El umbral de la noche
de Stephen King
(Sudamericana, Buenos Aires, 2019, 424 páginas)
Los relatos incluidos en este libro fueron publicados originalmente en inglés durante el período 1976/1978.
Comienza con una brillante introducción del célebre autor de novelas policiales John D. MacDonald, que entiende que “Dos de los géneros literarios más difíciles son el humorístico y el sobrenatural. Cuando son tratados por incompetentes, el humor resulta lúgubre y lo macabro produce risa.” A su vez, en el prefacio Stephen King advierte que “En los cuentos que siguen usted encontrará toda clase de criaturas nocturnas: vampiros, amantes demoníacos, algo que habita en un armario, otros múltiples terrores. (…) Y el gran atractivo de la ficción de horror, a través de los tiempos, consiste en que sirve de ensayo para nuestras propias muertes. (…) Durante toda mi vida de escritor me he mantenido fiel a la idea de que, en la ficción, el mérito del argumento tiene prioridad sobre todas las otras facetas del oficio de escritor: ni la descripción de los personajes, ni el tema, ni la atmósfera valen nada si el argumento es aburrido.”
Los veinte relatos incluidos en esta antología exhiben una magnífica prosa, que puede disfrutarse a través de la excelente traducción de Gregorio Vlastelica y Eduardo Goligorsky, que demuestran profesionalidad y oficio. La calidad literaria de King logra superar con soltura el deja vu y los lugares comunes temáticos que aparecen a lo largo de El umbral de la noche. Su escritura es filosa, plena de alusiones, elipsis y párrafos cortos que parecen querer atropellarse por su vigor y celeridad. En algunos tramos aparecen imágenes realmente brillantes: “Esta sola palabra estimuló una polvorienta reacción en cadena de recuerdos y emociones, tan asombrosa como el reflejo pavloviano que puede ponerse en marcha al escuchar un viejo disco en la radio”/ “Nos mirábamos los unos a los otros en el intento de descifrar las tinieblas que se ocultaban detrás de cada semblante”.
Dentro de los múltiples terrores que enunció el narrador están las casas embrujadas y las ratas. Los malos olores aparecen en varios de los textos («Los misterios del gusano», «El último turno» y «Materia gris»), reivindicando el asco que dominaba la estética del filme El exorcista, 1973, de William Friedkin.
Uno de los mejores relatos es «Soy la puerta» por el intenso suspenso, la creativa originalidad y su ambientación cercana a la ciencia ficción. También King ofrece un cuento muy especial dentro de su temática: es bello y a la vez trágico, tierno y humano: «El último peldaño de la escalera».
Otras de sus particularidades son los relatos sobre máquinas animadas con capacidad para moverse y sobre todo matar, pudiendo ser, como en «La trituradora» –cuyo protagonista las califica de poseídas– tanto una heladera como una máquina de planchar ultraveloz. No son robots humanoides pero se les parecen. King se explaya en comentarios sobre demonología –incluidos los exorcismos–, materia en la que demuestra poseer una riquísima versación. “Nadie quiere creer este tipo de cosas, y sin embargo hay fenómenos muy extraños en el mundo”, dice un personaje. De esos aparatos malditos tratan «Campo de batalla», «El hombre de la cortadora de césped» y principalmente «Camiones», en la que se basó la película Maximum Overdrive (1986), que el mismo dirigió.
En «La cornisa», la descripción del peligroso desplazamiento del protagonista por el angosto borde de un departamento situado en el piso cuarenta y tres de un edificio es una increíble proeza narrativa.
Stephen King (Portland, Maine, 1947) ha publicado más de cincuenta libros y vendido una cifra que supera los 350 millones de ejemplares. Numerosas novelas suyas fueron llevadas al cine y a la televisión. Si bien un pequeño círculo académico lo considera un escritor comercial, a partir de la década de 1990 su obra literaria ha recibido innumerables elogios, y muchas de las películas basadas en sus textos han obtenido prestigiosas distinciones. King, por su parte es un escritor multipremiado: recibió el Bram Stoker en trece oportunidades y en 2015 fue distinguido con la Medalla Nacional de las Artes y Humanidades de Estados Unidos.
Germán Cáceres
(Sudamericana, Buenos Aires, 2019, 424 páginas)
Los relatos incluidos en este libro fueron publicados originalmente en inglés durante el período 1976/1978.
Comienza con una brillante introducción del célebre autor de novelas policiales John D. MacDonald, que entiende que “Dos de los géneros literarios más difíciles son el humorístico y el sobrenatural. Cuando son tratados por incompetentes, el humor resulta lúgubre y lo macabro produce risa.” A su vez, en el prefacio Stephen King advierte que “En los cuentos que siguen usted encontrará toda clase de criaturas nocturnas: vampiros, amantes demoníacos, algo que habita en un armario, otros múltiples terrores. (…) Y el gran atractivo de la ficción de horror, a través de los tiempos, consiste en que sirve de ensayo para nuestras propias muertes. (…) Durante toda mi vida de escritor me he mantenido fiel a la idea de que, en la ficción, el mérito del argumento tiene prioridad sobre todas las otras facetas del oficio de escritor: ni la descripción de los personajes, ni el tema, ni la atmósfera valen nada si el argumento es aburrido.”
Los veinte relatos incluidos en esta antología exhiben una magnífica prosa, que puede disfrutarse a través de la excelente traducción de Gregorio Vlastelica y Eduardo Goligorsky, que demuestran profesionalidad y oficio. La calidad literaria de King logra superar con soltura el deja vu y los lugares comunes temáticos que aparecen a lo largo de El umbral de la noche. Su escritura es filosa, plena de alusiones, elipsis y párrafos cortos que parecen querer atropellarse por su vigor y celeridad. En algunos tramos aparecen imágenes realmente brillantes: “Esta sola palabra estimuló una polvorienta reacción en cadena de recuerdos y emociones, tan asombrosa como el reflejo pavloviano que puede ponerse en marcha al escuchar un viejo disco en la radio”/ “Nos mirábamos los unos a los otros en el intento de descifrar las tinieblas que se ocultaban detrás de cada semblante”.
Dentro de los múltiples terrores que enunció el narrador están las casas embrujadas y las ratas. Los malos olores aparecen en varios de los textos («Los misterios del gusano», «El último turno» y «Materia gris»), reivindicando el asco que dominaba la estética del filme El exorcista, 1973, de William Friedkin.
Uno de los mejores relatos es «Soy la puerta» por el intenso suspenso, la creativa originalidad y su ambientación cercana a la ciencia ficción. También King ofrece un cuento muy especial dentro de su temática: es bello y a la vez trágico, tierno y humano: «El último peldaño de la escalera».
Otras de sus particularidades son los relatos sobre máquinas animadas con capacidad para moverse y sobre todo matar, pudiendo ser, como en «La trituradora» –cuyo protagonista las califica de poseídas– tanto una heladera como una máquina de planchar ultraveloz. No son robots humanoides pero se les parecen. King se explaya en comentarios sobre demonología –incluidos los exorcismos–, materia en la que demuestra poseer una riquísima versación. “Nadie quiere creer este tipo de cosas, y sin embargo hay fenómenos muy extraños en el mundo”, dice un personaje. De esos aparatos malditos tratan «Campo de batalla», «El hombre de la cortadora de césped» y principalmente «Camiones», en la que se basó la película Maximum Overdrive (1986), que el mismo dirigió.
En «La cornisa», la descripción del peligroso desplazamiento del protagonista por el angosto borde de un departamento situado en el piso cuarenta y tres de un edificio es una increíble proeza narrativa.
Stephen King (Portland, Maine, 1947) ha publicado más de cincuenta libros y vendido una cifra que supera los 350 millones de ejemplares. Numerosas novelas suyas fueron llevadas al cine y a la televisión. Si bien un pequeño círculo académico lo considera un escritor comercial, a partir de la década de 1990 su obra literaria ha recibido innumerables elogios, y muchas de las películas basadas en sus textos han obtenido prestigiosas distinciones. King, por su parte es un escritor multipremiado: recibió el Bram Stoker en trece oportunidades y en 2015 fue distinguido con la Medalla Nacional de las Artes y Humanidades de Estados Unidos.
Germán Cáceres
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