cuerpo es blanco y negro iridiscente y acaba en una larga cola azul…"
Pero no todo es idílico; una escena describe la cruel y horrorosa matanza de un pavo, que luego cocinan. Asimismo surgen los sentimientos negativos: “…pudiste palparlo; un dolor agudo que se desprendía de ella y llegaba hasta vos y se incrustaba como pequeñas astillas, cerca de tu corazón. (…) pero de ahora en más el dolor ajeno jamás te será indiferente…”
La segunda parte del libro lleva el título de «Elbia», nombre de la abuela paterna de Lina –la primera parte se denomina «Luisa»–. Elbia es soberbia, completamente desagradable y le gusta mandar.
El libro no narra una historia sino sucesos y hechos aislados. Lo hace en presente salvo cuando señala el futuro destino de algunos personajes (Lina y sus hermanos).
Ella observa que los mayores de ambas familias discuten continuamente (“… nunca se ponen de acuerdo, que es inútil, es algo que está descompuesto dentro de ellos, que no tiene arreglo…”). Esta incomunicación está reflejada en la tercera parte, «El viaje», cuando visitan las Cataratas del Iguazú.
Nicanor y Alfonsina Armando ilustraron en colores los dibujos de Lina, sencillos e infantiles pero plenos de encanto. También hay que destacar la belleza de la foto de la tapa (Espera), debida a Ana Paula Ocampo.
Patricia Severín es narradora, poeta y editora. En la actualidad vive en la ciudad de Santa Fe. Trabajó en el campo mientras estudiaba en esa ciudad la carrera de letras. Ha escrito siete libros de poesía y dos novelas. Obtuvo premios en el país y el exterior; parte de su obra fue traducida al inglés.
Germán Cáceres
La autora, a través de la mirada de Lina, describe la serena belleza del campo santafecino, incluidas sus tareas (“…ya habrá hecho la mitad del trabajo del día: darle el suplemento a los terneros, el suero a los chanchos y el maíz a las gallinas”) con un realismo pleno de autenticidad, que evoca las clásicas obras de la literatura campestre argentina. Es también en cierta manera costumbrista, su lectura es un placer. Es posible imaginarse una Arcadia mítica pero cercana, dado el conocimiento profundo que posee la autora de la vida rural de la provincia. Resulta riquísima la descripción de la vegetación y la fauna de la zona, como también las de la selva misionera que visitan en un viaje turístico. Respecto a una urraca se comenta: "Nunca viste un pájaro tan hermoso: su cuerpo es blanco y negro iridiscente y acaba en una larga cola azul…"
Pero no todo es idílico; una escena describe la cruel y horrorosa matanza de un pavo, que luego cocinan. Asimismo surgen los sentimientos negativos: “…pudiste palparlo; un dolor agudo que se desprendía de ella y llegaba hasta vos y se incrustaba como pequeñas astillas, cerca de tu corazón. (…) pero de ahora en más el dolor ajeno jamás te será indiferente…”
La segunda parte del libro lleva el título de «Elbia», nombre de la abuela paterna de Lina –la primera parte se denomina «Luisa»–. Elbia es soberbia, completamente desagradable y le gusta mandar.
El libro no narra una historia sino sucesos y hechos aislados. Lo hace en presente salvo cuando señala el futuro destino de algunos personajes (Lina y sus hermanos).
Ella observa que los mayores de ambas familias discuten continuamente (“… nunca se ponen de acuerdo, que es inútil, es algo que está descompuesto dentro de ellos, que no tiene arreglo…”). Esta incomunicación está reflejada en la tercera parte, «El viaje», cuando visitan las Cataratas del Iguazú.
Nicanor y Alfonsina Armando ilustraron en colores los dibujos de Lina, sencillos e infantiles pero plenos de encanto. También hay que destacar la belleza de la foto de la tapa (Espera), debida a Ana Paula Ocampo.
Patricia Severín es narradora, poeta y editora. En la actualidad vive en la ciudad de Santa Fe. Trabajó en el campo mientras estudiaba en esa ciudad la carrera de letras. Ha escrito siete libros de poesía y dos novelas. Obtuvo premios en el país y el exterior; parte de su obra fue traducida al inglés.
Germán Cáceres
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