de Michel Houllebecq
(Editorial Anagrama, Buenos Aires, 2015, 288 páginas)
Este libro, ya antes de su aparición en enero de 2015, generó una fuerte polémica en Francia.
Su protagonista, François, un profesor universitario de literatura, piensa que después de la etapa juvenil, en la que concluyen los estudios, la vida profesional viene acompañada de la soledad y la decadencia vital: “La totalidad de los animales y una aplastante mayoría de los hombres (…) Viven porque viven y eso es todo, así es como razonan; luego supongo que mueren porque mueren, y con eso, a sus ojos acaba el análisis”. Padece de un hastío permanente que lo hace pensar continuamente en la muerte y en un posible suicidio. Por si no fuera suficiente, cuenta en su haber con una fuerte carga de misoginia.
Los demás personajes son también colegas universitarios, hecho que ocasiona que hablen de temas literarios, sobre todo del escritor francés Joris-Karl Huysmans (1848-1907), ya que François escribió la tesis sobre su obra y vida, en especial acerca de su conversión al catolicismo. Por sus citas históricas, literarias y artísticas, Houllebecq revela poseer una vastísima cultura.
En todo momento el erudito profesor expone una visión pesimista sobre la sociedad francesa (“… el creciente distanciamiento, ya abismal, entre la población y quienes hablaban en su nombre, políticos y periodistas, conducirían necesariamente a algo caótico, violento e imprevisible”.) Menciona a los políticos actuales de su país, aquellos que los argentinos conocemos por la televisión, los periódicos o las redes sociales.
Aunque se trata de una novela densa y plena de reflexiones profundas, se lee rápidamente, como si se quisiera devorar las páginas: el autor, sin ninguna duda, es un gran escritor, sabe narrar. Su prosa resulta bella, elegante y singular. Espléndida la traducción de Joan Riambau.
La novela transcurre en 2022, cuando, en elecciones libres y democráticas, un partido político de orientación musulmana accede al gobierno. En la contratapa se considera a Sumisión como una novela de «política ficción», al estilo de 1984 y Un mundo feliz. La comparación es acertada, pero el año 2022 resulta tan cercano que por su espíritu puede también considerarse una ucronía, al estilo de El hombre en el castillo (1962), de Philip K. Dick, que imagina que los ejércitos del Eje derrotaron a los aliados en la Segunda Guerra Mundial y dividieron a los Estados Unidos en tres sectores. En Sumisión, el lector puede vislumbrar la evolución que podría tener el mundo occidental, o más precisamente Francia. “He condesado en el libro una evolución que me parece plausible”, sostuvo Houellebeq, según Luisa Corradini (La Nación del 5/01/2015). “La idea asombrosa y simple, jamás expresada hasta entonces con esa fuerza, de que la cumbre de la felicidad reside en la sumisión más absoluta.”, afirma con convicción el rector de la Universidad de París-Sorbona, uno de los personajes que dialoga con François. Algo similar se aseguraba en la novela Legajo para el futuro (1975), de Lawrence Sanders, sobre la «píldora del Supremo Placer», aquella que acentuaba en el ser humano la tendencia al sometimiento, es decir, y según el libro, a la felicidad.
La duda que mantiene en vilo al lector es sí finalmente François se convertirá al islam, de manera de obtener una cátedra bien remunerada y, además, una esposa joven, bella y sumisa.
Michel Houllebcq (Isla de La Reunión, Francia, 1958) ha obtenido numerosos premios, como el Flores por su primera novela, Ampliación del campo de batalla (1994); el Novembre, el Mejor libro del año según la revista Lire y el de los Lectores de Les Inrockuptibles por Las partículas elementales (1998); el Goncourt por El mapa y el territorio (2011) ). Además, recibió el Premio Nacional de las Letras (1998), el IMPAC (2002), el Schopenhauer (2004) y el Leteo (España, 2005).
Germán Cáceres
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