Hasta siempre, Diego
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Alfonsina Storni por Manuela Velasco
«Dos palabras», de Alfonsina Storni por Manuela Velasco
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«Nubes», de Karin Boye: La poeta sueca más amada
El libro de la libertaria autora escandinava (1900-1941), con la traducción del escritor e historiador chileno Omar Pérez Santiago, se publica por las editoriales Los Poetas Románticos y Aura Latina cuando se cumplen los 120 años de su natalicio.
La muchacha tenía 22 años y un gran anhelo o sueño: Quería ser alguien.
Era menuda. Pelo corto. Caminaba alegre y risueña por los grandes y hermosos jardines de la Universidad de Uppsala, la casa de estudios más antigua de la región, donde estudiaba griego, idiomas nórdicos e historia de la literatura.
Un día su sueño mágico se hizo realidad y su vida cambió. En 1922 la editorial Bonniers publicó su primer libro Nubes, 42 poemas sobre cosas esenciales —el amor, la fe, y la naturaleza—, de inusual calidad musical y rítmica y sensibilidad en el lenguaje.
El culto a la belleza, el espíritu de lucha y la vida dinámica, la intensidad, curiosidad y la sed de vivir de sus poemas sedujeron a la juventud. Fue inmediatamente leída por mujeres jóvenes, como ella. Una poeta al mismo tiempo canónica y heterodoxa.
Nubes toca, con un tono simbólico y onírico, tres temas universales: el amor, la fe, y la naturaleza, tres asuntos siempre vigentes.
Quizá el pesimismo ambiental, de altares destruidos y estatuas mutiladas, en fin, la pérdida de los valores espirituales —quizá la lectura de Schopenhauer y Nietzsche— inspiró a Karin Boye a una búsqueda vital, lúdica, creativa y dionisíaca.
La humanidad vivió una horrorosa crisis global.
Desde 1914 al 1919 la humanidad sufrió la sangrienta Primera Guerra Mundial (nueve millones de soldados muertos en trincheras, siete millones de civiles muertos, seis millones muertos de hambre). Entre 1918 y 1921 la pandemia de la gripe española hizo sucumbir entre 40 y 50 millones de personas.
El gran dios Pan o fauno, una deidad de los límites, incontrolable y sublime, que surge de una esfinge lóbrega, era quizás el dios del ocaso viviendo entre húmedos pantanos y oscuros bosques. El hábitat preferido de Pan son los santuarios en las agrestes montañas o en senderos aislados, las fronteras de la sociedad civil, un habitante de lo salvaje. Un dios que seduce e inquieta.
Desde Plutarco en Por qué callan los oráculos, las Geórgicas de Virgilio y la Metamorfosis de Ovidio hasta poetas como Keats o Rubén Darío, el gran dios Pan, de ovejas custodio, era la libertad de la naturaleza y la confianza en los instintos; fe en los mitos vitales. En Chile, Juvencio Valle publicó en el año 1929 su primer libro llamado La flauta del hombre pan y ese hombre pan, no es más que el dios Pan.
Alegría en lugar de resentimiento, ímpetu vital en lugar de teocracia, el sueño en vez de la realidad, la satisfacción y la alegría en el lugar del desprecio.
Éxtasis y mundo espiritual oculto.
Karin Boye nació el 26 de octubre de 1900 y murió en 1941.
Se cumplen 120 años de su natalicio.
Omar Pérez Santiago
***
El autor es un escritor y cronista chileno que egresó de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y que luego estudió historia económica en la Universidad de Lund (Suecia).
Eres mi alivio más genuino,
eres mi más sólido refugio,
eres lo mejor que tengo,
mas nada duele como tú.
No, nada duele como tú.
Picas como el hielo y el fuego,
cortas mi alma como un acero.
Eres lo mejor que tengo.
Karin Boye
Era menuda. Pelo corto. Caminaba alegre y risueña por los grandes y hermosos jardines de la Universidad de Uppsala, la casa de estudios más antigua de la región, donde estudiaba griego, idiomas nórdicos e historia de la literatura.
Un día su sueño mágico se hizo realidad y su vida cambió. En 1922 la editorial Bonniers publicó su primer libro Nubes, 42 poemas sobre cosas esenciales —el amor, la fe, y la naturaleza—, de inusual calidad musical y rítmica y sensibilidad en el lenguaje.
El culto a la belleza, el espíritu de lucha y la vida dinámica, la intensidad, curiosidad y la sed de vivir de sus poemas sedujeron a la juventud. Fue inmediatamente leída por mujeres jóvenes, como ella. Una poeta al mismo tiempo canónica y heterodoxa.
La más amada
Karin Boye era inteligente, atrevida, valiente, alegre y aguda. Fue poeta, novelista, ensayista, traductora, feminista, políticamente activa y trotamundo. Se convertiría en la mujer más importante en las letras suecas y una de las poetas más querida por su pueblo. La más amada.Nubes toca, con un tono simbólico y onírico, tres temas universales: el amor, la fe, y la naturaleza, tres asuntos siempre vigentes.
Bisexualidad
Karin Boye, sin temor, fue pionera en la bisexualidad. Algunos de los poemas de amor de este libro están inspirados en uno de sus amores, su compañera de curso en un liceo privado para niñas.Fe y naturaleza
Muy joven su fe entró en crisis personal. La fidelidad a sí misma y la verdad personal frente al deber cristiano y la fe en la autoridad. Esta lucha interior está también en este libro como la naturaleza y su relación mística, en la mejor tradición poética sueca.Dios Pan
El gran dios Pan, el mítico fauno, uno de los dioses griegos más notables, ejerció trascendental influencia entre los escritores modernistas de entre siglos.Quizá el pesimismo ambiental, de altares destruidos y estatuas mutiladas, en fin, la pérdida de los valores espirituales —quizá la lectura de Schopenhauer y Nietzsche— inspiró a Karin Boye a una búsqueda vital, lúdica, creativa y dionisíaca.
La humanidad vivió una horrorosa crisis global.
Desde 1914 al 1919 la humanidad sufrió la sangrienta Primera Guerra Mundial (nueve millones de soldados muertos en trincheras, siete millones de civiles muertos, seis millones muertos de hambre). Entre 1918 y 1921 la pandemia de la gripe española hizo sucumbir entre 40 y 50 millones de personas.
El gran dios Pan o fauno, una deidad de los límites, incontrolable y sublime, que surge de una esfinge lóbrega, era quizás el dios del ocaso viviendo entre húmedos pantanos y oscuros bosques. El hábitat preferido de Pan son los santuarios en las agrestes montañas o en senderos aislados, las fronteras de la sociedad civil, un habitante de lo salvaje. Un dios que seduce e inquieta.
Desde Plutarco en Por qué callan los oráculos, las Geórgicas de Virgilio y la Metamorfosis de Ovidio hasta poetas como Keats o Rubén Darío, el gran dios Pan, de ovejas custodio, era la libertad de la naturaleza y la confianza en los instintos; fe en los mitos vitales. En Chile, Juvencio Valle publicó en el año 1929 su primer libro llamado La flauta del hombre pan y ese hombre pan, no es más que el dios Pan.
Alegría en lugar de resentimiento, ímpetu vital en lugar de teocracia, el sueño en vez de la realidad, la satisfacción y la alegría en el lugar del desprecio.
Éxtasis y mundo espiritual oculto.
Karin Boye nació el 26 de octubre de 1900 y murió en 1941.
Se cumplen 120 años de su natalicio.
Omar Pérez Santiago
***
El autor es un escritor y cronista chileno que egresó de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y que luego estudió historia económica en la Universidad de Lund (Suecia).
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Tierra alta
por Javier Cercas
(Editorial Planeta, Barcelona, 2019, 376 páginas)
Terra Alta es una comarca española situada en la provincia de Tarragona, Cataluña, que Javier Cercas describe a las maravillas. Son tan nítidas e ilustrativas sus imágenes que podrían denominarse fotografías en prosa. Demuestra maestría en la construcción de párrafos largos (“…y, más allá, el firmamento amputado por el contorno abrupto de las sierras, cuyas laderas ondean como un mar de árboles, trémulo y verde, salpicado de molinos de viento…”). Es un gran observador que brinda datos precisos sobre los rasgos de los personajes.
Melchor, el protagonista, es investigador y trabaja en la comisaría de la zona siguiendo órdenes de sus superiores y procedimientos técnicos propios de la policía científica, por lo cual puede afirmarse que se trata de una novela inscripta dentro del subgénero procedural.
La célebre obra maestra Los miserables (1862), de Víctor Hugo, funciona como música de fondo, porque Melchor admira al personaje del inspector Javert, un tipo implacable cuyo objetivo máximo es el cumplimiento de la ley, o sea castigar el mal.
En esa localidad en la cual nunca pasa nada (aunque allí se llevó a cabo la Batalla del Ebro, la más sangrienta de la Guerra Civil Española) ocurre un horrendo crimen en el que matan a un viejo empresario del lugar y a su esposa, no sin antes torturarlos brutalmente.
Cercas utiliza el racconto para narrar, pero con total naturalidad, como si así normalmente fluyera el tiempo, es decir, fracturado.
El lector acostumbrado al género no tardará en ubicar al sospechoso, que resulta ser el culpable, pero también aparece un cómplice completamente inesperado. Además, la extensa y convincente explicación final está tan lograda que puede considerarse como un texto aparte: hay que tener presente que esta novela obtuvo el Premio Planeta 2019.
Finalmente se produce en Melchor una revelación interior y afirma que “a veces, la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias”.
Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) colaboró en el diario El País. Como escritor fue traducido a más de treinta lenguas. De sus novelas pueden citarse El móvil, El inquilino, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina, La velocidad de la luz, Anatomía de un instante, Las leyes de la frontera, El impostor y El monarca de las sombras. Ha recibido numerosos premios importantes, entre ellos, en Francia: el Prix Ullysse, y en Italia: el Internazionale del Salone del Libro di Torino, el Friuladria, el Internacional Cittâ de Vigevano, el Sicicilia (Italia). En España obtuvo el Planeta 2019.
Germán Cáceres
(Editorial Planeta, Barcelona, 2019, 376 páginas)
Terra Alta es una comarca española situada en la provincia de Tarragona, Cataluña, que Javier Cercas describe a las maravillas. Son tan nítidas e ilustrativas sus imágenes que podrían denominarse fotografías en prosa. Demuestra maestría en la construcción de párrafos largos (“…y, más allá, el firmamento amputado por el contorno abrupto de las sierras, cuyas laderas ondean como un mar de árboles, trémulo y verde, salpicado de molinos de viento…”). Es un gran observador que brinda datos precisos sobre los rasgos de los personajes.
Melchor, el protagonista, es investigador y trabaja en la comisaría de la zona siguiendo órdenes de sus superiores y procedimientos técnicos propios de la policía científica, por lo cual puede afirmarse que se trata de una novela inscripta dentro del subgénero procedural.
La célebre obra maestra Los miserables (1862), de Víctor Hugo, funciona como música de fondo, porque Melchor admira al personaje del inspector Javert, un tipo implacable cuyo objetivo máximo es el cumplimiento de la ley, o sea castigar el mal.
En esa localidad en la cual nunca pasa nada (aunque allí se llevó a cabo la Batalla del Ebro, la más sangrienta de la Guerra Civil Española) ocurre un horrendo crimen en el que matan a un viejo empresario del lugar y a su esposa, no sin antes torturarlos brutalmente.
Cercas utiliza el racconto para narrar, pero con total naturalidad, como si así normalmente fluyera el tiempo, es decir, fracturado.
El lector acostumbrado al género no tardará en ubicar al sospechoso, que resulta ser el culpable, pero también aparece un cómplice completamente inesperado. Además, la extensa y convincente explicación final está tan lograda que puede considerarse como un texto aparte: hay que tener presente que esta novela obtuvo el Premio Planeta 2019.
Finalmente se produce en Melchor una revelación interior y afirma que “a veces, la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias”.
Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) colaboró en el diario El País. Como escritor fue traducido a más de treinta lenguas. De sus novelas pueden citarse El móvil, El inquilino, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina, La velocidad de la luz, Anatomía de un instante, Las leyes de la frontera, El impostor y El monarca de las sombras. Ha recibido numerosos premios importantes, entre ellos, en Francia: el Prix Ullysse, y en Italia: el Internazionale del Salone del Libro di Torino, el Friuladria, el Internacional Cittâ de Vigevano, el Sicicilia (Italia). En España obtuvo el Planeta 2019.
Germán Cáceres
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Volvimos
Con gran alegría, la Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte reabrió sus puertas este martes. Por el momento, estaremos los martes y jueves de 15 a 18 horas recibiendo y entregando libros con medidas de distanciamiento social y protocolo que todos conocemos.
Además, si todavía no es socio, estaremos recibiendo nuevas solicitudes en los mismos días y horarios. Consulte aquí los requisitos.
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El espejo
Nuevo relato de Pedro Acuña, alumno del Taller Literario de Carlos Penelas en nuestra Biblioteca
Foto: André Kertesz
Hace un año que murió Elena. La casa quedó vacía. Antigua, habitaciones inmensas de techos altos. Dos patios; en el primero la parra bajo cuya sombra habíamos pasado primaveras y veranos. Los ruidos del mundo exterior se escuchan lejanos. El zaguán que comunica con la calle es otra pieza rectangular de al menos cinco metros de largo. Preside el living un imponente espejo con marco dorado y costosos biseles. Mi dormitorio, que fuera el nuestro, se sentía vacío.
No tuvimos hijos pese a años de noviazgo y de matrimonio.
Meses después de su muerte la encontré, sin mancha de decadencia, hermosa y sonriente, en el espejo biselado. Me sobresaltó descubrirla sentada en el sofá. Miré hacia allí, pero estaba vacío. Vuelta mi vista al espejo permanecía sentada, sonriente. Me hablaba, pero no podía escucharla. Movía sus labios. ¡Lástima no saber leerlos! Sus apariciones eran fugaces. Caso contrario, hubiera traído algún interprete que me ayudara a desentrañar qué quería decirme.
En casa hay varios espejos. Supuse que mientras me bañaba aparecería en el del baño, pero me equivoqué. Otro tanto con el del dormitorio. Hubiera sido esperable encontrar su reflejo acostada en la cama matrimonial pero tampoco se presentaba allí. Sólo en el living, sentada, sonriente, a veces con sus labios cerrados. Otras, locuaz, pero siempre por breves intervalos. Sus vestidos cambiaban en cada aparición. Estaba más bonita. Se acostumbró a visitarme sin testigos. Al principio me molestó porque pensé que si lo comentaba a parientes o amigos y no daba prueba de mis dichos me iban a tener por loco. Tuve la prudencia de mantenerme en silencio. Tomé mis recaudos. Un día vino de visita Fernando, mi cuñado, su hermano. Se sentó en el sofá. En el reflejo del espejo pude verlos casi superpuestos. Le porfié que mirara algún detalle menor en el espejo: no encontró nada inusual. Tomé conciencia de que Elena se presentaba sólo para mí.
Pasaron los meses y noté que su abdomen se dilataba. No podía ser. ¿Estaba embarazada? ¿De quién? En los años en que estuvimos casados nunca quedó encinta. ¿Lo lograba ahora como imagen en el cristal? Tantos tratamientos, tanta energía sin resultados.
Hace una semana desapareció. Las dudas me obsesionaron. ¿Fueron reales sus visitas? El último día su embarazo estaba más que avanzado.
Esta mañana me despertó un ruido indefinible. Intuí que venía desde la calle. Apenas un murmullo. Mi dormitorio está alejado de la puerta de entrada. A medida en que caminaba hacia allí tomaba conciencia de que el llanto de una criatura venía del zaguán. Dudaba sobre si lo que escuchaba era real o fruto de mi imaginación. Encontré un bebé envuelto en mantas. Se movía, lloraba. Lo habían dejado en el piso. Quienquiera lo hubiera dejado había tenido el cuidado de entornar la puerta de calle para perderse en la mañana.
Instintivamente levanté al crio y lo mecí suavemente en mis brazos. Descubrí una nota entre las mantas que cayó al suelo. Protegiendo al pequeño con mi brazo izquierdo, me agaché y la tomé con mi mano derecha. Me senté en el sofá. No pude dejar de estremecerme por la letra y el texto. “Es lo que más amo. No puedo mantenerlo. Se llama Ernesto. Elena”
No tuvimos hijos pese a años de noviazgo y de matrimonio.
Meses después de su muerte la encontré, sin mancha de decadencia, hermosa y sonriente, en el espejo biselado. Me sobresaltó descubrirla sentada en el sofá. Miré hacia allí, pero estaba vacío. Vuelta mi vista al espejo permanecía sentada, sonriente. Me hablaba, pero no podía escucharla. Movía sus labios. ¡Lástima no saber leerlos! Sus apariciones eran fugaces. Caso contrario, hubiera traído algún interprete que me ayudara a desentrañar qué quería decirme.
En casa hay varios espejos. Supuse que mientras me bañaba aparecería en el del baño, pero me equivoqué. Otro tanto con el del dormitorio. Hubiera sido esperable encontrar su reflejo acostada en la cama matrimonial pero tampoco se presentaba allí. Sólo en el living, sentada, sonriente, a veces con sus labios cerrados. Otras, locuaz, pero siempre por breves intervalos. Sus vestidos cambiaban en cada aparición. Estaba más bonita. Se acostumbró a visitarme sin testigos. Al principio me molestó porque pensé que si lo comentaba a parientes o amigos y no daba prueba de mis dichos me iban a tener por loco. Tuve la prudencia de mantenerme en silencio. Tomé mis recaudos. Un día vino de visita Fernando, mi cuñado, su hermano. Se sentó en el sofá. En el reflejo del espejo pude verlos casi superpuestos. Le porfié que mirara algún detalle menor en el espejo: no encontró nada inusual. Tomé conciencia de que Elena se presentaba sólo para mí.
Pasaron los meses y noté que su abdomen se dilataba. No podía ser. ¿Estaba embarazada? ¿De quién? En los años en que estuvimos casados nunca quedó encinta. ¿Lo lograba ahora como imagen en el cristal? Tantos tratamientos, tanta energía sin resultados.
Hace una semana desapareció. Las dudas me obsesionaron. ¿Fueron reales sus visitas? El último día su embarazo estaba más que avanzado.
Esta mañana me despertó un ruido indefinible. Intuí que venía desde la calle. Apenas un murmullo. Mi dormitorio está alejado de la puerta de entrada. A medida en que caminaba hacia allí tomaba conciencia de que el llanto de una criatura venía del zaguán. Dudaba sobre si lo que escuchaba era real o fruto de mi imaginación. Encontré un bebé envuelto en mantas. Se movía, lloraba. Lo habían dejado en el piso. Quienquiera lo hubiera dejado había tenido el cuidado de entornar la puerta de calle para perderse en la mañana.
Instintivamente levanté al crio y lo mecí suavemente en mis brazos. Descubrí una nota entre las mantas que cayó al suelo. Protegiendo al pequeño con mi brazo izquierdo, me agaché y la tomé con mi mano derecha. Me senté en el sofá. No pude dejar de estremecerme por la letra y el texto. “Es lo que más amo. No puedo mantenerlo. Se llama Ernesto. Elena”
Pedro Acuña
Sobre el autor
Pedro Acuña. Nació en 1962. Se crió en Mercedes, provincia de Buenos Aires y a los 17 años fue a vivir a la Capital Federal. Es abogado, docente y trabaja en un banco. Le gusta leer y en su adolescencia colaboró en un diario de su lugar de origen. Participa en el taller literario que dicta Carlos Penelas. Otros de sus cuentos publicados en nuestra página:
Pedro Acuña. Nació en 1962. Se crió en Mercedes, provincia de Buenos Aires y a los 17 años fue a vivir a la Capital Federal. Es abogado, docente y trabaja en un banco. Le gusta leer y en su adolescencia colaboró en un diario de su lugar de origen. Participa en el taller literario que dicta Carlos Penelas. Otros de sus cuentos publicados en nuestra página:
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¡Reabrimos!
Desde el 10 de noviembre, los martes y jueves la Biblioteca estará abierta para el retiro y devolución de libros, siguiendo protocolos.
Siguiendo los protocolos de prevención para seguir cuidándonos, vuelve el sistema de préstamo y devolución de libros en nuestra Biblioteca. Será a partir del 10 de noviembre, todos los martes y jueves de 15 a 18 horas.
Es obligatorio contar con un turno para acercarte al establecimiento a retirar tu libro, y hacerlo con barbijo y respetando las normas de distanciamiento social. El turno se solicita escribiendo por mail a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar
Es obligatorio contar con un turno para acercarte al establecimiento a retirar tu libro, y hacerlo con barbijo y respetando las normas de distanciamiento social. El turno se solicita escribiendo por mail a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar
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De entre casa
Por Fernando E. Müller
(Moglia Ediciones, Buenos Aires, 2020, 120 páginas)
En el ilustrativo y acertado prólogo de Ariel Bermani se dice que “Así, como Gregorio Samsa, el personaje de Franz Kafka, se despierta convertido en una cucaracha, Ernesto se despierta convertido en un niño.” Él es el protagonista de la novela y en esta suerte de planteo puede especularse con alguna simbología de la realidad contemporánea basada en La metamorfosis o, tal vez, con la posibilidad de adjudicarle a Ernesto una patología psicológica vinculada al síndrome de Peter Pan, es decir el de no querer crecer para no asumir responsabilidades de adulto.
En cuanto se conoce su entorno familiar resulta comprensible que quiera anular la mayor parte de su vida, porque su familia actual es completamente disfuncional, ya que no se pierde ningún conflicto que ande suelto por ahí. Así, él ha formado un matrimonio donde cada cónyuge tiene su amante permanente, los cual no impide que todos sean amigos, pero a la vez se producen peleas y discusiones continúas entre todos los miembros, incluidas las tres hijas de la pareja. También De entre casa plantea un interrogante: ¿qué le pasó en la vida a Ernesto para que inesperadamente se sienta como un niño de siete años?
La novela está construida a través de capítulos cortos, de prosa fluida y plena de diálogos logrados porque responden a lo que se conoce como habla cotidiana. Tiene razón Bermani cuando afirma “que podría leerse como una pieza teatral”, por lo cual el autor puede convertirla en texto dramático y llevarla a escena
Fernando E. Múller nació en Buenos Aires, Argentina. Es ilustrador, diseñador gráfico, narrador y guionista. En 1993 se editó su primer libro de caricaturas Fito Paez. Homenaje. Algunos de sus cuentos y poesías integran varias antologías, Su primer libro narrativo compuesto por cuatro cuentos y una nouvelle fue Las Devoradoras (2014). Como guionista cinematográfico trabajó en la adaptación de su nouvelle Amnor.
Germán Cáceres
(Moglia Ediciones, Buenos Aires, 2020, 120 páginas)
En el ilustrativo y acertado prólogo de Ariel Bermani se dice que “Así, como Gregorio Samsa, el personaje de Franz Kafka, se despierta convertido en una cucaracha, Ernesto se despierta convertido en un niño.” Él es el protagonista de la novela y en esta suerte de planteo puede especularse con alguna simbología de la realidad contemporánea basada en La metamorfosis o, tal vez, con la posibilidad de adjudicarle a Ernesto una patología psicológica vinculada al síndrome de Peter Pan, es decir el de no querer crecer para no asumir responsabilidades de adulto.
En cuanto se conoce su entorno familiar resulta comprensible que quiera anular la mayor parte de su vida, porque su familia actual es completamente disfuncional, ya que no se pierde ningún conflicto que ande suelto por ahí. Así, él ha formado un matrimonio donde cada cónyuge tiene su amante permanente, los cual no impide que todos sean amigos, pero a la vez se producen peleas y discusiones continúas entre todos los miembros, incluidas las tres hijas de la pareja. También De entre casa plantea un interrogante: ¿qué le pasó en la vida a Ernesto para que inesperadamente se sienta como un niño de siete años?
La novela está construida a través de capítulos cortos, de prosa fluida y plena de diálogos logrados porque responden a lo que se conoce como habla cotidiana. Tiene razón Bermani cuando afirma “que podría leerse como una pieza teatral”, por lo cual el autor puede convertirla en texto dramático y llevarla a escena
Fernando E. Múller nació en Buenos Aires, Argentina. Es ilustrador, diseñador gráfico, narrador y guionista. En 1993 se editó su primer libro de caricaturas Fito Paez. Homenaje. Algunos de sus cuentos y poesías integran varias antologías, Su primer libro narrativo compuesto por cuatro cuentos y una nouvelle fue Las Devoradoras (2014). Como guionista cinematográfico trabajó en la adaptación de su nouvelle Amnor.
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