de Richard Yates
(Fiordo, Buenos Aires, 2018, 296 páginas)
Richard Yates (nació en Nueva York en 1926 y falleció en Alabama en 1992) no goza de la fama que se merece, salvo por el dramaturgo y cineasta David Hare, que proclamó: “…es, junto a Scott Fitzgerald y Hemingway, uno de los tres indiscutibles grandes novelistas norteamericanos del siglo XX.” En nuestro país solo se han traducido esta colección de cuentos y la anterior: Once tipos de soledad. Trabajó como redactor publicitario y guionista, fue autor de siete novelas y escribió discursos para Robert Kennedy. Dio clases de escritura en importantes universidades de Estados Unidos.
El libro consta de siete cuentos largos que fueron impecablemente traducidos por el escritor español Andrés Barba.
Con una prosa sencilla y serena, Yates describe en ellos con precisión los interiores de casas y departamentos. En todos los relatos prima una extrema frustración por parte de los personajes, y el autor demuestra poseer una gran comprensión de la psicología humana. Algunos, como «Una chica natural», son conmovedores. Y el primero de la antología, “José, estoy tan cansada», es tan tierno y sensible que invita a continuar leyendo los siguientes.
Los diálogos son un hallazgo superlativo, propios del habla cotidiana. Pero por sus contenidos ofensivos sería un hecho que a los seres humanos les cuesta llevarse bien, solo les queda discutir y agredirse cruelmente: “Parecía que nuestras vidas se habían convertido en un amasijo de nervios destrozados y heridas en carne viva”, dice el protagonista narrador de «Saludos en casa». Todos son individuos dubitativos y cambian continuamente de conducta: no asumen sus decisiones con convicción.
«Mentirosos enamorados», que da título a la antología, señala que la gente miente al conversar, o sea que solo sabría comunicarse mediante la simulación. Tal vez también con esa conducta intente engañarse a sí misma para acceder a una ilusión de felicidad.
El cuento que desliza cierto optimismo, dado que el protagonista, más allá de sus severos conflictos, se encamina a una mínima tranquilidad interior, es «Licencia por motivos familiares». Sucede que no obstante ser torpe para relacionarse, de alguna manera ellos aspira a amar y ser amado. Lo mismo sucede con el citado «Saludos en casa», en donde el narrador se anima a “…hacerme cargo de mi propia vida”.
Prácticamente al comienzo del último relato, «Adiós a Sally», se comenta que el escritor Jack Fields –un posible alter ego de Yates– “…tal vez era incapaz de encontrar en este mundo espacio y luz, tal vez su naturaleza iba a buscar siempre la oscuridad, el encierro, la decadencia.” Un tema importante de este cuento, que también recorre los otros seis, es el del alcoholismo, un refugio para la melancolía, como si el amor fuera una meta imposible.
Germán Cáceres
El libro forma parte del catálogo de la Biblioteca. Siendo sociopuede retirarlo para su lectura.
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