El kiosco
Pablo Gonzalo Pérez ha encarado como guionista y director una película que no ambiciona ser una obra de arte. Sin embargo, con su actitud humilde y proclive a la sencillez. logra junto a todo el equipo un filme sumamente disfrutable y sobre todo humano.
¿Qué argentino no ha soñado con tener un pequeño negocio y así independizarse de la opresión asfixiante de trabajar en una oficina, frustración que tan magistralmente describió Roberto Mariani en sus Cuentos de la oficina? Y también cuántos dolores de cabeza y desengaños aplastantes sufrieron aquellos que fracasaron en ese proyecto.
Mariano (un notable y versátil Pablo Echarri) idealiza el kiosco de su barrio, ese lugar que fue una suerte de palacio de la felicidad en su niñez. Aprovecha la oportunidad de un retiro voluntario para comprar con la indemnización ese kiosco, cuyo dueño, Don Irriaga (Mario Alarcón, siempre magnífico), ha puesto en venta. Su esposa Ana (la dúctil Sandra Criolani) lo apoya pese a sus reticencias y el temor de no poder levantar las deudas.
La parte de comicidad, con la que se engancha el público, está a cargo de la suegra gruñona de Mariano (Georgina Barbarossa, que da un ejemplo de actuación) y Charly (Roly Serrano, deslumbrante en su composición), un amigo que además de ser dueño de una pizzería, en sus ratos libres oficia de curandero. Se destaca la solvencia del resto del elenco.
El filme ensalza los valores éticos, porque Mariano, aún acorralado por las deudas y los contratiempos, actúa con dignidad, sin tratar de engañar ni defraudar a nadie. Pero está también la solidaridad, representada especialmente por Charly –ese gran amigazo que casi todo argentino tiene– y asumida tanto por la sufriente esposa como por la belicosa suegra. Además, refleja con convicción la vida cotidiana en un barrio cercano a Buenos Aires.
En cuanto a la parte técnica sobresale el montaje ejemplar de Guille Gatti y Pablo G. Pérez. Virtuosa la fotografía de Emiliano Penelas, que descuella en las escenas nocturnas y en los matices de luces y sombras que ofrecen los primeros y primerísimos planos de los personajes. Los otros integrantes del equipo demuestran solidez en sus respectivos oficios.
El gran Alfred Hitchcock decía que no buscaba con sus temática oscura un mensaje metafísico, solo se proponía entretener. Quien vaya a ver El Kiosco pasará un buen momento y, además, se nutrirá observando brillar virtudes como la amistad y la lealtad.
Germán Cáceres
Guión y dirección: Pablo Gonzalo Pérez
Asistente de dirección: Martín Alonso
Elenco: Pablo Echarri, Roly Serrano, Georgina Barbarossa, Sandra Criolani, Mario Alarcón, Martín Rocco, Rubén Pérez Boreau y Olivia Gukenheimer.
Recordemos que en el Cineclub La Rosa proyectamos los cortometrajes de Pablo G. Pérez Lo llevo en la sangre y Ojos.
¿Qué argentino no ha soñado con tener un pequeño negocio y así independizarse de la opresión asfixiante de trabajar en una oficina, frustración que tan magistralmente describió Roberto Mariani en sus Cuentos de la oficina? Y también cuántos dolores de cabeza y desengaños aplastantes sufrieron aquellos que fracasaron en ese proyecto.
Mariano (un notable y versátil Pablo Echarri) idealiza el kiosco de su barrio, ese lugar que fue una suerte de palacio de la felicidad en su niñez. Aprovecha la oportunidad de un retiro voluntario para comprar con la indemnización ese kiosco, cuyo dueño, Don Irriaga (Mario Alarcón, siempre magnífico), ha puesto en venta. Su esposa Ana (la dúctil Sandra Criolani) lo apoya pese a sus reticencias y el temor de no poder levantar las deudas.
La parte de comicidad, con la que se engancha el público, está a cargo de la suegra gruñona de Mariano (Georgina Barbarossa, que da un ejemplo de actuación) y Charly (Roly Serrano, deslumbrante en su composición), un amigo que además de ser dueño de una pizzería, en sus ratos libres oficia de curandero. Se destaca la solvencia del resto del elenco.
El filme ensalza los valores éticos, porque Mariano, aún acorralado por las deudas y los contratiempos, actúa con dignidad, sin tratar de engañar ni defraudar a nadie. Pero está también la solidaridad, representada especialmente por Charly –ese gran amigazo que casi todo argentino tiene– y asumida tanto por la sufriente esposa como por la belicosa suegra. Además, refleja con convicción la vida cotidiana en un barrio cercano a Buenos Aires.
En cuanto a la parte técnica sobresale el montaje ejemplar de Guille Gatti y Pablo G. Pérez. Virtuosa la fotografía de Emiliano Penelas, que descuella en las escenas nocturnas y en los matices de luces y sombras que ofrecen los primeros y primerísimos planos de los personajes. Los otros integrantes del equipo demuestran solidez en sus respectivos oficios.
El gran Alfred Hitchcock decía que no buscaba con sus temática oscura un mensaje metafísico, solo se proponía entretener. Quien vaya a ver El Kiosco pasará un buen momento y, además, se nutrirá observando brillar virtudes como la amistad y la lealtad.
Germán Cáceres
Guión y dirección: Pablo Gonzalo Pérez
Asistente de dirección: Martín Alonso
Elenco: Pablo Echarri, Roly Serrano, Georgina Barbarossa, Sandra Criolani, Mario Alarcón, Martín Rocco, Rubén Pérez Boreau y Olivia Gukenheimer.
Dirección de Arte: Luciana Kohn
Vestuario: Rocío Peyró.
Dirección de Fotografía: Emiliano Penelas (ADF)
Montaje: Guille Gatti (EDA), Pablo G. Pérez.
Música original: Carlos Ramírez Mendoza
Sonido directo: Juan Bernardis y Mariano Castro
Dirección de Sonido: Pablo Isola.
VFX: Diego Arias
Marketing y Diseño Gráfico: Silvia A. Pérez
Producción Ejecutiva: Daniel Burak, Alejandro Gruz y Gato Martinez Cantó.
Vestuario: Rocío Peyró.
Dirección de Fotografía: Emiliano Penelas (ADF)
Montaje: Guille Gatti (EDA), Pablo G. Pérez.
Música original: Carlos Ramírez Mendoza
Sonido directo: Juan Bernardis y Mariano Castro
Dirección de Sonido: Pablo Isola.
VFX: Diego Arias
Marketing y Diseño Gráfico: Silvia A. Pérez
Producción Ejecutiva: Daniel Burak, Alejandro Gruz y Gato Martinez Cantó.
Recordemos que en el Cineclub La Rosa proyectamos los cortometrajes de Pablo G. Pérez Lo llevo en la sangre y Ojos.
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