Revisar el universo de Sylvia Plath
Publicaron en español los Diarios completos de la escritora estadounidense. Los escritos íntimos desdramatizan los conflictos que vivió la autora de La campana de cristal, que fueron similares a los de muchas mujeres profesionales de su tiempo. De sus páginas surge el retrato de una vida que no fue rebelde ni extravagante.
Apasionada por la lectura y con un vínculo sostenido y de alto compromiso con la escritura, Sylvia Plath dejó una obra contundente que marcó la producción literaria del siglo XX y que hoy puede ser revisitada a través del encuentro con sus Diarios completos, volumen que, como señalan Juan Antonio Montiel y Elisenada Julibert, editor y traductora de la versión en español, ofrece la posibilidad de asistir al desarrollo literario de la autora estadounidense.
Publicados por Universidad Diego Portales, estos diarios comprenden en sus 900 páginas los escritos de Plath durante sus años de estudiante hasta 1962, un año antes de su muerte, e incluyen también poesías, dibujos y datos detallados del modo en que se fue construyendo como escritora.
"Asistir a la intimidad de un personaje así siempre resulta sorprendente pero, en este caso, la lectura es reveladora por necesidad, puesto que, a ojos de la mayoría de nosotros, Plath es ni más ni menos que una escritora suicida, en el mejor de los casos, o bien una figura femenina incomprendida y trágica, o incluso una mujer desgraciada", expresó Montiel en diálogo reciente con la agencia Télam.
El editor explica que "no hay duda de que el acontecimiento más conocido de su vida es su suicidio y que ese hecho trágico ha condicionado enormemente lo que la mayoría pensamos de ella y, sobre todo, el modo en que leemos su obra, que ciertamente tiene una dimensión autobiográfica -y también automitificadora- y confesional, pero que termina leyéndose casi exclusivamente como la obra de una escritora suicida". El editor advierte que "nada de eso hace justicia a Plath, ni como escritora ni como persona, y los diarios dan prueba fehaciente de ello".
Para Montiel los diarios "son enormemente sorprendentes en general, puesto que en ellos Sylvia Plath recupera, a los ojos de quien lee, un montón de dimensiones personales y literarias". Julibert, responsable de la traducción al español, asegura que esas páginas son "el espacio íntimo que Plath se daba para elaborar sus vivencias no sólo psicológica sino también literariamente".
"La lectura de los Diarios completos revelará a los lectores, por ejemplo, hasta qué punto (la novela) La campana de cristal supone una elaboración paródica de experiencias que en su momento fueron dolorosas o decepcionantes: gracias a la mediación del trabajo literario los sinsabores se convirtieron en un relato cuyo valor trasciende el interés biográfico", sostiene Julibert.
La incomodidad con la época y sus mandatos, sus preocupaciones por sostenerse económicamente y ser reconocida como escritora, y la maternidad recorren las páginas escritas por Plath y, en ese sentido, Montiel subraya que "no era "una rebelde" ni mucho menos una activista: su vida fue muy poco extravagante".
El editor considera que "los conflictos que experimentó específicamente por ser una mujer de su época los compartió con muchísimas otras que batallaban para ganarse la vida y forjarse una carrera en un momento en que eso no era lo más común, pero tampoco era insólito. Sus conflictos no son los de una mujer singularísima sino, precisamente, los que podría haber tenido otra mujer como ella en aquel momento; ni siquiera tuvo una vida particularmente trágica, más allá de que decidió quitarse la vida en plena juventud".
Es esa condición de mujer "más o menos común" lo que "resulta más interesante de sus Diarios completos: no era un genio ni una estrella fulgurante, sino una escritora inteligente que, además, tenía un insólito tesón; no era un personaje único, sino una persona con sus conflictos y su particular manera de afrontarlos, o no".
Julibert señala que "para Plath, como para un buen número de mujeres de su generación, la realidad de su época ya resultaba incómoda y en muchos casos incompatible con ciertas aspiraciones, deseos o vocaciones". En esa línea subraya que "no es extraño que una de las figuras más importantes de los Diarios sea la terapeuta de Plath, Ruth Beuscher, una profesional independiente, que vive de su capacidad intelectual y goza de reconocimiento por su trabajo".
Más allá de la época, la traductora que trabajó los diarios editados originalmente por la estadounidense Karen Kukil considera que "a Plath le resulta especialmente dolorosa su época no sólo porque fue crítica para las mujeres, sino también porque por lo general esa especie singular que son los escritores se caracteriza por problematizar su relación con el mundo, es decir, por no darla por hecha, sino examinarla, ahondar en ella y, en su caso, hurgar en la herida".
Pasión literaria
Los diarios están divididos en diez capítulos ordenados cronológicamente comenzando por el período que va de julio de 1950 a julio de 1953, pasando por julio-enero de 1956 o agosto de 1957 y octubre de 1958 hasta llegar al último que comprende junio de 1960 a julio de 1962, y en todos los que prevalece es la pasión de la autora de La campana de cristal por la escritura y por cómo ir pensando su forma de desarrollar esa práctica.
"A lo largo de los Diarios el lector tiene la impresión de asistir al desarrollo personal y literario de la autora, pese a que Plath los usó desde el comienzo como un espacio donde ejercitarse literariamente", dice Julibert.
Destaca la traductora que en los Diarios "hay pasajes, descripciones de paisajes, apuntes, postales, por llamarlos así, que, pese a su carácter fragmentario, son piezas literarias por derecho propio, ya que permiten apreciar la capacidad de recrear mediante la escritura un pensamiento, una imagen, una sensación".
"Diría que Plath es una de esas escritoras que va construyéndose a sí misma con esfuerzo y trabajo. Desde un principio sorprende la fuerza de su decisión de convertirse en una gran escritora, pero aún más lo que está dispuesta a hacer para conseguir esa meta, como por ejemplo echar mano de material extraído de su propia vida y, digamos, someterlo dificultosa y gradualmente a la forma literaria", asevera Montiel.
¿Qué implica esta forma de tomar la vida para darle forma literaria? "Por una parte, que se aproxima a ese material autobiográfico de un modo tremendamente descarnado porque, para ella, la literatura y la poesía lo valen", explica. Pero, además, que "tiene una muy alta idea de la forma literaria y batalla todo lo que puede para alcanzarla, incluyendo leer y aprovecharse vorazmente de todos los libros a su alcance, sobre todo de contemporáneos".
"No era autocomplaciente en ningún sentido; todo lo contrario, y en consecuencia su compromiso con la literatura no hizo sino profundizarse a lo largo de su vida. Al contrario que en el caso de tantos poetas y novelistas, sus mejores obras son las que escribió al final", resumió Montiel.
Al momento de ensayar definiciones el editor juzga que "es, en gran parte, una lectura pendiente" y que estos Diarios pueden "ayudar a disolver la leyenda y a adentrarnos en la complejidad de su vida y sumergirnos, por fin, en sus relatos y poemas".
Julibert coincide y agrega que "sus poemas son impetuosos, irreverentes, valientes y descarnados, y en sus cuentos y La campana de cristal se atisban algunos rasgos, como su capacidad paródica o cómica, que permiten fantasear con un obra de madurez muy interesante".
Apasionada por la lectura y con un vínculo sostenido y de alto compromiso con la escritura, Sylvia Plath dejó una obra contundente que marcó la producción literaria del siglo XX y que hoy puede ser revisitada a través del encuentro con sus Diarios completos, volumen que, como señalan Juan Antonio Montiel y Elisenada Julibert, editor y traductora de la versión en español, ofrece la posibilidad de asistir al desarrollo literario de la autora estadounidense.
Publicados por Universidad Diego Portales, estos diarios comprenden en sus 900 páginas los escritos de Plath durante sus años de estudiante hasta 1962, un año antes de su muerte, e incluyen también poesías, dibujos y datos detallados del modo en que se fue construyendo como escritora.
"Asistir a la intimidad de un personaje así siempre resulta sorprendente pero, en este caso, la lectura es reveladora por necesidad, puesto que, a ojos de la mayoría de nosotros, Plath es ni más ni menos que una escritora suicida, en el mejor de los casos, o bien una figura femenina incomprendida y trágica, o incluso una mujer desgraciada", expresó Montiel en diálogo reciente con la agencia Télam.
El editor explica que "no hay duda de que el acontecimiento más conocido de su vida es su suicidio y que ese hecho trágico ha condicionado enormemente lo que la mayoría pensamos de ella y, sobre todo, el modo en que leemos su obra, que ciertamente tiene una dimensión autobiográfica -y también automitificadora- y confesional, pero que termina leyéndose casi exclusivamente como la obra de una escritora suicida". El editor advierte que "nada de eso hace justicia a Plath, ni como escritora ni como persona, y los diarios dan prueba fehaciente de ello".
Para Montiel los diarios "son enormemente sorprendentes en general, puesto que en ellos Sylvia Plath recupera, a los ojos de quien lee, un montón de dimensiones personales y literarias". Julibert, responsable de la traducción al español, asegura que esas páginas son "el espacio íntimo que Plath se daba para elaborar sus vivencias no sólo psicológica sino también literariamente".
"La lectura de los Diarios completos revelará a los lectores, por ejemplo, hasta qué punto (la novela) La campana de cristal supone una elaboración paródica de experiencias que en su momento fueron dolorosas o decepcionantes: gracias a la mediación del trabajo literario los sinsabores se convirtieron en un relato cuyo valor trasciende el interés biográfico", sostiene Julibert.
La incomodidad con la época y sus mandatos, sus preocupaciones por sostenerse económicamente y ser reconocida como escritora, y la maternidad recorren las páginas escritas por Plath y, en ese sentido, Montiel subraya que "no era "una rebelde" ni mucho menos una activista: su vida fue muy poco extravagante".
El editor considera que "los conflictos que experimentó específicamente por ser una mujer de su época los compartió con muchísimas otras que batallaban para ganarse la vida y forjarse una carrera en un momento en que eso no era lo más común, pero tampoco era insólito. Sus conflictos no son los de una mujer singularísima sino, precisamente, los que podría haber tenido otra mujer como ella en aquel momento; ni siquiera tuvo una vida particularmente trágica, más allá de que decidió quitarse la vida en plena juventud".
Es esa condición de mujer "más o menos común" lo que "resulta más interesante de sus Diarios completos: no era un genio ni una estrella fulgurante, sino una escritora inteligente que, además, tenía un insólito tesón; no era un personaje único, sino una persona con sus conflictos y su particular manera de afrontarlos, o no".
Julibert señala que "para Plath, como para un buen número de mujeres de su generación, la realidad de su época ya resultaba incómoda y en muchos casos incompatible con ciertas aspiraciones, deseos o vocaciones". En esa línea subraya que "no es extraño que una de las figuras más importantes de los Diarios sea la terapeuta de Plath, Ruth Beuscher, una profesional independiente, que vive de su capacidad intelectual y goza de reconocimiento por su trabajo".
Más allá de la época, la traductora que trabajó los diarios editados originalmente por la estadounidense Karen Kukil considera que "a Plath le resulta especialmente dolorosa su época no sólo porque fue crítica para las mujeres, sino también porque por lo general esa especie singular que son los escritores se caracteriza por problematizar su relación con el mundo, es decir, por no darla por hecha, sino examinarla, ahondar en ella y, en su caso, hurgar en la herida".
Pasión literaria
Los diarios están divididos en diez capítulos ordenados cronológicamente comenzando por el período que va de julio de 1950 a julio de 1953, pasando por julio-enero de 1956 o agosto de 1957 y octubre de 1958 hasta llegar al último que comprende junio de 1960 a julio de 1962, y en todos los que prevalece es la pasión de la autora de La campana de cristal por la escritura y por cómo ir pensando su forma de desarrollar esa práctica.
"A lo largo de los Diarios el lector tiene la impresión de asistir al desarrollo personal y literario de la autora, pese a que Plath los usó desde el comienzo como un espacio donde ejercitarse literariamente", dice Julibert.
Destaca la traductora que en los Diarios "hay pasajes, descripciones de paisajes, apuntes, postales, por llamarlos así, que, pese a su carácter fragmentario, son piezas literarias por derecho propio, ya que permiten apreciar la capacidad de recrear mediante la escritura un pensamiento, una imagen, una sensación".
"Diría que Plath es una de esas escritoras que va construyéndose a sí misma con esfuerzo y trabajo. Desde un principio sorprende la fuerza de su decisión de convertirse en una gran escritora, pero aún más lo que está dispuesta a hacer para conseguir esa meta, como por ejemplo echar mano de material extraído de su propia vida y, digamos, someterlo dificultosa y gradualmente a la forma literaria", asevera Montiel.
¿Qué implica esta forma de tomar la vida para darle forma literaria? "Por una parte, que se aproxima a ese material autobiográfico de un modo tremendamente descarnado porque, para ella, la literatura y la poesía lo valen", explica. Pero, además, que "tiene una muy alta idea de la forma literaria y batalla todo lo que puede para alcanzarla, incluyendo leer y aprovecharse vorazmente de todos los libros a su alcance, sobre todo de contemporáneos".
"No era autocomplaciente en ningún sentido; todo lo contrario, y en consecuencia su compromiso con la literatura no hizo sino profundizarse a lo largo de su vida. Al contrario que en el caso de tantos poetas y novelistas, sus mejores obras son las que escribió al final", resumió Montiel.
Al momento de ensayar definiciones el editor juzga que "es, en gran parte, una lectura pendiente" y que estos Diarios pueden "ayudar a disolver la leyenda y a adentrarnos en la complejidad de su vida y sumergirnos, por fin, en sus relatos y poemas".
Julibert coincide y agrega que "sus poemas son impetuosos, irreverentes, valientes y descarnados, y en sus cuentos y La campana de cristal se atisban algunos rasgos, como su capacidad paródica o cómica, que permiten fantasear con un obra de madurez muy interesante".
Diario La Prensa
28 de junio de 2020
CONVERSATION
Mujeres que no perdonan
por Camilla Läckberg
(Planeta, Buenos Aires, 224 páginas, 2020)
Es una buena novela policial no obstante que su hallazgo principal es el inesperado intercambio de asesinatos, tal como ocurría en Extraños en un tren (1950), de Patricia Highsmith, llevada al cine por Alfred Hitchcock en su famosa película Pacto siniestro (1951).
El libro se divide en capítulos breves que se narran en tercera persona y se alternan con el nombre de los tres personajes principales: Ingrid, Victoria y Birgitta. Los párrafos son cortos, ágiles, casi telegráficos, lo cual facilita la fluidez de su lectura, ayudada también por la buena traducción de Claudia Conde.
Los admiradores de Camilla Läckberg saben que sus novelas hay que leerlas de un tirón, que una vez que se empiezan no se pueden dejar. El suspenso es permanente y se intensifica cuando la autora describe comportamientos de las tres mujeres sin indicar los motivos. No hay enigma, o sea asesinas que descubrir a través de una investigación o de pistas, pues ellas mismas cometen los delitos.
Mujeres que no perdonan narra los padecimientos que sufren las protagonistas por parte de maridos violentos y agresivos, y su plan de venganza no solo es gozado por ellas sino también por los lectores. El espíritu del movimiento Me Too está presente en la narración (Victoria e Ingrid los citan).
Camilla Läckbert (Fjällbacka, Suecia, 1974) escribió su primera novela en 2002 (La princesa de hielo), que se desarrolla en la región costera donde nació. Empezó así una serie de títulos protagonizados por la escritora Erica Falck y el policía Patrik Hedström. Luego emprendió otra saga con una singular heroína femenina: Faye. Mujeres que no perdonan se aleja por su tratamiento y temática de su obra anterior. La escritora recibió el SKTF al mejor autor del año en 2005, el Folket en 2006 (ambos de Suecia) y el Gran Premio de Literatura Policíaca 2008 (Francia). Según la solapa del libro que se comenta Läckberg “…ha superado los veintiséis millones de ejemplares vendidos en más de sesenta países”.
Germán Cáceres
Encuentre a Camilla Läckberg en nuestro catálogo.
(Planeta, Buenos Aires, 224 páginas, 2020)
Es una buena novela policial no obstante que su hallazgo principal es el inesperado intercambio de asesinatos, tal como ocurría en Extraños en un tren (1950), de Patricia Highsmith, llevada al cine por Alfred Hitchcock en su famosa película Pacto siniestro (1951).
El libro se divide en capítulos breves que se narran en tercera persona y se alternan con el nombre de los tres personajes principales: Ingrid, Victoria y Birgitta. Los párrafos son cortos, ágiles, casi telegráficos, lo cual facilita la fluidez de su lectura, ayudada también por la buena traducción de Claudia Conde.
Los admiradores de Camilla Läckberg saben que sus novelas hay que leerlas de un tirón, que una vez que se empiezan no se pueden dejar. El suspenso es permanente y se intensifica cuando la autora describe comportamientos de las tres mujeres sin indicar los motivos. No hay enigma, o sea asesinas que descubrir a través de una investigación o de pistas, pues ellas mismas cometen los delitos.
Mujeres que no perdonan narra los padecimientos que sufren las protagonistas por parte de maridos violentos y agresivos, y su plan de venganza no solo es gozado por ellas sino también por los lectores. El espíritu del movimiento Me Too está presente en la narración (Victoria e Ingrid los citan).
Camilla Läckbert (Fjällbacka, Suecia, 1974) escribió su primera novela en 2002 (La princesa de hielo), que se desarrolla en la región costera donde nació. Empezó así una serie de títulos protagonizados por la escritora Erica Falck y el policía Patrik Hedström. Luego emprendió otra saga con una singular heroína femenina: Faye. Mujeres que no perdonan se aleja por su tratamiento y temática de su obra anterior. La escritora recibió el SKTF al mejor autor del año en 2005, el Folket en 2006 (ambos de Suecia) y el Gran Premio de Literatura Policíaca 2008 (Francia). Según la solapa del libro que se comenta Läckberg “…ha superado los veintiséis millones de ejemplares vendidos en más de sesenta países”.
Germán Cáceres
Encuentre a Camilla Läckberg en nuestro catálogo.
CONVERSATION
Raymundo Gleyzer. El cine como herramienta de cambio
Desde San Mateo, California la periodista y escritora Adriana Briff nos recuerda que un día como hoy pero de 1941 nació en Buenos Aires Raymundo Gleyzer.
Raymundo Gleyzer, es uno de los más importantes directores de cine de Latinoamérica, las garras del poder encarnadas en el terrorismo de Estado acabaron con su vida. Fue secuestrado en 1976 y aún permanece engrosando la lista de los detenidos desaparecidos.
Sin duda, para comprender las situaciones actuales de miserias materiales y morales, el padecimiento de los pueblos de este continente de Norte a Sur y de Sur a Norte es preciso conocer hitos dramáticos de la historia social.
Películas como México, la revolución congelada, La tierra quema y Los traidores contribuyen a la comprensión del devenir de las últimas décadas y hasta del medio siglo.
Cómo aproximarse a la "ambigüedad" de AMLO en México sin recordar a Francisco Madero y sus maniobras, al aniquilado luchador Emiliano Zapata al revolucionario anarquista Ricardo Flores Magón.
Brasil desde la mirada de Raymundo Gleyzer y el sin de explotadores, caudillejos e iniquidades que engendraron el patético presente.
Los traidores es la radiografía más certera de la génesis, evolución y persistencia de la burocracia sindical en la región Argentina.
R. Gleyzer disecciona la sórdida historia de un dirigente que pacta y acciona con la burguesía para perpetuar la sumisión de las clases oprimidas. El personaje es emblemático de aquello que los documentos y periódicos de la FORA definieron como la "casta de los rentados".
Raymundo Gleyzer que supo reflejar con maestría los avatares de las luchas sociales con su enorme talento y su aguda mirada.
Su legado fílmico permanece vigente y nos sigue interpelando.
Carlos A.Solero
Viernes 25 de setiembre de 2020
Encuentre libros y películas de y sobre Raymundo Gleyzer en nuestro catálogo.
Raymundo Gleyzer, es uno de los más importantes directores de cine de Latinoamérica, las garras del poder encarnadas en el terrorismo de Estado acabaron con su vida. Fue secuestrado en 1976 y aún permanece engrosando la lista de los detenidos desaparecidos.
Sin duda, para comprender las situaciones actuales de miserias materiales y morales, el padecimiento de los pueblos de este continente de Norte a Sur y de Sur a Norte es preciso conocer hitos dramáticos de la historia social.
Películas como México, la revolución congelada, La tierra quema y Los traidores contribuyen a la comprensión del devenir de las últimas décadas y hasta del medio siglo.
Cómo aproximarse a la "ambigüedad" de AMLO en México sin recordar a Francisco Madero y sus maniobras, al aniquilado luchador Emiliano Zapata al revolucionario anarquista Ricardo Flores Magón.
Brasil desde la mirada de Raymundo Gleyzer y el sin de explotadores, caudillejos e iniquidades que engendraron el patético presente.
Los traidores es la radiografía más certera de la génesis, evolución y persistencia de la burocracia sindical en la región Argentina.
R. Gleyzer disecciona la sórdida historia de un dirigente que pacta y acciona con la burguesía para perpetuar la sumisión de las clases oprimidas. El personaje es emblemático de aquello que los documentos y periódicos de la FORA definieron como la "casta de los rentados".
Raymundo Gleyzer que supo reflejar con maestría los avatares de las luchas sociales con su enorme talento y su aguda mirada.
Su legado fílmico permanece vigente y nos sigue interpelando.
Carlos A.Solero
Viernes 25 de setiembre de 2020
Encuentre libros y películas de y sobre Raymundo Gleyzer en nuestro catálogo.
CONVERSATION
Día de las Bibliotecas Populares
Hace 150 años, propiciada por Domingo Faustino Sarmiento, se fundaba la CONABIP, que da origen a que el 23 de septiembre sea el Día de las Bibliotecas Populares.
Septiembre es un mes afín a las bibliotecas, la cultura y la educación. Comenzando con el Día del Maestro el 11, recordando a Sarmiento, también tiene el 13 como Día del Bibliotecario con la figura de Mariano Moreno como insignia, y ahora celebramos el 23, recordando nuevamente a Sarmiento por la fecha en que se promulgó, en 1870, la Ley 419.
Septiembre es un mes afín a las bibliotecas, la cultura y la educación. Comenzando con el Día del Maestro el 11, recordando a Sarmiento, también tiene el 13 como Día del Bibliotecario con la figura de Mariano Moreno como insignia, y ahora celebramos el 23, recordando nuevamente a Sarmiento por la fecha en que se promulgó, en 1870, la Ley 419.
Con ella, hace 150 años, se dio origen a la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (actual CONABIP), con el propósito de fomentar la creación y el desarrollo de estas instituciones, constituidas por asociaciones de particulares, con la finalidad de difundir el libro y la cultura. A continuación, el texto de la ley:
Artículo 1º- Las Bibliotecas populares establecidas o que se establezcan en adelante por asociaciones de particulares en las ciudades, villas y demás centros de población de la República, serán auxiliadas por el Tesoro Nacional en forma que determina la presente ley.
Art. 2º- El Poder Ejecutivo constituirá una Comisión Protectora de las Bibliotecas Populares, compuesta por lo menos de cinco miembros anuales.
Art. 3º- La Comisión de que habla el artículo anterior, tendrá a su cargo el fomento e inspección de las Bibliotecas Populares, así como la inversión de los fondos a que luego como la inversión de los fondos a que se refieren los artículos siguientes.
Art. 4º- Tan luego como se haya planteado una asociación con el objeto de establecer y sostener pot medio de suscriciones una Biblioteca popular, la Comisión Protectora, remitiendo un ejemplar o copia de los Estatutos, y la cantidad de dinero que haya reunido e indicándose los libros que desea adquirir con ella y con la parte que dará el Tesoro Nacional, en virtud de esta ley.
Art. 5º- La subvención que el Poder Ejecutivo asigne a cada Biblioteca Popular, será igual a la suma que ésta remitiese a la Comisión Protectora, empleándose el total en la compra de libros, cuyo envío de hará por cuenta de la Nación.
Art. 6º- El Poder Ejecutivo pedirá anualmente el Congreso las cantidades necesarias para el cumplimiento de esta ley, en el presente año, la parte del inciso 15 del Departamento de Instrucción Pública, que no se emplee en su objeto, y pudiendo además invertir la cantidad de tres mil pesos fuertes, si fuese necesario.
Art. 7º- Comuníquese al Poder Ejecutivo. -Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Buenos Aires, a veinte y un día del mes de Setiembre de mil ochocientos setenta.-
ADOLFO ALSINA - Carlos M. Saravia - Secretario del Senado - MARIANO ACOSTA - Bernardo Solveira - Secretario de la Cámara de Diputados.
Departamento de Instrucción Pública - Buenos Aires, Setiembre 23 de 1870.- Téngase por ley, comuníquese, publíquese y dése el Registro Nacional.- SARMIENTO- N. Avellaneda
Artículo 1º- Las Bibliotecas populares establecidas o que se establezcan en adelante por asociaciones de particulares en las ciudades, villas y demás centros de población de la República, serán auxiliadas por el Tesoro Nacional en forma que determina la presente ley.
Art. 2º- El Poder Ejecutivo constituirá una Comisión Protectora de las Bibliotecas Populares, compuesta por lo menos de cinco miembros anuales.
Art. 3º- La Comisión de que habla el artículo anterior, tendrá a su cargo el fomento e inspección de las Bibliotecas Populares, así como la inversión de los fondos a que luego como la inversión de los fondos a que se refieren los artículos siguientes.
Art. 4º- Tan luego como se haya planteado una asociación con el objeto de establecer y sostener pot medio de suscriciones una Biblioteca popular, la Comisión Protectora, remitiendo un ejemplar o copia de los Estatutos, y la cantidad de dinero que haya reunido e indicándose los libros que desea adquirir con ella y con la parte que dará el Tesoro Nacional, en virtud de esta ley.
Art. 5º- La subvención que el Poder Ejecutivo asigne a cada Biblioteca Popular, será igual a la suma que ésta remitiese a la Comisión Protectora, empleándose el total en la compra de libros, cuyo envío de hará por cuenta de la Nación.
Art. 6º- El Poder Ejecutivo pedirá anualmente el Congreso las cantidades necesarias para el cumplimiento de esta ley, en el presente año, la parte del inciso 15 del Departamento de Instrucción Pública, que no se emplee en su objeto, y pudiendo además invertir la cantidad de tres mil pesos fuertes, si fuese necesario.
Art. 7º- Comuníquese al Poder Ejecutivo. -Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Buenos Aires, a veinte y un día del mes de Setiembre de mil ochocientos setenta.-
ADOLFO ALSINA - Carlos M. Saravia - Secretario del Senado - MARIANO ACOSTA - Bernardo Solveira - Secretario de la Cámara de Diputados.
Departamento de Instrucción Pública - Buenos Aires, Setiembre 23 de 1870.- Téngase por ley, comuníquese, publíquese y dése el Registro Nacional.- SARMIENTO- N. Avellaneda
CONVERSATION
Nos escuchan
Publicamos un relato de Pedro Acuña, alumno del Taller Literario de Carlos Penelas en nuestra Biblioteca.
“Nos escuchan” comenta Raúl. “Pasa seguido. Hablamos con un grupo de amigos sobre un tema y al rato empiezan a caer avisos en los celulares. ¿Me entienden? No escribimos nada en los celus. Por ejemplo, charlamos sobre un viaje a Madrid y al rato aparecen avisos de promociones en viajes a Madrid en los celus” añade entre preocupado y divertido. Trabaja en una farmacia. Es farmacéutico. Poco sabe de informática e inteligencia artificial. En los últimos años nada le ha salido bien, sea por azar o por motivos que intuye, pero no termina de comprender.
“¡No te puedo creer!”, responde Laura, sorprendida y con un poco de temor. “¡¿Entonces saben todo?! ¿Cuánta gente lo hace?”. Mientras lo dice levanta de la mesa del living, junto a Esteban, los platos con restos de pizza y empanadas. Y la botella vacía de cerveza. Se han reunido en casa de este último para festejar su cumpleaños.
Esteban, analista de big data, aclara que persona alguna oye lo que dicen. “Tan sólo son algoritmos que capturan las palabras a través de los celulares, las analizan y devuelven ofertas de venta”. Les omite que, amén de su labor de analista, a veces realiza escuchas ilegales para su otro trabajo. Está convencido de que tanto ella como él lo ignoran.
Minutos atrás ha abierto los regalos. Ella le obsequia una camisa escocesa. Él unos auriculares inalámbricos. “Para que escuchés mejor”. Raúl comenta sin mayor sentido que su regalo – lo dice en inglés: gift – es el más indicado. “Tanto que te gusta la música”, añade.
Fueron compañeros de escuela. Solteros. Rondan los treinta y cinco años y por razones diversas vienen escapando a los compromisos. Esteban y Laura son amigos con derechos. Ella no hizo estudios superiores y trabaja como secretaria en un estudio contable. Algún tiempo atrás tuvo un romance fugaz con Raúl.
Llega el momento de soplar las velitas. Apagan la luz. “Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…” cantan la melodía de las hermanas Smith Hill mientras el homenajeado sopla con alegría. Cuando intentan encenderlas nuevamente reparan en el corte de luz. Bromean en la oscuridad y al minuto, minuto y medio todo se ilumina nuevamente. Se escuchan las campanas lejanas de la iglesia que indican el final del martes.
Brindan con champagne. Las copas estilizadas chocan en el aire.
“Sigan ustedes si quieren; yo me preparo un café” dice Raúl cuando ve que Laura llena nuevamente las copas. “Qué linda está ¿por qué me dejó?¡ Y encima por éste!” piensa con ira contenida. Recuerda el primer año de la secundaria cuando la conoció, fue un flechazo de ambos.
“Me sumo al café” dice Esteban. Un gesto de decepción alumbra en los labios de Laura. Desde la escuela ha sido igual. Ella decidida y arremetedora. Raúl introvertido e inescrutable. Esteban, un cazador nato. Nunca se interesó por ella en la escuela, pero algo se le despertó cuando supo que salía con Raúl. Trabajó con sigilo para conquistarla. “Él nunca se va a enterar. Por otra parte, Laura está más contenta ahora”, medita.
“Qué cortados. Ya sé que mañana nos levantamos temprano, pero no soy tan blandita como ustedes”. Los observa. No puede creer que en algún momento haya pensado en Raúl como pareja. Se siente liberada y plena desde que está con Esteban.
Ellos se miran con sorpresa, pero no cambian de opinión. Comienza el leve zumbido de la cafetera con las cápsulas de café. Raúl respira con alivio; sabe que tiene alrededor de una hora hasta llegar a su departamento.
Laura corta porciones de la torta que preparó a la tarde. La miran atentos. Sus manos son finas; uñas pintadas con precisión en un rojo frenético. Ni que decir de su sensualidad.
“Muchos años atrás ví La vida de los otros; ahí sí había un espía que escuchaba. El espía era comunista y oía a disidentes, pero no me acuerdo bien la trama”, comenta Laura. Raúl - que tiene presente tanto la película como cualquier detalle que vivieron - duda si ella recuerda con quién la vió.
Dos tazas de café, las copas de champagne, el diluido olor de la vela apagada, la torta de manzana, forman una mezcla rara de aromas. Raúl aprovecha para avisar que se retira al advertir que Laura como Esteban bostezan. Pasa primero por el baño. Cuando sale, ambos duermen placidos sobre el sofá del living. No los molesta. Revisa un par de detalles y se marcha cerrando la puerta con sigilo. El barrio se encuentra en silencio. Mira su reloj; casi la una de la mañana: es miércoles. Camina hasta la esquina donde está el auto. Gira la llave, enciende el motor y emprende el camino con una íntima sensación de alivio. Tres pensamientos de vesania absoluta lo asedian. ¿Se despertarán? ¿Habrá cerrado bien puertas y ventanas? ¿Cuánto tardará en explotar el gas?
“¡No te puedo creer!”, responde Laura, sorprendida y con un poco de temor. “¡¿Entonces saben todo?! ¿Cuánta gente lo hace?”. Mientras lo dice levanta de la mesa del living, junto a Esteban, los platos con restos de pizza y empanadas. Y la botella vacía de cerveza. Se han reunido en casa de este último para festejar su cumpleaños.
Esteban, analista de big data, aclara que persona alguna oye lo que dicen. “Tan sólo son algoritmos que capturan las palabras a través de los celulares, las analizan y devuelven ofertas de venta”. Les omite que, amén de su labor de analista, a veces realiza escuchas ilegales para su otro trabajo. Está convencido de que tanto ella como él lo ignoran.
Minutos atrás ha abierto los regalos. Ella le obsequia una camisa escocesa. Él unos auriculares inalámbricos. “Para que escuchés mejor”. Raúl comenta sin mayor sentido que su regalo – lo dice en inglés: gift – es el más indicado. “Tanto que te gusta la música”, añade.
Fueron compañeros de escuela. Solteros. Rondan los treinta y cinco años y por razones diversas vienen escapando a los compromisos. Esteban y Laura son amigos con derechos. Ella no hizo estudios superiores y trabaja como secretaria en un estudio contable. Algún tiempo atrás tuvo un romance fugaz con Raúl.
Llega el momento de soplar las velitas. Apagan la luz. “Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…” cantan la melodía de las hermanas Smith Hill mientras el homenajeado sopla con alegría. Cuando intentan encenderlas nuevamente reparan en el corte de luz. Bromean en la oscuridad y al minuto, minuto y medio todo se ilumina nuevamente. Se escuchan las campanas lejanas de la iglesia que indican el final del martes.
Brindan con champagne. Las copas estilizadas chocan en el aire.
“Sigan ustedes si quieren; yo me preparo un café” dice Raúl cuando ve que Laura llena nuevamente las copas. “Qué linda está ¿por qué me dejó?¡ Y encima por éste!” piensa con ira contenida. Recuerda el primer año de la secundaria cuando la conoció, fue un flechazo de ambos.
“Me sumo al café” dice Esteban. Un gesto de decepción alumbra en los labios de Laura. Desde la escuela ha sido igual. Ella decidida y arremetedora. Raúl introvertido e inescrutable. Esteban, un cazador nato. Nunca se interesó por ella en la escuela, pero algo se le despertó cuando supo que salía con Raúl. Trabajó con sigilo para conquistarla. “Él nunca se va a enterar. Por otra parte, Laura está más contenta ahora”, medita.
“Qué cortados. Ya sé que mañana nos levantamos temprano, pero no soy tan blandita como ustedes”. Los observa. No puede creer que en algún momento haya pensado en Raúl como pareja. Se siente liberada y plena desde que está con Esteban.
Ellos se miran con sorpresa, pero no cambian de opinión. Comienza el leve zumbido de la cafetera con las cápsulas de café. Raúl respira con alivio; sabe que tiene alrededor de una hora hasta llegar a su departamento.
Laura corta porciones de la torta que preparó a la tarde. La miran atentos. Sus manos son finas; uñas pintadas con precisión en un rojo frenético. Ni que decir de su sensualidad.
“Muchos años atrás ví La vida de los otros; ahí sí había un espía que escuchaba. El espía era comunista y oía a disidentes, pero no me acuerdo bien la trama”, comenta Laura. Raúl - que tiene presente tanto la película como cualquier detalle que vivieron - duda si ella recuerda con quién la vió.
Dos tazas de café, las copas de champagne, el diluido olor de la vela apagada, la torta de manzana, forman una mezcla rara de aromas. Raúl aprovecha para avisar que se retira al advertir que Laura como Esteban bostezan. Pasa primero por el baño. Cuando sale, ambos duermen placidos sobre el sofá del living. No los molesta. Revisa un par de detalles y se marcha cerrando la puerta con sigilo. El barrio se encuentra en silencio. Mira su reloj; casi la una de la mañana: es miércoles. Camina hasta la esquina donde está el auto. Gira la llave, enciende el motor y emprende el camino con una íntima sensación de alivio. Tres pensamientos de vesania absoluta lo asedian. ¿Se despertarán? ¿Habrá cerrado bien puertas y ventanas? ¿Cuánto tardará en explotar el gas?
Pedro Acuña
Sobre el autor
Sobre el autor
Pedro Acuña. Nació
en 1962. Se crió en Mercedes, provincia de Buenos Aires y a los 17 años fue a
vivir a la Capital Federal. Es abogado, docente y trabaja en un banco. Le gusta
leer y en su adolescencia colaboró en un diario de su lugar de origen.
Participa en el taller literario que dicta Carlos Penelas. De Acuña ya habíamos publicado el cuento "Lucho", que puede leerlo acá.
CONVERSATION
El presidente
por César Aira
(Mansalva, Buenos Aires, 2019, 128 páginas)
Su prosa es segura y fluida: sus imágenes se deslizan sin estridencia, casi imperceptiblemente. Utiliza también un rico vocabulario, por momentos exquisito.
La historia –lo advierte la nouvelle– funciona a través del espíritu del cuento de hadas oriental insertado en un Buenos Aires actual casi fantasmal: “Pero en los hechos la realidad estaba toda agujereada, sus anfractuosidades eran innumerables, variables e impredecibles las profundidades de cada pozo.”
El presidente paulatinamente transita hacia el género fantástico y no desaprovecha dar un giro kafkiano a las descripciones: “…sabía mejor que nadie que todo interior contenía otro interior. Nunca se terminaba de entrar a ninguna parte.”
Hay pocos personajes, todos estrafalarios, empezando por el Presidente –vive en un precario y oculto cuarto de la Casa Rosada–, que todas las noches recorre las calles vacías y oscuras de la ciudad como si fuera un ciudadano común; su novia Xenia, que tiene un capacidad superior para resolver los problemas prácticos y atiende una tienda miserable propiedad del mandatario; la Rabina, que fue su amante y lo inició en la vida sexual, y el Pequeño Birrete, por el que sintió un gran cariño y que supuestamente murió, ya que también pudo ser un amigo imaginario propio de la infancia. En definitiva, es una fantasía que gira hacia un absurdo colmado de humor, que a ratos se torna sarcástico: “…pero antes quería terminar de leer el diario. De pronto le encontraba un interés absorbente a esas historias inventadas.”
Pese a su título, El presidente no es una nouvelle política, sino en cierto modo experimental, un anhelo de renovación literaria. En este ámbito logra introducir profundas reflexiones de todo tipo: “Hallarse en el mundo era la experiencia más terrible, la fragilidad inmensa del ser vivo lo condenaba al miedo, a la ignorancia de todo, y la boca, vuelta un hocico bestial, se le abría en un alarido de dolor.”
César Aira (Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires, 1949) es traductor, dramaturgo y escritor de ficción (tiene más de cien novelas cortas publicadas). Recibió Diplomas al Mérito de los Premios Konex a las Letras: en 1994 por Traducción y en 2004 por Novela. Fue galardonado con la Beca Guggenheim en 1996. Obtuvo en 2013 el Premio Trayectoria Artística del Fondo Nacional de las Artes en la categoría Letras. En 2014 recibió de Francia el Premio Roger Callois para autores latinoamericanos y de Chile el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2016.
Germán Cáceres
Este libro forma parte del catálogo de la Biblioteca. Siendo socio puede retirarlo para su lectura.
(Mansalva, Buenos Aires, 2019, 128 páginas)
Su prosa es segura y fluida: sus imágenes se deslizan sin estridencia, casi imperceptiblemente. Utiliza también un rico vocabulario, por momentos exquisito.
La historia –lo advierte la nouvelle– funciona a través del espíritu del cuento de hadas oriental insertado en un Buenos Aires actual casi fantasmal: “Pero en los hechos la realidad estaba toda agujereada, sus anfractuosidades eran innumerables, variables e impredecibles las profundidades de cada pozo.”
El presidente paulatinamente transita hacia el género fantástico y no desaprovecha dar un giro kafkiano a las descripciones: “…sabía mejor que nadie que todo interior contenía otro interior. Nunca se terminaba de entrar a ninguna parte.”
Hay pocos personajes, todos estrafalarios, empezando por el Presidente –vive en un precario y oculto cuarto de la Casa Rosada–, que todas las noches recorre las calles vacías y oscuras de la ciudad como si fuera un ciudadano común; su novia Xenia, que tiene un capacidad superior para resolver los problemas prácticos y atiende una tienda miserable propiedad del mandatario; la Rabina, que fue su amante y lo inició en la vida sexual, y el Pequeño Birrete, por el que sintió un gran cariño y que supuestamente murió, ya que también pudo ser un amigo imaginario propio de la infancia. En definitiva, es una fantasía que gira hacia un absurdo colmado de humor, que a ratos se torna sarcástico: “…pero antes quería terminar de leer el diario. De pronto le encontraba un interés absorbente a esas historias inventadas.”
Pese a su título, El presidente no es una nouvelle política, sino en cierto modo experimental, un anhelo de renovación literaria. En este ámbito logra introducir profundas reflexiones de todo tipo: “Hallarse en el mundo era la experiencia más terrible, la fragilidad inmensa del ser vivo lo condenaba al miedo, a la ignorancia de todo, y la boca, vuelta un hocico bestial, se le abría en un alarido de dolor.”
César Aira (Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires, 1949) es traductor, dramaturgo y escritor de ficción (tiene más de cien novelas cortas publicadas). Recibió Diplomas al Mérito de los Premios Konex a las Letras: en 1994 por Traducción y en 2004 por Novela. Fue galardonado con la Beca Guggenheim en 1996. Obtuvo en 2013 el Premio Trayectoria Artística del Fondo Nacional de las Artes en la categoría Letras. En 2014 recibió de Francia el Premio Roger Callois para autores latinoamericanos y de Chile el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2016.
Germán Cáceres
Este libro forma parte del catálogo de la Biblioteca. Siendo socio puede retirarlo para su lectura.
CONVERSATION
Una nueva teología
Dios no podía soportar su felicidad
cuando los oía reír juntos en el jardín.
Los sorprendió arrodillados en la inmundicia
(o peor), con jugo de granada
resbalándoles por la cara. Los descubrió
cortando un higo con fresca delicia
como si algo capital se les hubiera manifestado.
Me parece que todo - la serpiente, la manzana
con el conocimiento del bien y el mal - era un galimatías
porque Dios no podía consentir quedarse solo
con su creación mientras Adán y Eva se lo pasaban
tan bien como un hombre y una mujer juntos en el Paraíso,
igual que nosotros, amor, igual que nosotros.
Edward Hirsch
Lay Back the Darknes / Aligeren a la oscuridad, 2003
(Versión de Pedro Casas Serra)
CONVERSATION
Feliz día del Bibliotecario
Cada 13 de septiembre recordamos el “Día del Bibliotecario”, en recuerdo a la salida de la "Gazeta de Buenos Aires" del 13 de septiembre de 1810. Allí, Mariano Moreno fundaba la Biblioteca Nacional y nombraba a los primeros bibliotecarios del país.
En "La Gazeta" Mariano Moreno, Secretario de la Primera Junta de Gobierno de la Revolución de Mayo, escribía el artículo "Educación", donde informaba sobre la creación por la Junta de Mayo de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, hoy Biblioteca Nacional y de los nombramientos del Dr. Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez, quienes fueron los primeros bibliotecarios oficiales de la nueva era de la Independencia de la República.
Es por eso que en el Congreso de Bibliotecarios celebrado en 1942 en Santiago del Estero, se decidió instalar esta fecha como Día del Bibliotecario, que quedó instituida a nivel nacional en 1954.
En la foto recordamos la visita de la escritora española Almudena Grandes a nuestra Biblioteca, donde fue nombrada Socia Honoraria.
En la foto recordamos la visita de la escritora española Almudena Grandes a nuestra Biblioteca, donde fue nombrada Socia Honoraria.
CONVERSATION
Libro de fanzines
(Temperley, Tren en movimiento, 2018, 192 páginas)
En la «Introducción» Schmied aclara que el libro encara una “…búsqueda de producciones que ya se hayan interesado en el tema de la microedición a la vez que plantea el desafío por encontrar nuevos abordajes, e incitarlos, si es posible.”
En «Fragmentos de una historia de la microedición» se aclara que los “…textos acompañaron la muestra curada por Alejandro Bidegaray y Alejandro Schmied en el Centro Cultural Rojas de C.A.B.A. entre el 4 y el 28 de agosto de 2017”, de la cual se incluyen algunas imágenes de tapas y publicaciones. En ellos se destaca la existencia de nuevos activismos. Este movimiento de revistas subterráneas (revistas subte) fue importante en la época del Proceso por referirse en gran parte a una problemática vedada por la censura. Aquí se habla mucho de contracultura al proclamar de que “El fanzine es herramienta, vehículo, medio. También recurso estético, elección productiva. La autogestión como afirmación.” Debe aclararse que fanzine surge de la conjunción de dos vocablos ingleses: fan, admirador, fanático, y magazine, revista. Se trata de ediciones no profesionales realizadas con medios rudimentarios (fotocopias especialmente, por las cuales los fans estaban fascinados como medio de divulgación) y con escasa circulación dado su carácter no comercial.
A continuación figura la entrevista que en enero de 2013 Melina Dorfman y Alejandro Schmied le realizaron a «Patricia Pietrafesa», responsable del famoso fanzine Resistencia. Allí menciona que en su formación fue fundamental el libro de Juan Carlos Kreimer Punk, la muerte joven (1978). Pietrafesa se consideraba punk, movimiento musical sinónimo de resistencia, y por eso le puso ese nombre a su publicación. En uno de sus números aparece una nena que está saltando y comenta “quien dijo que no hay futuro si por cada policía muerto nacen mil niños”. Fue detenida por esta frase pero aclara que en ese momento no fue maltratada. Más adelante, declara que: “Sentíamos el poder de la libertad individual, el poder que da la realización, decir ´yo acá pongo lo que yo quiero cuando yo quiero´. Es re fuerte. Me di cuenta del poder que tenía.” Patricia Pietrafesa tocaba en un conjunto de rock, hacía festivales y le encantaban manifestar sus puntos de vista sobre libros y películas: de allí su fascinación por el fanzine como medio de comunicación y de expresión estética. Reivindica al punk como una cualidad que había surgido en todo el mundo, y que representaba “un montón de cambios y de ideas para poner en marcha.”
Rafael Aladjem, creador de «Homoxidal» en 2001, relata la evolución de ese fanzine, que empezó a enrolarse en la corriente queerpunk y cuestionando “cualquier esbozo de dogma en la órbita glttb, y el uso de la provocación y la introspección como ejercicio vital, anterior a cualquier definición o etiqueta”. Los fanzines, más allá de sus diferencias y propósitos pueden considerarse revulsivos y cuestionadores de todas las prácticas sociales.
«Los fanzines en la historieta argentina (1979-2014)», por Julián Blas Oubiña Castro y Roberto Barreiro, es un informe muy erudito, fruto de un titánico trabajo de investigación. Comienza con una queja porque los ensayistas entienden que no obstante haber tenido una presencia constante en la historieta argentina durante más de treinta años y su importancia “para cualquier estudioso que aprecie la cultura popular y, en especial, el noveno arte”, carecen de una reseña histórica. Además, señalan que no pocos cultores del género tienen un desprecio por esta manifestación de jóvenes que no son profesionales y carecen del andamiaje técnico necesario como para llevar a cabo una producción comercial de calidad. Se considera que el primer fanzine apareció en 1972 y se llamó Archivo de la historieta. Más allá de su edición rudimentaria (en papel entintado, con pocas páginas y escasos números fotocopiados) traían valiosa información sobre el medio y todo tipo de historietas, entre ellas no pocas “raras, extrañas, de un humor absurdo y de estilos poco convencionales”. Otros dos términos de la jerga que deben aclararse son el inglés fandom, que señala a un grupo de entusiastas de algún producto o acontecimiento. Otro es prozine: se trata de un fanzine con ambiciones de plasmar un producto de gran calidad artística. Entre los fanzines destaca Comiqueando lanzado en 1986, y centrado en la investigación, que cita continuamente los comic-books norteamericanos, que tuvieron tanta influencia en nuestro medio, sobre todo a través de los superhéroes. La figura descollante de esa publicación –que actualmente es virtual– es Andrés Accorsi. Los responsables de esta nota se preguntan si “…si en realidad los fanzines no han sido otra cosa que la punta de lanza de un proceso que ha trocado comercialidad por apertura estética”. Debe destacarse que varios colaboradores o directores de fanzines lograron incorporarse al profesionalismo como dibujantes, ilustradores y guionistas, tanto en el país como en el exterior. Ya en los noventa las posibilidades de los autores de fanzines eran prácticamente imposibles debido a las crisis económicas. “Así, el fanzine ya no fue una paso previo e inicial, sino que era la única posibilidad de publicar”. Sin embargo, en abril de 1994 se desató con Catzole, cuya tirada llegó a dos mil ejemplares, un nuevo torrente de fanzines. El Tripero, realizado por el taller de alumnos de Alberto Breccia luego de su fallecimiento, que sacó ocho números entre 1994 y 2003, se destacó por el “claroscuro, o sea, expresionismo de luces y sombras, con una tendencia ´feista´”. Falsa modestia publicó ocho números entre 1996 y 1999 en Mar del Plata. Fue un trampolín para la consagración de un artista como Gustavo Sala, cuyo humor absurdo está plagado de exabruptos cuestionadores. RAN (Robot Argentino Nipón), que entre 1993 y 1999 emitió dieciocho números, estuvo dedicado al manga y al animé. Mención aparte merece la revista Fierro que salió en setiembre de 1984 con pretensiones de renovación y ser reconocida por un público adulto. Traía el “Subtemento Óxido”, con una estética cercana al fanzine, parte de cuyo plantel de autores terminó colaborando en la misma Fierro. Esa década fue testigo del derrumbe de históricas revistas de historietas. Así Fierro en 1992, Skorpio en 1996 –tras una trayectoria de veintidós años–, y la poderosa Editorial Columba en 2001, que marca la desaparición de la historieta industrial: todas las editoriales del rubro habían cerrado o suspendido sus publicaciones. En estos años se produjo una revolución en el mundo adolescente con la historieta Cazador, en la que trabajaron Jorge Lucas, Sergio Ramirez, Ariel Olivetti y Renato Cascioli, que se transformó en revista, con un humor zarpado y audaz. Lápiz Japonés fue un proyecto autogestionado con afán experimental a cargo de profesionales prestigiosos que se inspiraron en la famosa revista Raw de Art Spiegelman. De Hacha, producto de una cooperativa, aparecieron seis números entre 1996 y 2000. Entre el 23 y el 25 de mayo de 1997 tuvo lugar el «Historietazo», acontecimiento a partir del cual, según Andrés Accorsi, se inicia el período que denominó Primavera de los fanzines, por el nacimiento de numerosas publicaciones independientes. Pero, lamentablemente, en 2003 salen por última vez productos de la escena independiente de esa década. Un evento importante para el mundo de los fanzines fue la organización en 2008 y 2009 del festival «Viñetas Sueltas».
Sobreviviendo aún está Rebrote (surgió alrededor de 2004), que tiene por ídolo al dibujante Lucho Olivera (1942-2006), cuya dirección integran, entre otros, Felipe Ávila (falleció en 2018) y Marcelo Bukavec. Remarcan Oubiña Castro y Barreiro que “hubo varios emprendimientos similares de artistas agrupados en blogs comunitarios”, pero que “debido a las tradiciones y costumbres (…) solo se ven legitimadas en el objeto, es decir, cuando son impresas en papel. Esta búsqueda de legitimización es la que promueve la continua aparición de fanzines.” Y agregan que la historieta dejó de ser popular y hoy es un arte para minorías y, por consiguiente, las ediciones son de muy bajas tiradas. Por consiguiente el fanzine comienza a mirar el circuito comercial como un igual. Como corolario de la nota sus autores reflexionan que la participación femenina –antes casi inexistente– enriqueció el género. Y razonan así: “Puede que la industria haya desaparecido o se haya reconvertido en un mercado pequeño y diversificado, tan segmentado que pocos artistas y editores pueden vivir de este; pero la historieta argentina, como arte y tradición, nutrida en buena medida por los fanzines y las revistas autoeditadas, ha demostrado aptitudes excepciones para su supervivencia, y las nuevas creaciones no tienen nada que envidiarles a las de antaño.”
Otro artículo es la entrevista realizada por Julián Blas Oubiña Castro a «Diego Arandojo», que además de guionista de historietas es periodista, escritor, dramaturgo y –con el seudónimo de Dearand– dibujante. Lafarium Cuatiquis (que significa algo así como «Habitación sin tiempo ni espacio») fue un fanzine que fundó en 1997 junto a su amigo periodista Maximiliano Ramos. Querían dar un espacio al género gótico en todas sus manifestaciones. A partir del 2000 se transformó en una website, es decir una revista digital en formato horizontal. Actualmente la publicación usa el lema “La mirada invisible del arte”, “con lo cual intento transmitir ese concepto de algo que no está ceñido o atrapado en un límite espaciotemporal.” En la actualidad Arandojo trabaja más como guionista de historietas que como dibujante, en razón de que ahora es autor de televisión y de teatro. Entre las entrevistas que realizó se destacan las de Edward Packard, creador del concepto de los libros «Elige tu propia aventura», y la de Makoto Uchida, creador de famosos videojuegos como Golden Axe y Altered Beast.
Carlos Abraham –que cuenta con una extensa obra sobre literatura de género, de la que se puede mencionar La editorial Tor: medio siglo de libros populares, 2012– escribió la nota «Los fanzines argentino de ciencia ficción y fantasía». Y comenta que Hugo Gernsback publicó en 1926 y en Estados Unidos la primera revista profesional del género: Amazing Stories. Y a partir de ese hecho se fue formando un numeroso fandom. En el artículo indica que la primera manifestación argentina fue la revista Más Allá (1953-1957), que publicó editorial Abril, y cuya sección de correo denominada “Proyectiles dirigidos” se erigió en “un hervidero de opiniones, polémicas y propuestas”. Después destaca la figura de Héctor Raúl Pessina (1937-2016), como el máximo cultor en el país del fanzine. En 1961 fundó el Club Argentino de Ficción Cientifica y en 1962 empezó la publicación de The Argentine Sciencie Fiction Review, que reunía textos en español y también en inglés para acceder a la amplia bibliografía anglosajona. La nota distingue entre hard science fiction –por la formación científica de sus creadores– y soft science fiction –por el enfoque humanista y social–. En 1975 se fundó el Club de Ciencia Ficción de Buenos Aires, que dio origen a un fanzine. El 1982 se organizó el importante Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía, que contó con una publicación propia denominada primero Boletín y luego CACyF Boletín. Otros famosos fanzines fueron Sinergia, Nuevomundo –dirigida por Daniel Crocci–, Cuasar y Gurbo. En 1989 apareció Axxón en formato electrónico, dedicada a todas las manifestaciones del género: su director principal fue Eduardo Carletti. Concluye Carlos Abraham afirmando que “aparecieron alrededor de sesenta fanzines argentinos de ciencia ficción a lo largo de una cantidad casi idéntica de años. (…) tales publicaciones no hubiesen existido sin un interés concreto por parte de los aficionados”. Y, asimismo sostiene que en el presente un aficionado al género no crea un fanzine, sino un blog o un grupo de Facebook.
Finaliza Libro de Fanzines con una entrevista realizada por Abraham a «Héctor Raúl Pessina» el 22 de mayo de 2004, en la cual éste habla de su deambular solitario por el género, pese a su perseverante fundación de fanzines. Cita la época que leía solamente revistas en inglés para estar al tanto de lo que se escribía últimamente en el mundo. Por el eso fue apodado “El alienígeno solitario” o “The lonely alien” dado que la mayoría de sus revistas las escribía en inglés. Participó de muchas convenciones internacionales de ciencia ficción y formó una muy rica amistad con Forrest Ackerman, del cual afirma que a pesar de haberse visto personalmente solo tres veces “es uno de mis mejores amigos”. (…) “la ciencia ficción me permitió conocer muchísima gente que, de otro modo, no habría conocido, hacer grandes amistades, pasar hermosos momentos, no sentirme solo”.
Germán Cáceres
En la «Introducción» Schmied aclara que el libro encara una “…búsqueda de producciones que ya se hayan interesado en el tema de la microedición a la vez que plantea el desafío por encontrar nuevos abordajes, e incitarlos, si es posible.”
En «Fragmentos de una historia de la microedición» se aclara que los “…textos acompañaron la muestra curada por Alejandro Bidegaray y Alejandro Schmied en el Centro Cultural Rojas de C.A.B.A. entre el 4 y el 28 de agosto de 2017”, de la cual se incluyen algunas imágenes de tapas y publicaciones. En ellos se destaca la existencia de nuevos activismos. Este movimiento de revistas subterráneas (revistas subte) fue importante en la época del Proceso por referirse en gran parte a una problemática vedada por la censura. Aquí se habla mucho de contracultura al proclamar de que “El fanzine es herramienta, vehículo, medio. También recurso estético, elección productiva. La autogestión como afirmación.” Debe aclararse que fanzine surge de la conjunción de dos vocablos ingleses: fan, admirador, fanático, y magazine, revista. Se trata de ediciones no profesionales realizadas con medios rudimentarios (fotocopias especialmente, por las cuales los fans estaban fascinados como medio de divulgación) y con escasa circulación dado su carácter no comercial.
A continuación figura la entrevista que en enero de 2013 Melina Dorfman y Alejandro Schmied le realizaron a «Patricia Pietrafesa», responsable del famoso fanzine Resistencia. Allí menciona que en su formación fue fundamental el libro de Juan Carlos Kreimer Punk, la muerte joven (1978). Pietrafesa se consideraba punk, movimiento musical sinónimo de resistencia, y por eso le puso ese nombre a su publicación. En uno de sus números aparece una nena que está saltando y comenta “quien dijo que no hay futuro si por cada policía muerto nacen mil niños”. Fue detenida por esta frase pero aclara que en ese momento no fue maltratada. Más adelante, declara que: “Sentíamos el poder de la libertad individual, el poder que da la realización, decir ´yo acá pongo lo que yo quiero cuando yo quiero´. Es re fuerte. Me di cuenta del poder que tenía.” Patricia Pietrafesa tocaba en un conjunto de rock, hacía festivales y le encantaban manifestar sus puntos de vista sobre libros y películas: de allí su fascinación por el fanzine como medio de comunicación y de expresión estética. Reivindica al punk como una cualidad que había surgido en todo el mundo, y que representaba “un montón de cambios y de ideas para poner en marcha.”
Rafael Aladjem, creador de «Homoxidal» en 2001, relata la evolución de ese fanzine, que empezó a enrolarse en la corriente queerpunk y cuestionando “cualquier esbozo de dogma en la órbita glttb, y el uso de la provocación y la introspección como ejercicio vital, anterior a cualquier definición o etiqueta”. Los fanzines, más allá de sus diferencias y propósitos pueden considerarse revulsivos y cuestionadores de todas las prácticas sociales.
«Los fanzines en la historieta argentina (1979-2014)», por Julián Blas Oubiña Castro y Roberto Barreiro, es un informe muy erudito, fruto de un titánico trabajo de investigación. Comienza con una queja porque los ensayistas entienden que no obstante haber tenido una presencia constante en la historieta argentina durante más de treinta años y su importancia “para cualquier estudioso que aprecie la cultura popular y, en especial, el noveno arte”, carecen de una reseña histórica. Además, señalan que no pocos cultores del género tienen un desprecio por esta manifestación de jóvenes que no son profesionales y carecen del andamiaje técnico necesario como para llevar a cabo una producción comercial de calidad. Se considera que el primer fanzine apareció en 1972 y se llamó Archivo de la historieta. Más allá de su edición rudimentaria (en papel entintado, con pocas páginas y escasos números fotocopiados) traían valiosa información sobre el medio y todo tipo de historietas, entre ellas no pocas “raras, extrañas, de un humor absurdo y de estilos poco convencionales”. Otros dos términos de la jerga que deben aclararse son el inglés fandom, que señala a un grupo de entusiastas de algún producto o acontecimiento. Otro es prozine: se trata de un fanzine con ambiciones de plasmar un producto de gran calidad artística. Entre los fanzines destaca Comiqueando lanzado en 1986, y centrado en la investigación, que cita continuamente los comic-books norteamericanos, que tuvieron tanta influencia en nuestro medio, sobre todo a través de los superhéroes. La figura descollante de esa publicación –que actualmente es virtual– es Andrés Accorsi. Los responsables de esta nota se preguntan si “…si en realidad los fanzines no han sido otra cosa que la punta de lanza de un proceso que ha trocado comercialidad por apertura estética”. Debe destacarse que varios colaboradores o directores de fanzines lograron incorporarse al profesionalismo como dibujantes, ilustradores y guionistas, tanto en el país como en el exterior. Ya en los noventa las posibilidades de los autores de fanzines eran prácticamente imposibles debido a las crisis económicas. “Así, el fanzine ya no fue una paso previo e inicial, sino que era la única posibilidad de publicar”. Sin embargo, en abril de 1994 se desató con Catzole, cuya tirada llegó a dos mil ejemplares, un nuevo torrente de fanzines. El Tripero, realizado por el taller de alumnos de Alberto Breccia luego de su fallecimiento, que sacó ocho números entre 1994 y 2003, se destacó por el “claroscuro, o sea, expresionismo de luces y sombras, con una tendencia ´feista´”. Falsa modestia publicó ocho números entre 1996 y 1999 en Mar del Plata. Fue un trampolín para la consagración de un artista como Gustavo Sala, cuyo humor absurdo está plagado de exabruptos cuestionadores. RAN (Robot Argentino Nipón), que entre 1993 y 1999 emitió dieciocho números, estuvo dedicado al manga y al animé. Mención aparte merece la revista Fierro que salió en setiembre de 1984 con pretensiones de renovación y ser reconocida por un público adulto. Traía el “Subtemento Óxido”, con una estética cercana al fanzine, parte de cuyo plantel de autores terminó colaborando en la misma Fierro. Esa década fue testigo del derrumbe de históricas revistas de historietas. Así Fierro en 1992, Skorpio en 1996 –tras una trayectoria de veintidós años–, y la poderosa Editorial Columba en 2001, que marca la desaparición de la historieta industrial: todas las editoriales del rubro habían cerrado o suspendido sus publicaciones. En estos años se produjo una revolución en el mundo adolescente con la historieta Cazador, en la que trabajaron Jorge Lucas, Sergio Ramirez, Ariel Olivetti y Renato Cascioli, que se transformó en revista, con un humor zarpado y audaz. Lápiz Japonés fue un proyecto autogestionado con afán experimental a cargo de profesionales prestigiosos que se inspiraron en la famosa revista Raw de Art Spiegelman. De Hacha, producto de una cooperativa, aparecieron seis números entre 1996 y 2000. Entre el 23 y el 25 de mayo de 1997 tuvo lugar el «Historietazo», acontecimiento a partir del cual, según Andrés Accorsi, se inicia el período que denominó Primavera de los fanzines, por el nacimiento de numerosas publicaciones independientes. Pero, lamentablemente, en 2003 salen por última vez productos de la escena independiente de esa década. Un evento importante para el mundo de los fanzines fue la organización en 2008 y 2009 del festival «Viñetas Sueltas».
Sobreviviendo aún está Rebrote (surgió alrededor de 2004), que tiene por ídolo al dibujante Lucho Olivera (1942-2006), cuya dirección integran, entre otros, Felipe Ávila (falleció en 2018) y Marcelo Bukavec. Remarcan Oubiña Castro y Barreiro que “hubo varios emprendimientos similares de artistas agrupados en blogs comunitarios”, pero que “debido a las tradiciones y costumbres (…) solo se ven legitimadas en el objeto, es decir, cuando son impresas en papel. Esta búsqueda de legitimización es la que promueve la continua aparición de fanzines.” Y agregan que la historieta dejó de ser popular y hoy es un arte para minorías y, por consiguiente, las ediciones son de muy bajas tiradas. Por consiguiente el fanzine comienza a mirar el circuito comercial como un igual. Como corolario de la nota sus autores reflexionan que la participación femenina –antes casi inexistente– enriqueció el género. Y razonan así: “Puede que la industria haya desaparecido o se haya reconvertido en un mercado pequeño y diversificado, tan segmentado que pocos artistas y editores pueden vivir de este; pero la historieta argentina, como arte y tradición, nutrida en buena medida por los fanzines y las revistas autoeditadas, ha demostrado aptitudes excepciones para su supervivencia, y las nuevas creaciones no tienen nada que envidiarles a las de antaño.”
Otro artículo es la entrevista realizada por Julián Blas Oubiña Castro a «Diego Arandojo», que además de guionista de historietas es periodista, escritor, dramaturgo y –con el seudónimo de Dearand– dibujante. Lafarium Cuatiquis (que significa algo así como «Habitación sin tiempo ni espacio») fue un fanzine que fundó en 1997 junto a su amigo periodista Maximiliano Ramos. Querían dar un espacio al género gótico en todas sus manifestaciones. A partir del 2000 se transformó en una website, es decir una revista digital en formato horizontal. Actualmente la publicación usa el lema “La mirada invisible del arte”, “con lo cual intento transmitir ese concepto de algo que no está ceñido o atrapado en un límite espaciotemporal.” En la actualidad Arandojo trabaja más como guionista de historietas que como dibujante, en razón de que ahora es autor de televisión y de teatro. Entre las entrevistas que realizó se destacan las de Edward Packard, creador del concepto de los libros «Elige tu propia aventura», y la de Makoto Uchida, creador de famosos videojuegos como Golden Axe y Altered Beast.
Carlos Abraham –que cuenta con una extensa obra sobre literatura de género, de la que se puede mencionar La editorial Tor: medio siglo de libros populares, 2012– escribió la nota «Los fanzines argentino de ciencia ficción y fantasía». Y comenta que Hugo Gernsback publicó en 1926 y en Estados Unidos la primera revista profesional del género: Amazing Stories. Y a partir de ese hecho se fue formando un numeroso fandom. En el artículo indica que la primera manifestación argentina fue la revista Más Allá (1953-1957), que publicó editorial Abril, y cuya sección de correo denominada “Proyectiles dirigidos” se erigió en “un hervidero de opiniones, polémicas y propuestas”. Después destaca la figura de Héctor Raúl Pessina (1937-2016), como el máximo cultor en el país del fanzine. En 1961 fundó el Club Argentino de Ficción Cientifica y en 1962 empezó la publicación de The Argentine Sciencie Fiction Review, que reunía textos en español y también en inglés para acceder a la amplia bibliografía anglosajona. La nota distingue entre hard science fiction –por la formación científica de sus creadores– y soft science fiction –por el enfoque humanista y social–. En 1975 se fundó el Club de Ciencia Ficción de Buenos Aires, que dio origen a un fanzine. El 1982 se organizó el importante Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía, que contó con una publicación propia denominada primero Boletín y luego CACyF Boletín. Otros famosos fanzines fueron Sinergia, Nuevomundo –dirigida por Daniel Crocci–, Cuasar y Gurbo. En 1989 apareció Axxón en formato electrónico, dedicada a todas las manifestaciones del género: su director principal fue Eduardo Carletti. Concluye Carlos Abraham afirmando que “aparecieron alrededor de sesenta fanzines argentinos de ciencia ficción a lo largo de una cantidad casi idéntica de años. (…) tales publicaciones no hubiesen existido sin un interés concreto por parte de los aficionados”. Y, asimismo sostiene que en el presente un aficionado al género no crea un fanzine, sino un blog o un grupo de Facebook.
Finaliza Libro de Fanzines con una entrevista realizada por Abraham a «Héctor Raúl Pessina» el 22 de mayo de 2004, en la cual éste habla de su deambular solitario por el género, pese a su perseverante fundación de fanzines. Cita la época que leía solamente revistas en inglés para estar al tanto de lo que se escribía últimamente en el mundo. Por el eso fue apodado “El alienígeno solitario” o “The lonely alien” dado que la mayoría de sus revistas las escribía en inglés. Participó de muchas convenciones internacionales de ciencia ficción y formó una muy rica amistad con Forrest Ackerman, del cual afirma que a pesar de haberse visto personalmente solo tres veces “es uno de mis mejores amigos”. (…) “la ciencia ficción me permitió conocer muchísima gente que, de otro modo, no habría conocido, hacer grandes amistades, pasar hermosos momentos, no sentirme solo”.
Germán Cáceres
CONVERSATION
Día del maestro
"Ahora les pido un favor. Levanten la mano: cuántos de ustedes han tenido un maestro en cualquier momento de su educación que los hizo sentir más felices y orgullosos de estar vivos de lo que alguna vez creyeron posible.
Por favor, digan en voz alta el nombre de ese maestro a la persona que está sentada o parada al lado suyo... Si esto no es bueno no sé qué pueda serlo."
Kurt Vonnegutt
Por favor, digan en voz alta el nombre de ese maestro a la persona que está sentada o parada al lado suyo... Si esto no es bueno no sé qué pueda serlo."
Kurt Vonnegutt
CONVERSATION
Borges por Jorge Drexler
«Yo» de Jorge Luis Borges por Jorge Drexler
Drexler, la música
Acá, el disco Frontera, que el uruguayo publicó en 1999.
Encontrá a los libros de Jorge Luis Borges en nuestro catálogo.
Drexler, la música
Acá, el disco Frontera, que el uruguayo publicó en 1999.
Encontrá a los libros de Jorge Luis Borges en nuestro catálogo.
CONVERSATION
¿Cuántas veces murió Fernando?
Ani y yo nos encontrábamos en el pasillo del departamento, mirando la habitación en la cual dormía Natalia. Cómo podría llegar a verse la habitación desde un pasillo, siendo que la puerta está más adelante, sólo lo explica que se trataba de un sueño.
Nos sentíamos asustados pues en esa habitación yacía, en una cama matrimonial, mi tío Fernando. Estaba muerto. La cabecera de la cama daba sobre la izquierda. Frente a la misma, perpendicularmente la cama en que dormía Natalia, como cruzando la anterior pero más alejada permitiendo el paso entre ambas, la primera matrimonial, la otra individual. Más adelante y al centro la puerta ventana que da al balcón mostrando la mañana, clara.
Me acerco con el miedo que produce la muerte aun cuando el muerto sea un ser querido. Veo el rostro de Fernando. Estaba tranquilo, tapado hasta el pecho por frazadas y sábanas bien dispuestas, su cabeza hacia un costado, sus ojos cerrados, barba de uno o dos días.
Nuestra preocupación era sacar a Natalia de esa habitación sin que se enterase que dormía al lado de un muerto, angustiándonos que se despertara.
Mis sueños siempre terminan cuando no sé de qué manera logro preguntarme o razonar o recordar que Fernando ya había muerto en 1975. No conoció a mi hija ni la casa donde vivo.
Mi querido tío Fernando era un trabajador orgulloso, peronista a carta cabal, convencido de su doctrina. De fuerte carácter, divertido; se lo distinguía en todas partes por su risa resonante y su pipa. Casi la antítesis de mi padre lo que explica que no se aguantaran. Vivía en su pequeño departamento de la calle Potosí con su esposa (hermana de mamá) y su madre, Adela Barco, sin hijos por lo cual adoptó, trató, a sus sobrinos como tales.
Se tomó su tiempo con los sobrinos y nos enseñó a jugar al póker, a las damas, al ajedrez; nos llevaba al cine a ver las películas de cowboy cada tarde de domingo, según la plata que tuviera y se encontrase con trabajo o desocupado. Por supuesto, siempre jugábamos sentados a la mesa del comedor.
Al llegar la noche de cada domingo, a las nueve, acomodaba el sillón frente al televisor, apagaba la luz del salón comedor y nos disponía para ver a Tato Bores, exigiendo silencio y riendo estentóreamente cada ocurrencia.
Adela Barco, su madre, ya nos había dado todas las cosas ricas que sabía hacer: buñuelos, tortas fritas y otras parecidas que como eran más chicas de tamaño les decía mentiritas. Mi tía Enriqueta el café con leche, el budín de nuez y las masitas azucaras que sabía hacer, por enseñanza de Adela, llamadas rosquitas españolas. ¡Cuánto placer!
Pero Adela, Mamadela, tenía también un carácter fuerte. Tanto como su apellido se atrevió a cruzar el Atlántico con su hombre o sin él, no recuerdo lo haya contado, desde España a las Américas y pasó a Chile, como actriz, junto a su madre llevando consigo a su único hijo, Fernando. También navegó el Pacífico desde Chile hasta Perú y cruzó otra vez la cordillera cuando el hijo quiso refrendar su nacionalidad argentina y se vino para hacer el servicio militar.
Adela, valenciana de nacimiento, madrileña por adopción, entendía al amor como pasión y esa pasión era Fernando aceptando entonces la tremenda pobreza de los años treinta, durmiendo en el tranvía de terminal a terminal, orgullosamente. Escudriñaba con atención el piso de las veredas por si encontraba una moneda y alegrándose si aparecía (en esos años de miseria en Buenos Aires fue muy común encontrar dinero en las calles generalmente cerca de los buzones del correo que eran vandalizados, y de los sobres de las cartas esparcidos algún billete brotaba).
Claro que el carácter de Adela no era el mejor que alguien podría esperar . Recuerdo que ninguno se llevaba bien del todo con ella (debo decir que tuve la inmensa suerte de ser su excepción), infundía respeto y pocos aguantaban su mirada firme, su espíritu peraltado.
También se peleaban mucho, Adela y Fernando. En el año que enfermó, finalmente falleció Mamadela, el hijo contrajo una rara enfermedad de tipo cancerígena que también lo llevó a la tumba nueve meses después en 1975.
Fue aquél año en que murió por primera vez, ciertamente, Fernando. Lo lloré como una verdadera injusticia, tan luego en ese momento en que había vuelto a ver a Perón en el gobierno, cuando podía vivir su matrimonio plenamente.
Creí que ya no iba a llorar a mi querido tío después de 1975. Pues no, en 1996 se murió Tato Bores y otra vez el sabor de las mentiritas, del budín de nuez, las rosquitas españolas, los juegos de ajedrez, damas y póker, las nueve de la noche a oscuras en el comedor del departamento de la calle Potosí frente al televisor. Mañana era lunes, los juegos se habían terminado.
Borges se cansó de manifestar su temor ante la inmortalidad, en cambio yo -que claramente nunca seré él - la compraría. No obstante, a esta altura de la vida creo recién entenderlo. Cómo sería la cosa sin los naipes, las rosquitas, las películas, es decir, los juegos.
Ahora este raro sueño, de nuevo, otra vez. Natalia es grande y tampoco juega conmigo. Aunque ella sigue jugando.
Ernesto Cháneton
Foto: Arthur Tress
Me acerco con el miedo que produce la muerte aun cuando el muerto sea un ser querido. Veo el rostro de Fernando. Estaba tranquilo, tapado hasta el pecho por frazadas y sábanas bien dispuestas, su cabeza hacia un costado, sus ojos cerrados, barba de uno o dos días.
Nuestra preocupación era sacar a Natalia de esa habitación sin que se enterase que dormía al lado de un muerto, angustiándonos que se despertara.
Mis sueños siempre terminan cuando no sé de qué manera logro preguntarme o razonar o recordar que Fernando ya había muerto en 1975. No conoció a mi hija ni la casa donde vivo.
Mi querido tío Fernando era un trabajador orgulloso, peronista a carta cabal, convencido de su doctrina. De fuerte carácter, divertido; se lo distinguía en todas partes por su risa resonante y su pipa. Casi la antítesis de mi padre lo que explica que no se aguantaran. Vivía en su pequeño departamento de la calle Potosí con su esposa (hermana de mamá) y su madre, Adela Barco, sin hijos por lo cual adoptó, trató, a sus sobrinos como tales.
Se tomó su tiempo con los sobrinos y nos enseñó a jugar al póker, a las damas, al ajedrez; nos llevaba al cine a ver las películas de cowboy cada tarde de domingo, según la plata que tuviera y se encontrase con trabajo o desocupado. Por supuesto, siempre jugábamos sentados a la mesa del comedor.
Al llegar la noche de cada domingo, a las nueve, acomodaba el sillón frente al televisor, apagaba la luz del salón comedor y nos disponía para ver a Tato Bores, exigiendo silencio y riendo estentóreamente cada ocurrencia.
Adela Barco, su madre, ya nos había dado todas las cosas ricas que sabía hacer: buñuelos, tortas fritas y otras parecidas que como eran más chicas de tamaño les decía mentiritas. Mi tía Enriqueta el café con leche, el budín de nuez y las masitas azucaras que sabía hacer, por enseñanza de Adela, llamadas rosquitas españolas. ¡Cuánto placer!
Pero Adela, Mamadela, tenía también un carácter fuerte. Tanto como su apellido se atrevió a cruzar el Atlántico con su hombre o sin él, no recuerdo lo haya contado, desde España a las Américas y pasó a Chile, como actriz, junto a su madre llevando consigo a su único hijo, Fernando. También navegó el Pacífico desde Chile hasta Perú y cruzó otra vez la cordillera cuando el hijo quiso refrendar su nacionalidad argentina y se vino para hacer el servicio militar.
Adela, valenciana de nacimiento, madrileña por adopción, entendía al amor como pasión y esa pasión era Fernando aceptando entonces la tremenda pobreza de los años treinta, durmiendo en el tranvía de terminal a terminal, orgullosamente. Escudriñaba con atención el piso de las veredas por si encontraba una moneda y alegrándose si aparecía (en esos años de miseria en Buenos Aires fue muy común encontrar dinero en las calles generalmente cerca de los buzones del correo que eran vandalizados, y de los sobres de las cartas esparcidos algún billete brotaba).
Claro que el carácter de Adela no era el mejor que alguien podría esperar . Recuerdo que ninguno se llevaba bien del todo con ella (debo decir que tuve la inmensa suerte de ser su excepción), infundía respeto y pocos aguantaban su mirada firme, su espíritu peraltado.
También se peleaban mucho, Adela y Fernando. En el año que enfermó, finalmente falleció Mamadela, el hijo contrajo una rara enfermedad de tipo cancerígena que también lo llevó a la tumba nueve meses después en 1975.
Fue aquél año en que murió por primera vez, ciertamente, Fernando. Lo lloré como una verdadera injusticia, tan luego en ese momento en que había vuelto a ver a Perón en el gobierno, cuando podía vivir su matrimonio plenamente.
Creí que ya no iba a llorar a mi querido tío después de 1975. Pues no, en 1996 se murió Tato Bores y otra vez el sabor de las mentiritas, del budín de nuez, las rosquitas españolas, los juegos de ajedrez, damas y póker, las nueve de la noche a oscuras en el comedor del departamento de la calle Potosí frente al televisor. Mañana era lunes, los juegos se habían terminado.
Borges se cansó de manifestar su temor ante la inmortalidad, en cambio yo -que claramente nunca seré él - la compraría. No obstante, a esta altura de la vida creo recién entenderlo. Cómo sería la cosa sin los naipes, las rosquitas, las películas, es decir, los juegos.
Ahora este raro sueño, de nuevo, otra vez. Natalia es grande y tampoco juega conmigo. Aunque ella sigue jugando.
Ernesto Cháneton
15 de agosto de 2020
Sobre el autor
Nacíó el 21 de mayo de 1950 en Buenos Aires, Argentina. Abogado recibido en 1978. Hasta 1994 se desempeñó como abogado del Correo Argentino, ingresando como asesor, luego en el año 1997, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en la materia de contratos administrativos y obra pública. Continuó con dicho asesoramiento desde 2000 y hasta 2004 en la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires. A partir de 2008 practica exclusivamente la abogacía de manera particular.
Siempre fue lector, amante de la música y escribió desde su adolescencia sin publicar. Recientemente, ingresó al Taller Literario del poeta Carlos Penelas a quien debo agradecerle paciencia, conocimiento y enseñanza. Y su notable amabilidad.
Sobre el autor
Nacíó el 21 de mayo de 1950 en Buenos Aires, Argentina. Abogado recibido en 1978. Hasta 1994 se desempeñó como abogado del Correo Argentino, ingresando como asesor, luego en el año 1997, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en la materia de contratos administrativos y obra pública. Continuó con dicho asesoramiento desde 2000 y hasta 2004 en la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires. A partir de 2008 practica exclusivamente la abogacía de manera particular.
Siempre fue lector, amante de la música y escribió desde su adolescencia sin publicar. Recientemente, ingresó al Taller Literario del poeta Carlos Penelas a quien debo agradecerle paciencia, conocimiento y enseñanza. Y su notable amabilidad.
CONVERSATION
El amor prevalece y la distancia no existe: 40 años sin Vinicius de Moraes
Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, 1913-1980) siempre escribió canciones, desde muy joven, pero lo hacía a escondidas. No quedaba bien que un joven poeta adorado por los académicos fuera compositor. "Era como si tuviera dos personalidades que se ocultaban mutuamente, una no le contaba a la otra que existía", comenta la actriz y cantante Mariana de Moraes, de 50 años, nieta del Poetinha que cantó sobre amor y añoranza como nadie. La primera composición la hizo a los 15 años, en 1928, pero "Loura ou morena" solo se musicalizó en 1932, gracias al compositor Haroldo Tapajós.
Ahora, para conmemorar el 40 aniversario de su muerte, Mariana rescata las historias que hay detrás de ésta y otras letras y poemas de su abuelo en un curso en línea de cuatro clases. El 25 de enero, aniversario de la ciudad de San Pablo, arrancaron los homenajes con un concierto en el que Mariana cantó el repertorio de Vinicius, que pretendía transformar en un álbum este año. Pero la pandemia de coronavirus ha retrasado sus planes.
A lo largo de casi 30 años de carrera, Mariana -hija del fotógrafo Pedro de Moraes y de la actriz Vera Barreto Leite- ha participado en varios proyectos sobre Vinicius en todo el mundo y, aunque no había grabado las canciones de su abuelo, siempre admiró su obra. "No porque sea su nieta, sino porque soy una fiel seguidora de João Gilberto, que fue el primer y mejor intérprete de Vinicius", dice. Mariana siempre mezcla poesía, historias y música en sus espectáculos. La oportunidad de preparar un curso sobre su abuelo, que comenzó esta semana, le dio la idea de llevar sus historias al escenario cuando termine la cuarentena. "Quiero contar sus historias, la historia de sus canciones y los valores éticos que transmitió a su familia, sobre cómo vivir la vida".
Una de estas historias trata sobre cómo el joven poeta consagrado, que recibió una beca de la Universidad de Oxford, conoció a quien quizás fue su mayor compañero: Tom Jobim. Vinicius había escrito la obra Orfeo de la Concepción y estaba removiendo cielo y tierra -pidiendo préstamos a amigos y endeudándose- para cumplir el sueño de escenificar la obra en el Teatro Municipal de Río de Janeiro. Mientras buscaba un compositor para el musical, conoció a Tom Jobim. Y el sueño se cumplió. La obra estuvo tres noches en cartel y pasó a la historia como la primera vez que 36 negros actuaron en el panteón de las artes escénicas brasileñas. Orfeo de la Concepción se convertiría en la película Orfeo negro (1959), dirigida por el francés Marcel Camus, que ganaría el Óscar a la mejor película extranjera y la Palma de Oro en Cannes.
"En algunos de sus textos, Vinicius revela cómo desarrolló esta idea de trasladar el mito griego de Orfeo a la favela de Río y de que no fuera un héroe helénico que toca la lira, sino un hombre negro que toca la guitarra", dice Mariana, que destaca la admiración de Vinicius por toda la cultura africana y afrobrasileña.
No es extraño, entonces, que dedique una de las clases de su curso a las afrosambas que Vinicius compuso con su amigo Baden Powell. "Una de las grandes banderas de su vida fue demostrar que el arte popular no es menor que el arte erudito o académico y atreverse a unir ambos. Su trayectoria muestra cómo esa poesía erudita caló en el artista popular e hizo que la música en Brasil adquiriera una dimensión que no había tenido nunca antes", dice Mariana.
De esta fusión surgió la bossa nova y su santísima trinidad: Vinicius, Tom y João Gilberto. "Estas y otras amistades son un capítulo muy importante en su vida. Todos hablan de las nueve mujeres que tuvo, pero, de hecho, lo que más cultivó fueron amigos, de todas las áreas", afirma su nieta. Desde Pablo Neruda hasta el pintor Carybé, pasando por el poeta Manuel Bandeira, el escritor Rubem Braga, el maestro Pixinguinha, hasta Carmen Miranda y el cineasta Orson Welles, a quien conoció en Los Ángeles, el primer destino de Vinicius de Moraes como agregado cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Mariana convivió más con su abuelo cuando dejó su carrera diplomática, que ejerció entre 1943 y 1968. Vinicius murió cuando ella tenía 11 años, el 9 de julio de 1980. "Cuatro años antes, me fui a vivir al exilio, a Francia, con mis padres. Justo en esa época, la dictadura militar lo había expulsado del Ministerio y era libre para ser un artista. Fue su fase de estrella del pop", recuerda, refiriéndose a los conciertos que Vinicius comenzó a hacer en el extranjero. "Siempre me llevaba a los conciertos que hacía en París y, al menos tres veces al año, era la única persona de la familia que veía. El recuerdo que tengo es de un abuelo muy amoroso".
Mariana, que fue afinada desde pequeña, era la niña de los ojos del poeta. "Estaba muy orgulloso de mí porque cantaba y era una niña afinada que se sabía todas las canciones de João Gilberto", se ríe, recordando con cariño cuando Vinicius le regaló un grabador para que pudiera practicar. Mariana habla con igual afecto de su tía, Susana de Moraes, la primogénita de Vinicius. "Ella hizo por mí lo que él habría hecho, fue una gran amiga y consejera". Fue su tía quien le aconsejó que no cantara el repertorio de su abuelo hasta que su carrera estuviera consolidada. "Ella decía que primero tenía que hacerme un lugar y ser reconocida por mi propia voz", cuenta Mariana sobre su tía, para quien Vinicius compuso "Valsa de Eurídice" en su cumpleaños de quince, mucho antes de presentarse oficialmente como compositor.
Mariana señala que la figura de Vinicius de Moraes, así como su obra, es atemporal, a pesar de que, según ella, actualmente no está "de moda" en Brasil. "Los artistas de este país están abandonados. La música popular brasileña está abandonada. Es muy triste, porque la música popular le dio a Brasil una identidad, igual que el fútbol en el deporte. Desde Cartola a [Heitor] Villa-Lobos", lamenta, y critica la falta de política cultural del gobierno de Jair Bolsonaro.
La artista cree que, si estuviera vivo, su abuelo se posicionaría "con su pragmatismo amoroso" en contra de esta realidad. "Fue importante para la carrera de prácticamente todos los que hoy hacen música popular brasileña. Estoy segura de que, si estuviera aquí, utilizaría su privilegio para ponerse políticamente en contra del actual panorama sociopolítico del país, del fascismo, del racismo, de la ignorancia", dice, y luego añade, con nostalgia: "¡Cómo me gustaría haberme emborrachado con mi abuelo!".
Pero, incluso en una realidad menos romántica que las canciones del Poetinha, Mariana también encuentra paralelos y vislumbres de esperanza al recordar a su abuelo. "El otro día encontré un texto suyo sobre la Segunda Guerra Mundial, en el que habla sobre el dolor de ese momento e incluso utiliza la palabra cuarentena para referirse a la situación de los familiares de los soldados que fueron a la guerra. Fue un momento difícil, pero ya pasó". Como escribió en "Chega de saudade", Vinicius de Moraes nos recuerda que el amor prevalece y que "la distancia no existe".
Vinicius de Moraes junto a su nieta Mariana: "mi abuelo me adoraba porque me sabía todas las canciones de Gilberto" Crédito: viniciusdemoraes.com.br
Joana Oliveira
Ahora, para conmemorar el 40 aniversario de su muerte, Mariana rescata las historias que hay detrás de ésta y otras letras y poemas de su abuelo en un curso en línea de cuatro clases. El 25 de enero, aniversario de la ciudad de San Pablo, arrancaron los homenajes con un concierto en el que Mariana cantó el repertorio de Vinicius, que pretendía transformar en un álbum este año. Pero la pandemia de coronavirus ha retrasado sus planes.
A lo largo de casi 30 años de carrera, Mariana -hija del fotógrafo Pedro de Moraes y de la actriz Vera Barreto Leite- ha participado en varios proyectos sobre Vinicius en todo el mundo y, aunque no había grabado las canciones de su abuelo, siempre admiró su obra. "No porque sea su nieta, sino porque soy una fiel seguidora de João Gilberto, que fue el primer y mejor intérprete de Vinicius", dice. Mariana siempre mezcla poesía, historias y música en sus espectáculos. La oportunidad de preparar un curso sobre su abuelo, que comenzó esta semana, le dio la idea de llevar sus historias al escenario cuando termine la cuarentena. "Quiero contar sus historias, la historia de sus canciones y los valores éticos que transmitió a su familia, sobre cómo vivir la vida".
Una de estas historias trata sobre cómo el joven poeta consagrado, que recibió una beca de la Universidad de Oxford, conoció a quien quizás fue su mayor compañero: Tom Jobim. Vinicius había escrito la obra Orfeo de la Concepción y estaba removiendo cielo y tierra -pidiendo préstamos a amigos y endeudándose- para cumplir el sueño de escenificar la obra en el Teatro Municipal de Río de Janeiro. Mientras buscaba un compositor para el musical, conoció a Tom Jobim. Y el sueño se cumplió. La obra estuvo tres noches en cartel y pasó a la historia como la primera vez que 36 negros actuaron en el panteón de las artes escénicas brasileñas. Orfeo de la Concepción se convertiría en la película Orfeo negro (1959), dirigida por el francés Marcel Camus, que ganaría el Óscar a la mejor película extranjera y la Palma de Oro en Cannes.
"En algunos de sus textos, Vinicius revela cómo desarrolló esta idea de trasladar el mito griego de Orfeo a la favela de Río y de que no fuera un héroe helénico que toca la lira, sino un hombre negro que toca la guitarra", dice Mariana, que destaca la admiración de Vinicius por toda la cultura africana y afrobrasileña.
No es extraño, entonces, que dedique una de las clases de su curso a las afrosambas que Vinicius compuso con su amigo Baden Powell. "Una de las grandes banderas de su vida fue demostrar que el arte popular no es menor que el arte erudito o académico y atreverse a unir ambos. Su trayectoria muestra cómo esa poesía erudita caló en el artista popular e hizo que la música en Brasil adquiriera una dimensión que no había tenido nunca antes", dice Mariana.
De esta fusión surgió la bossa nova y su santísima trinidad: Vinicius, Tom y João Gilberto. "Estas y otras amistades son un capítulo muy importante en su vida. Todos hablan de las nueve mujeres que tuvo, pero, de hecho, lo que más cultivó fueron amigos, de todas las áreas", afirma su nieta. Desde Pablo Neruda hasta el pintor Carybé, pasando por el poeta Manuel Bandeira, el escritor Rubem Braga, el maestro Pixinguinha, hasta Carmen Miranda y el cineasta Orson Welles, a quien conoció en Los Ángeles, el primer destino de Vinicius de Moraes como agregado cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Mariana convivió más con su abuelo cuando dejó su carrera diplomática, que ejerció entre 1943 y 1968. Vinicius murió cuando ella tenía 11 años, el 9 de julio de 1980. "Cuatro años antes, me fui a vivir al exilio, a Francia, con mis padres. Justo en esa época, la dictadura militar lo había expulsado del Ministerio y era libre para ser un artista. Fue su fase de estrella del pop", recuerda, refiriéndose a los conciertos que Vinicius comenzó a hacer en el extranjero. "Siempre me llevaba a los conciertos que hacía en París y, al menos tres veces al año, era la única persona de la familia que veía. El recuerdo que tengo es de un abuelo muy amoroso".
Mariana, que fue afinada desde pequeña, era la niña de los ojos del poeta. "Estaba muy orgulloso de mí porque cantaba y era una niña afinada que se sabía todas las canciones de João Gilberto", se ríe, recordando con cariño cuando Vinicius le regaló un grabador para que pudiera practicar. Mariana habla con igual afecto de su tía, Susana de Moraes, la primogénita de Vinicius. "Ella hizo por mí lo que él habría hecho, fue una gran amiga y consejera". Fue su tía quien le aconsejó que no cantara el repertorio de su abuelo hasta que su carrera estuviera consolidada. "Ella decía que primero tenía que hacerme un lugar y ser reconocida por mi propia voz", cuenta Mariana sobre su tía, para quien Vinicius compuso "Valsa de Eurídice" en su cumpleaños de quince, mucho antes de presentarse oficialmente como compositor.
Mariana señala que la figura de Vinicius de Moraes, así como su obra, es atemporal, a pesar de que, según ella, actualmente no está "de moda" en Brasil. "Los artistas de este país están abandonados. La música popular brasileña está abandonada. Es muy triste, porque la música popular le dio a Brasil una identidad, igual que el fútbol en el deporte. Desde Cartola a [Heitor] Villa-Lobos", lamenta, y critica la falta de política cultural del gobierno de Jair Bolsonaro.
La artista cree que, si estuviera vivo, su abuelo se posicionaría "con su pragmatismo amoroso" en contra de esta realidad. "Fue importante para la carrera de prácticamente todos los que hoy hacen música popular brasileña. Estoy segura de que, si estuviera aquí, utilizaría su privilegio para ponerse políticamente en contra del actual panorama sociopolítico del país, del fascismo, del racismo, de la ignorancia", dice, y luego añade, con nostalgia: "¡Cómo me gustaría haberme emborrachado con mi abuelo!".
Pero, incluso en una realidad menos romántica que las canciones del Poetinha, Mariana también encuentra paralelos y vislumbres de esperanza al recordar a su abuelo. "El otro día encontré un texto suyo sobre la Segunda Guerra Mundial, en el que habla sobre el dolor de ese momento e incluso utiliza la palabra cuarentena para referirse a la situación de los familiares de los soldados que fueron a la guerra. Fue un momento difícil, pero ya pasó". Como escribió en "Chega de saudade", Vinicius de Moraes nos recuerda que el amor prevalece y que "la distancia no existe".
Vinicius de Moraes junto a su nieta Mariana: "mi abuelo me adoraba porque me sabía todas las canciones de Gilberto" Crédito: viniciusdemoraes.com.br
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