Por Inés Legarreta
(Ediciones Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2020, 92 páginas)
Se trata de dos nouvelles. En la primera, Inés Legarreta se introduce en el Japón y su cultura, en una época que puede ubicarse en el siglo IX, y de la que brinda una imagen hermosa: “Las telas bordadas, los collares de jade y piedras, las perlas. (…) Y el susurro de la seda.”. Tanto la tapa como las dos ilustraciones interiores debidas a Ohara Koson poseen una belleza sugerente.
En Un abanico que apenas se abre, las oraciones que brotan espontáneamente dan cuenta de la sensibilidad y del amor a la palabra que guían a la autora (“El viento hace lo que algunos hombres y mujeres: desordena. Pero hay quienes les gusta esta confusión de gritos, polvo y aire.”). Se puede evocar la escritura automática de los surrealistas. O también como una catarata de poemas en prosa. El texto se compone de una suerte de aforismos alógicos y desborda de imágenes magníficas (“El toque de laúd y la flauta en la espesura de la noche. Como un poema de amor que no tuviera dueño ni destinatario.”),
Legarreta tiene el don de manipular el lenguaje. Además, posee un léxico rico y vasto que le permite gestar pensamientos e imágenes introspectivas de extrema delicadeza.
Al final, con el título de «Nota del traductor», afirma: “Aquí se interrumpe el diario de la cortesana cuyo nombre desconocemos (…) Este manuscrito a todas luces incompleto es, aparentemente, copia de uno o varios manuscritos anteriores…”.
Una luz que no daña ni enceguece ofrece una narración que titula «Él ángel». Su espíritu trae a la memoria el filme Las alas del deseo, de Win Wenders.
La protagonista y el ángel vuelan y la narradora evoca con humor a Luisa Lane y Clark Kent, que en una de las tantas películas de Superman y durante una escena romántica, admiran desde las alturas la ciudad ficticia de Metrópolis.
La prosa es sumamente exquisita y cita poemas de Wislawa Szymborska, Rainer María Rilke y Jorge Luis Borges. Tal vez intenta volver a internarse en lo onírico –como lo hizo en La imprecisa voz que me sueña (2014) – y enfrentarse valientemente con los ángeles y demonios que transitan en su interioridad y en la de todos los seres humanos. O sea: asumir líricamente ese mundo oculto de nuestro inconsciente.
Aunque sigue la línea sensible de la nouvelle anterior, arroja una mirada pesimista: “…los une la derrota, la persistencia de lo terrestre, un andar a tumbos, en la constante incertidumbre de los nacimientos y las muertes”/ “Nada de hacerles rever su vida, de proponerle reflexión sobre lo efímero del paso sobre la tierra, sobre la finitud de los mortales”.
Este es un libro indicado para los amantes de la literatura.
Inés Legarreta nació y vive en Chivilcoy, Pcia. de Buenos Aires, Tiene publicados siete libros de narrativa y cuatro de poesía. Obtuvo numerosos premios, tanto en nuestro país como en el exterior. Recibió Medalla de Oro y Medalla de Plata como Mujer Destacada Bonaerense. Ha sido traducida al inglés, al alemán y al italiano.
Germán Cáceres
En Un abanico que apenas se abre, las oraciones que brotan espontáneamente dan cuenta de la sensibilidad y del amor a la palabra que guían a la autora (“El viento hace lo que algunos hombres y mujeres: desordena. Pero hay quienes les gusta esta confusión de gritos, polvo y aire.”). Se puede evocar la escritura automática de los surrealistas. O también como una catarata de poemas en prosa. El texto se compone de una suerte de aforismos alógicos y desborda de imágenes magníficas (“El toque de laúd y la flauta en la espesura de la noche. Como un poema de amor que no tuviera dueño ni destinatario.”),
Legarreta tiene el don de manipular el lenguaje. Además, posee un léxico rico y vasto que le permite gestar pensamientos e imágenes introspectivas de extrema delicadeza.
Al final, con el título de «Nota del traductor», afirma: “Aquí se interrumpe el diario de la cortesana cuyo nombre desconocemos (…) Este manuscrito a todas luces incompleto es, aparentemente, copia de uno o varios manuscritos anteriores…”.
Una luz que no daña ni enceguece ofrece una narración que titula «Él ángel». Su espíritu trae a la memoria el filme Las alas del deseo, de Win Wenders.
La protagonista y el ángel vuelan y la narradora evoca con humor a Luisa Lane y Clark Kent, que en una de las tantas películas de Superman y durante una escena romántica, admiran desde las alturas la ciudad ficticia de Metrópolis.
La prosa es sumamente exquisita y cita poemas de Wislawa Szymborska, Rainer María Rilke y Jorge Luis Borges. Tal vez intenta volver a internarse en lo onírico –como lo hizo en La imprecisa voz que me sueña (2014) – y enfrentarse valientemente con los ángeles y demonios que transitan en su interioridad y en la de todos los seres humanos. O sea: asumir líricamente ese mundo oculto de nuestro inconsciente.
Aunque sigue la línea sensible de la nouvelle anterior, arroja una mirada pesimista: “…los une la derrota, la persistencia de lo terrestre, un andar a tumbos, en la constante incertidumbre de los nacimientos y las muertes”/ “Nada de hacerles rever su vida, de proponerle reflexión sobre lo efímero del paso sobre la tierra, sobre la finitud de los mortales”.
Este es un libro indicado para los amantes de la literatura.
Inés Legarreta nació y vive en Chivilcoy, Pcia. de Buenos Aires, Tiene publicados siete libros de narrativa y cuatro de poesía. Obtuvo numerosos premios, tanto en nuestro país como en el exterior. Recibió Medalla de Oro y Medalla de Plata como Mujer Destacada Bonaerense. Ha sido traducida al inglés, al alemán y al italiano.
Germán Cáceres
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