de Guillermo Saccomanno (Guión) y Domingo Mandrafina (Dibujo)
(Fierro Nº 111/Edición especial, Buenos Aires, 2016, 74 páginas)
En la introducción, que los autores titulan «A la búsqueda de la aventura perdida», se aclara que «…el pasado no está tan muerto como creemos», y Juan Sasturain, en una suerte de prólogo, indica que este trabajo de la dupla Saccomanno-Mandrafina es «una serie de variaciones a partir de la famosa pregunta retórica del veterano Ezra Winston (…): « ¿Está el pasado tan muerto como creemos?`». Protagonizan estos relatos Leo, un pibe fanático de las historietas, y Lutz, un librero de usados.
En «Padre e hijo», Mandrafina opta por una gráfica clásica, aunque sumamente estilizada por un realismo rudo, de trazos gruesos y potente belleza, con fuerte apoyatura en el negro pleno. Siempre surge un oportuno grisado para enriquecer las viñetas. Aquí, la protagonista es la guerra de Malvinas, a través de la cual Saccomanno propone un trágico episodio familiar.
«La culpa, esa piedra» exhibe una planificación excelente con numerosos primeros planos y planos detalle. Hay viñetas de dibujos casi oníricos que evocan al Alberto Breccia de Perramus. Notable el planteo visual de la pelea entre Lutz y un pesado en un boliche. Sacomanno logra una narración magistral, impregnada de melancolía.
«El libro del mal» trata sobre el «Necronomicón, oscuro y legendario libro escrito, según Howard Philip Lovecraft, por un árabe loco que tuvo un final trágico». El dibujante recurre al gris para proporcionar un clima de irrealidad a esta misteriosa y sugestiva aventura que viven Leo y Lutz (este afirma que “la inmortalidad no es buena para nadie”), pues surgen innumerables gatos dispuestos a atacar y desaparece una casa donde se encontraba el mítico texto (que “contiene las leyes de los muertos”) nombrado en Los mitos del Cthulhu, de Lovecraft. La historieta está dedicada a este escritor norteamericano y al dibujante Alberto Breccia, y su relato atrapante despliega diálogos espléndidos («Tierra dura, la memoria, hay piedras en el fondo…») y citas literarias de relatos como «El color que cayó del cielo», incluido en esos mitos. Un joven Lutz acude a Borges -cuando era director de la Biblioteca Nacional- y este le dice: «…tal vez usted sueña que visita a Borges y lo consulta acerca del libro del árabe loco». Los cuadritos adquieren un sesgo plástico y aunque Leopoldo: El libro del mal y otras historias, según sus creadores es un homenaje al guionista Carlos Trillo, no puede dejar de evocarse en ciertos tramos el clima de Parque Chas, de Barreiro-Risso.
En un poético giro borgeno, Leo y Lutz se preguntan si sus vivencias no son acaso un sueño de otro, y un salto temporal los conduce a un antológico encuentro con Lovecraft en su vivienda de Providence, Estados Unidos.
Germán Cáceres
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