Las 1500 bibliotecas populares del país se mueven para incorporar socios.
¿Usted sabe dónde queda la biblioteca popular de su barrio o de su pueblo? Hoy la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip) lanza una campaña para sumar nuevos socios en sus sedes de todo el país. El organismo -que depende de la Secretaría de Producción y Creatividad del Ministerio de Cultura de la Nación- está a cargo desde este año de Leandro de Sagastizábal, editor de amplia trayectoria, ensayista y docente, que desarrolló toda su carrera en la Universidad de Buenos Aires y es un defensor de la educación pública.
Con el lema "Un lugar, todos los mundos", la comisión promueve la participación de los ciudadanos en las bibliotecas populares. La campaña se presenta oficialmente en el contexto de la 26º Feria del Libro Infantil y Juvenil que se desarrolla en el CCK. Con esto, la Conabip vuelve a la Feria con un bibliomóvil ploteado a nuevo y una consigna: valorizar las bibliotecas populares, herramienta democratizadora de la cultura como pocas. A su vez, en www.conabip.gob.ar, estrenan un buscador de bibliotecas que, al utilizar la geolocalización, funciona como un GPS de la lectura libre y gratuita.
Números para hacer crecer
En la Argentina hay más de mil quinientas bibliotecas populares, muchas situadas en poblaciones con menos de 30.000 habitantes. Sin embargo, muy pocas superan los 400 socios y una parte importante tiene entre 100 y 200. La campaña para sumar socios incluye spots audiovisuales y materiales gráficos realizados a partir de ilustraciones de Pablo Bernasconi. "Los ciudadanos deben aportar al cuidado de las bibliotecas populares. ¿Qué escritores, artistas o comunicadores son socios de las bibliotecas populares de sus barrios? La campaña procura dos cosas: visibilidad pública, es decir, un mayor compromiso de la sociedad con un proyecto colectivo de esta naturaleza y una renovación generacional. Necesitamos a los jóvenes comprometidos con un país lector", sostiene Sagastizábal.
Una biblioteca popular es una asociación civil autónoma creada por iniciativa de un grupo de vecinos. Las cuotas de los socios son casi simbólicas. "Pueden ir de 10 a 30 pesos, que es lo que pago como socio de la Juan Baustista Alberdi de Villa Crespo, donde fue bibliotecario Leopoldo Marechal -agrega el presidente de la Conabip-. Hoy es mayor la dinámica de préstamos de libros que de lectura en sala (70 a 30% aproximadamente)."
Los asociados nutren la vida cultural de estos espacios y representan una pieza vital. La Conabip, con un presupuesto de 140 millones de pesos en 2016, hace lo suyo con subsidios para gastos corrientes, compras, inclusión digital y social.
-¿Cómo se crea una biblioteca popular?
-Las crean las comunidades que entienden que hace falta una biblioteca en la localidad en la que viven. Tienen que constituirse con personería jurídica, tener comisiones directivas y asociados, disponer de un local donde funcionar (propio, alquilado o cedido por el municipio), tener un régimen de apertura diario, una persona que atienda, no estar enfrente o a una cuadra otra biblioteca y, lo más importante, contar con un fondo bibliográfico.
-¿Cuáles son las innovaciones que propone su gestión?
-La Conabip tiene un personal de enorme idoneidad, que transforma cualquier iniciativa en un proyecto en marcha. Estamos fortaleciendo el tema de los libros como patrimonio cultural de los argentinos. Tenemos un material de más de un siglo en cientos de esas bibliotecas que debemos rescatar, digitalizar, cuidar y poner a disposición.
-¿Para qué sirve una biblioteca popular en el siglo XXI?
-Cuando se habla del futuro, automáticamente se piensa en tecnologías. En eso también trabajamos y hay varios proyectos de apoyo para compras de computadoras, de contenidos digitales, mejoras de conexiones a Internet, pero el futuro está tanto en eso como en hallar la manera de lograr que nuestra sociedad, además de saber leer, desee querer leer.
Daniel Gigena
Diario La Nación, 15 de julio de 2016
CONVERSATION