por David Foenkinos
(Alfaguara, Buenos Aires, 2019, 206 páginas)
Es una novela que revela una exquisita sensibilidad artística por parte del autor.
El protagonista, Antonio Duris, es un tipo solitario pero simpático, podríamos calificarlo de lobo estepario singular.
Aunque en un primer momento la novela es amena y se lee con placer, se tiene la sensación de que está flotando un clima extraño que no augura nada bueno.
Duris trabaja como vigilante de sala en el Museo de Orsay, en París, pese a ser un profesor universitario prestigioso, historiador y crítico de arte. La cita de cuadros y de pintores famosos es una constante en la novela. Y aunque se mencionan algunos plásticos modernos como Bacon, Antoine admira principalmente el arte clásico, más allá de que sea devoto de la obra de Modigliani.
Pronto traba amistad con Mathilde Martel, responsable de Recursos Humanos de la institución, y entablan diálogos breves, casi inexistentes: “Entre ellos siempre había grandes silencios. Eso es quizá lo que define una auténtica afinidad: no sentirse obligado a obstaculizar el vacío. “
El texto va acompañado por ingeniosas notas al pie.
Foenkinos domina la técnica narrativa a la perfección: en todo momento y a lo largo del libro logra mantener la atención del lector. Antoine, además, es muy intuitivo porque capta al inicio de un nuevo ciclo anual los cambios que se están produciendo en los jóvenes, “…percibía un descenso en la concentración, gesticulaban cada dos por tres, enseguida pensaban en otra cosa.” No puede menos que elogiarse la espléndida traducción del francés por parte de Regina López Muñoz.
El autor recurre a menudo al racconto para crear suspenso y revelar hechos insospechados.
Pero ya avanzada la historia, aparece el personaje de Camille que toma un protagonismo importante. Es una joven estudiante de pintura que, como consecuencia de una agresión que sufrió a los dieciséis años, su conducta va tomando un camino tortuoso y colmado de dolor. “A Camille, por lo demás, le había encantado esa película, la estética de la locura creadora, en la que uno se pierde en el laberinto de las iluminaciones.”
Hacia la belleza muestra cómo se torturan ciertas almas, cuya excesiva sensibilidad puede llevarlas a la destrucción. Así, tanto Antoine como Camille se sienten culpables de todas sus experiencias frustradas (“…entró entonces en cuerpo y alma en la obsesión de su culpabilidad”).
David Foenkinos (París, 1974), Licenciado en Letras, recibió también una sólida formación como músico de jazz. En su elogiada y variada obra se destaca principalmente su novela La delicadeza (2009), que mereció diez premios y fue llevada al cine por el propio autor y su hermano Stéphane. También La biblioteca de los libros rechazados se adaptó cinematográficamente. Foenkinos obtuvo los premios Renaudor y Goncourt des Lycéens por Charlotte, novela en la que hizo conocer la obra de la pintora Charlotte Salomon.
Germán Cáceres
El protagonista, Antonio Duris, es un tipo solitario pero simpático, podríamos calificarlo de lobo estepario singular.
Aunque en un primer momento la novela es amena y se lee con placer, se tiene la sensación de que está flotando un clima extraño que no augura nada bueno.
Duris trabaja como vigilante de sala en el Museo de Orsay, en París, pese a ser un profesor universitario prestigioso, historiador y crítico de arte. La cita de cuadros y de pintores famosos es una constante en la novela. Y aunque se mencionan algunos plásticos modernos como Bacon, Antoine admira principalmente el arte clásico, más allá de que sea devoto de la obra de Modigliani.
Pronto traba amistad con Mathilde Martel, responsable de Recursos Humanos de la institución, y entablan diálogos breves, casi inexistentes: “Entre ellos siempre había grandes silencios. Eso es quizá lo que define una auténtica afinidad: no sentirse obligado a obstaculizar el vacío. “
El texto va acompañado por ingeniosas notas al pie.
Foenkinos domina la técnica narrativa a la perfección: en todo momento y a lo largo del libro logra mantener la atención del lector. Antoine, además, es muy intuitivo porque capta al inicio de un nuevo ciclo anual los cambios que se están produciendo en los jóvenes, “…percibía un descenso en la concentración, gesticulaban cada dos por tres, enseguida pensaban en otra cosa.” No puede menos que elogiarse la espléndida traducción del francés por parte de Regina López Muñoz.
El autor recurre a menudo al racconto para crear suspenso y revelar hechos insospechados.
Pero ya avanzada la historia, aparece el personaje de Camille que toma un protagonismo importante. Es una joven estudiante de pintura que, como consecuencia de una agresión que sufrió a los dieciséis años, su conducta va tomando un camino tortuoso y colmado de dolor. “A Camille, por lo demás, le había encantado esa película, la estética de la locura creadora, en la que uno se pierde en el laberinto de las iluminaciones.”
Hacia la belleza muestra cómo se torturan ciertas almas, cuya excesiva sensibilidad puede llevarlas a la destrucción. Así, tanto Antoine como Camille se sienten culpables de todas sus experiencias frustradas (“…entró entonces en cuerpo y alma en la obsesión de su culpabilidad”).
David Foenkinos (París, 1974), Licenciado en Letras, recibió también una sólida formación como músico de jazz. En su elogiada y variada obra se destaca principalmente su novela La delicadeza (2009), que mereció diez premios y fue llevada al cine por el propio autor y su hermano Stéphane. También La biblioteca de los libros rechazados se adaptó cinematográficamente. Foenkinos obtuvo los premios Renaudor y Goncourt des Lycéens por Charlotte, novela en la que hizo conocer la obra de la pintora Charlotte Salomon.
Germán Cáceres
CONVERSATION