por Jonas Jonasson
(Salamandra, Barcelona, 2016, 352 páginas)
Hay situaciones en la historia que son desternillantes. El autor desborda inventiva al imaginar y plantear convincentemente acciones inverosímiles. Además, crea suspenso al final de los capítulos con frases como “Pero la intención quedó en eso, en mera intención”. Esta virtud no le impide forjar imágenes insólitas: “La fortuna multimillonaria de la familia se esfumó en una nube de gasoil.”
Más allá de su propuesta que busca entretener y hacer reír, hay una velada pero profunda crítica a la Iglesia Anglicana y, de paso, a todas las religiones. En esas burlas Jonasson demuestra poseer una vasta versación en la materia.
Es un aporte importante para el propósito del libro la impecable traducción de Carlos del Valle, que hace posible que se destaque la prosa ágil y amena del autor.
Hacia la mitad del texto el novelista tendría que haberlo dado por terminado, ya que al haber agotado las situaciones alocadas la narración va perdiendo vigor. Sin embargo, como Jonasson es una máquina de crear, finalmente logra que la historia se enriquezca con nuevos acontecimientos.
Jonas Jonasson nació en Växjö, Suecia, en 1962. Desarrolló una extensa carrera como periodista, consultor de medios y de televisión. Hasta que decidió escribir novelas. Entonces surgió El abuelo que saltó por la ventana y se largó, que ganó el Premio de los Libreros en Suecia, se tradujo a treinta idiomas y vendió seis millones de ejemplares.
Germán Cáceres
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