de Alejandro Aguado
(La Duendes editora, Comodoro Rivadavia, 88 páginas)
El libro lleva como subtítulo «Crónicas ilustradas del territorio desconocido», que resume magistralmente su contenido. En la «Introducción» añade: “…habla desde miradas que podrían ser emparentadas con la antropología, la etnología, la historia, la geografía, la arqueología y la geología.”
Es texto es muy emotivo y, entre otros recuerdos, relata los viajes que hacía de niño junto a sus padres por la Patagonia y rescata la historia de poblaciones olvidadas. Su prosa es segura, no intenta lucirse sino informar con precisión y claridad. Exhibe un vocabulario amplio y ajustado sobre las características de la zona. Varias veces realiza una sugerencia diáfana y profunda:”Un paisaje inalterado desde hace miles de años y el rastro de antiguas presencias humanas, nos hicieron concluir que no hace falta una máquina para viajar por el tiempo”. / “Como varios de los cerros del centro sur de Chubut, se originó 340 millones de de años atrás en el continente conocido como Pangea”.
Aguado no solo escribió las crónicas: también el material fotográfico y los dibujos sobre este panorama telúrico son suyos. Las fotos resultan valiosas porque registran paisajes, edificaciones, manifestaciones del arte rupestre y cementerios indígenas que la mayoría de los lectores, incluso los patagónicos, desconocen. Las ilustraciones poseen un registro realista a veces entrelazado con rasgos de humor gráfico; en ellas prevalece el negro con zonas y detalles en blanco que transmiten un contraste no exento de armonía. En «El último viaje a Cañadón Lagarto», una estampa de bellísima factura muestra un sector del pueblo –prácticamente desaparecido– con vecinos, autos de principios del siglo XX, carretas, caballos y una locomotora. Además, en sus comentarios demuestra poseer una enorme sensibilidad hacia los animales.
A lo largo del libro interviene una visión fantástica de la realidad porque refiere, por ejemplo, que se vieron aparatos con luces que podrían ser helicópteros militares u ovnis. Hay varias historias de duendes, espectros, gauchos fantasmas, la célebre Luz Mala y demonios, muy propias de la Patagonia. Así, señala que “Llevaba años conociendo tehuelches y había aprendido a aceptar que existen prácticas y ritos que conectan con lo esencial. Un entendimiento que en la culturas occidental se extravió en alguna etapa…” Y también tiene la certeza de que el pasado nutre la realidad contemporánea.
Un encuentro con el escritor y guionista de historietas Guillermo Saccomanno no podía dejar de derivar en una charla sobre el género, ya que Aguado es un dibujante reconocido y responsable de un blog y una página acerca del arte de los globos y los cuadritos y también es director de la editorial La Duendes-Historieta Patagónica.
El autor puede definirse como un explorador, un viajero incansable, un émulo patagónico de los famosos Stanley y Livingston.
Patagonia/Tierra adentro se completa con una extensa «Bibliografía general».
Alejandro Aguado (Comodoro Rivadavia, 1972) fue nombrado “Vecino destacado” de su ciudad natal y “Socio Honorario Nº 1” de la Sociedad de Historia y Geografía de Aysen, Chile. Expuso en muestras individuales y colectivas en Argentina, Ecuador, Colombia, Brasil, España y Alemania. Obtuvo el 1er. Premio en el rubro historieta en la Primera Bienal de Arte Joven de la Patagonia. Participó en el libro Malvinas. El sur, el mar, el frío, que obtuvo el primer premio en los Premios Nacionales Banda Dibujada 2017. Su obra fue difundida a través de entrevistas y notas en medios regionales, nacionales y extranjeros.
Germán Cáceres
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