Patagonia fantástica
de Alejandro Aguado
(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2015, 84 páginas)
Lleva como subtítulo “Seres e historias de las creencias populares actuales”. En el prólogo se aclara que “Su existencia se relaciona con las culturas de la tierra, cuyas raíces son los pueblos originarios: tehuelches y mapuches”.
En primer lugar Patagonia fantástica cautiva porque el ser humano, aunque trate de explicar racionalmente los hechos misteriosos, espera que ellos le ofrezcan una interpretación y un sentido a nuestro tránsito por este caótico planeta.
Alejandro Aguado llevó a cabo un intenso trabajo de campo, sobre todo en Chubut, y ofrece un vastísimo panorama de los innumerables relatos de la mitología patagónica, que su población toma en cuenta más allá de su nivel cultural. El “Mapa de una región con eventos peculiares y recurrentes” resulta muy didáctico porque señala los lugares en los que ocurrieron la mayoría de estos sucesos, situados entre si a una distancia de sólo trece kilómetros.
Pero estas almas en pena en principio sólo atemorizan, no son monstruos asesinos.
Para abarcar esta temática, el autor se valió de la ilustración, la historieta, la fotografía y el texto escrito. Este último, en el caso de “Poblaciones fantasmales”, bordea la microficción de género fantástico. Su correspondiente lámina a tinta está lograda a través de sutiles insinuaciones de demonios en plena actividad.
En el “Puesto embrujado EL MOYANO”, que nadie quiere visitar porque a la noche aparecen espectros de gauchos, se aportan cuatro fotografías sobre el sitio. Además, se transcribe la letra de la canción homónima, del músico patagónico Lito Gutiérrez. “El día que el viento nos atacó” es una anécdota personal en la cual el investigador y sus acompañantes fueron embestidos por una espontánea columna de tierra en el valle del Genoa, y de la que se muestra una serie de ocho fotos. También registró con la cámara al presunto “El hombre de negro”, un espíritu que pretende que la gente lo salude.
Varias historietas refieren algunos de estas experiencias, como “Intro ilustrada”, cuyo personaje es el mismo autor que explica el objetivo de su exploración; “El visitante”, que con negros y blancos contrastados trata sobre un demonio tal vez imaginario; “La vieja estación”, cuya gráfica -con gran poder de síntesis- sugiere un hecho acontecido en una estación de tren abandonada que cobra vida por la noche; en “El intruso” -de excelente ritmo narrativo- emerge inesperadamente el Inchimallen, una especie de brujo (hay una foto de un paraje que frecuenta); “La Machi” (una mujer al servicio del bien, que puede transformarse en el “Calcu”, encarnación del mal), está excelentemente planificada y ostenta una notable composición de página; “El arqueólogo y la indígena” es una poética historia de amor ultraterreno narrada en sólo dos páginas; “Una de piratas”, empleando un tratamiento gráfico de grises, crea un clima de irrealidad al señalar cómo unos pícaros duendes roban estéreos a los sorprendidos turistas.
Un “Bosquejo de ideas y lápices” contiene cuatro páginas de los apuntes que sirvieron de soporte a las historietas y a las láminas, pero en varios episodios se muestran otros bocetos.
En cuanto a las ilustraciones, el artista estiliza su figuración con expresivo humorismo y una impronta gauchesca que traen a la memoria los dibujos costumbristas de Florencio Molina Campos y las pinturas de Pedro Figari. Su trazo elige una cierta tosquedad para registrar los árboles y montañas del ámbito patagónico y recurre, además, a los esfumados y a las múltiples rayitas. Es frecuente su apelación al movimiento para dinamizar la escena, como en “El `Chapeado`”, que alude a los adornos de plata –a veces fantasmales- que ostentan los caballos. Otra característica de su trabajo es el sentido plástico y su cuidada composición (por ejemplo, en “La Salamanca”, círculos concéntricos representan una persecución emprendida por los demonios que habitan una cueva).
La Patagonia es una región que Aguado conoce profundamente y a la que ha aportado una abundante bibliografía. Quien desee interiorizarse en la magia de sus fascinantes mitos telúricos no debe dejar de leer este libro.
Germán Cáceres
(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2015, 84 páginas)
Lleva como subtítulo “Seres e historias de las creencias populares actuales”. En el prólogo se aclara que “Su existencia se relaciona con las culturas de la tierra, cuyas raíces son los pueblos originarios: tehuelches y mapuches”.
En primer lugar Patagonia fantástica cautiva porque el ser humano, aunque trate de explicar racionalmente los hechos misteriosos, espera que ellos le ofrezcan una interpretación y un sentido a nuestro tránsito por este caótico planeta.
Alejandro Aguado llevó a cabo un intenso trabajo de campo, sobre todo en Chubut, y ofrece un vastísimo panorama de los innumerables relatos de la mitología patagónica, que su población toma en cuenta más allá de su nivel cultural. El “Mapa de una región con eventos peculiares y recurrentes” resulta muy didáctico porque señala los lugares en los que ocurrieron la mayoría de estos sucesos, situados entre si a una distancia de sólo trece kilómetros.
Pero estas almas en pena en principio sólo atemorizan, no son monstruos asesinos.
Para abarcar esta temática, el autor se valió de la ilustración, la historieta, la fotografía y el texto escrito. Este último, en el caso de “Poblaciones fantasmales”, bordea la microficción de género fantástico. Su correspondiente lámina a tinta está lograda a través de sutiles insinuaciones de demonios en plena actividad.
En el “Puesto embrujado EL MOYANO”, que nadie quiere visitar porque a la noche aparecen espectros de gauchos, se aportan cuatro fotografías sobre el sitio. Además, se transcribe la letra de la canción homónima, del músico patagónico Lito Gutiérrez. “El día que el viento nos atacó” es una anécdota personal en la cual el investigador y sus acompañantes fueron embestidos por una espontánea columna de tierra en el valle del Genoa, y de la que se muestra una serie de ocho fotos. También registró con la cámara al presunto “El hombre de negro”, un espíritu que pretende que la gente lo salude.
Varias historietas refieren algunos de estas experiencias, como “Intro ilustrada”, cuyo personaje es el mismo autor que explica el objetivo de su exploración; “El visitante”, que con negros y blancos contrastados trata sobre un demonio tal vez imaginario; “La vieja estación”, cuya gráfica -con gran poder de síntesis- sugiere un hecho acontecido en una estación de tren abandonada que cobra vida por la noche; en “El intruso” -de excelente ritmo narrativo- emerge inesperadamente el Inchimallen, una especie de brujo (hay una foto de un paraje que frecuenta); “La Machi” (una mujer al servicio del bien, que puede transformarse en el “Calcu”, encarnación del mal), está excelentemente planificada y ostenta una notable composición de página; “El arqueólogo y la indígena” es una poética historia de amor ultraterreno narrada en sólo dos páginas; “Una de piratas”, empleando un tratamiento gráfico de grises, crea un clima de irrealidad al señalar cómo unos pícaros duendes roban estéreos a los sorprendidos turistas.
Un “Bosquejo de ideas y lápices” contiene cuatro páginas de los apuntes que sirvieron de soporte a las historietas y a las láminas, pero en varios episodios se muestran otros bocetos.
En cuanto a las ilustraciones, el artista estiliza su figuración con expresivo humorismo y una impronta gauchesca que traen a la memoria los dibujos costumbristas de Florencio Molina Campos y las pinturas de Pedro Figari. Su trazo elige una cierta tosquedad para registrar los árboles y montañas del ámbito patagónico y recurre, además, a los esfumados y a las múltiples rayitas. Es frecuente su apelación al movimiento para dinamizar la escena, como en “El `Chapeado`”, que alude a los adornos de plata –a veces fantasmales- que ostentan los caballos. Otra característica de su trabajo es el sentido plástico y su cuidada composición (por ejemplo, en “La Salamanca”, círculos concéntricos representan una persecución emprendida por los demonios que habitan una cueva).
La Patagonia es una región que Aguado conoce profundamente y a la que ha aportado una abundante bibliografía. Quien desee interiorizarse en la magia de sus fascinantes mitos telúricos no debe dejar de leer este libro.
Germán Cáceres
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Genial, Agnès Varda
A sala llena, proyectamos la extraordinaria película de Agnès Varda Sin techo ni ley, en hermosa copia 16mm gentileza de la Embajada de Francia en la Argentina y el Institut Français d'Argentine, además de la buena predisposición de Cine-Tamaris, la productora de la "dama de la Nouvelle Vague".
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Seminario: Los fundamentos del psicoanálisis
Desde el sábado 6 de junio a las 11 horas, y con una frecuencia quincenal, se dictará en nuestra Biblioteca, Austria 2154, el Seminario Clínico "Los Fundamentos del psicoanálisis", dictado por Enrique Acuña y docentes invitados.
Temas a tratar:
Temas a tratar:
- La Causa lacaniana y el Arte en la Cultura
- El Caso clínico y la Causa –entre ciencia y religión-
- La Cosa freudiana: sublimación versus técnica
- Las cuatro causas y los cuatro discursos: paradojas.
- El analista objeto y el artefacto. Joyce con Lacan
- Declinaciones simbólicas y la invención del sinthoma
Auspicia: PRAGMA –Instituto de Enseñanza e Investigación en Psicoanalisis- www.aplp.org.ar
Revista Analitica del Sur –Psicoanálisis y Crítica-:www.analyticadelsur.com.ar
Revista Analitica del Sur –Psicoanálisis y Crítica-:www.analyticadelsur.com.ar
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"Sin techo ni ley", de Agnès Varda, en el Cineclub La Rosa
El Cineclub La Rosa proyectará en 16mm Sin techo ni ley, con la maravillosa composición de Sandrine Bonnaire en el retrato de Agnès Varda. Será el miércoles 27 de mayo a las 20 horas en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.
Es invierno en el sur de Francia y la joven Mona aparece muerta en medio de un campo. Así comienza esta gran película de Agnès Varda, que comenzará a hilvanar el camino inverso de esta muchacha y los motivos que derivaron en el trágico final.
Mona es una crota, en el sentido que el término tuvo entre los anarquistas locales del siglo pasado, cuando vagabundeaban en busca de la libertad total, para lo que deberá pagar también un precio grande.
Su tránsito por los pueblos y ciudades despierta al mismo tiempo admiración y envidia. Algunos relatan su paso bajo un relato mítico, pero pocos quedan indiferentes.
Agradecemos las copias en 16mm a la Embajada de Francia en la Argentina y el Institut Français d'Argentine.
Más información en www.cineclublarosa.blogspot.com
- Miércoles 27 de mayo - 20 horas
- SIN TECHO NI LEY
- (Sans toit ni loi, Francia / Gran Bretaña, 1985, color, 105 minutos)
- Dirección y Guión: Agnès Varda
- Elenco: Sandrine Bonnaire, Macha Méril, Yolande Moreau, Stéphane Freiss, Marthe Jarnias y Joël Fosse.
Es invierno en el sur de Francia y la joven Mona aparece muerta en medio de un campo. Así comienza esta gran película de Agnès Varda, que comenzará a hilvanar el camino inverso de esta muchacha y los motivos que derivaron en el trágico final.
Mona es una crota, en el sentido que el término tuvo entre los anarquistas locales del siglo pasado, cuando vagabundeaban en busca de la libertad total, para lo que deberá pagar también un precio grande.
Su tránsito por los pueblos y ciudades despierta al mismo tiempo admiración y envidia. Algunos relatan su paso bajo un relato mítico, pero pocos quedan indiferentes.
Agradecemos las copias en 16mm a la Embajada de Francia en la Argentina y el Institut Français d'Argentine.
Más información en www.cineclublarosa.blogspot.com
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No es sólo Harry Potter
Tras finalizar su famosa saga, J.K. Rowling presenta Una vacante imprevista, su primera obra para el público adulto, o quizás aquellos que crecieron leyendo las aventuras de su famoso mago. Ya está en nuestros estantes.
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Vestido de novia
de Pierre Lemaitre
(Alfaguara, Buenos Aires, 2014, 296 páginas)
Tal vez la mejor definición de esta cumbre de la literatura policial se encuentre en el comentario de Avantages que figura en la solapa de la contratapa del libro: “Un thriller diabólico, que se lee de un tirón, con fascinación y miedo. Arte del grande”. Pierre Lemaitre (París, 1951), si bien ya está consagrado (Premio Goncourt, Premio de Novela Negra Europea, Dagger Award, Premio de la revista Lire, Premio Roman France Télévisions y Premio de los Libreros de Nancy-Le Point) con Vestido de novia (Premio del Salon du Polar 2009) ya puede situarse entre los escritores más representativos de la novela francesa actual.
Sophie, la protagonista, parece estar volviéndose loca y el autor describe con diestro pulso narrativo los meandros psíquicos en que se sumerge. En su deambular ocurren crímenes de extrema crueldad, por los cuales es inevitable que a uno lo invada la sensación de asco. Por tal motivo no resulta difícil evocar el filme Repulsión (1965), de Roman Polanski., o la novela La novia vestía de negro (1940), de Cornell Woolrich, llevada al cine por François Truffaut en 1968.
Pero luego aparece un extraño personaje que la está siguiendo y toma apuntes ordenados por fechas, como si se tratara de un diario. Esta parte opera como un giro de la acción y el lector queda aprisionado por el llamado suspenso psicológico, ya que Franz –así se llama este perturbado que oscila entre el voyeur y el espía- está maquinando un plan siniestro y malvado contra la integridad mental de Sophie. Resulta patético cómo un individuo común se encuentra completamente indefenso frente al accionar perverso de un psicópata inteligente que, además, posee sólidos conocimientos de informática y de la tecnología de las comunicaciones. La novela despliega angustia y opresión a raudales, a la vez que contrariedad ante los comentarios mordaces e irónicos de Franz respecto a las adversidades de su víctima.
Hay excesos morbosos en esta historia y a veces los hechos se tornan poco probables, pero es allí justamente donde el lector inteligente debe emplear la suspensión de la incredulidad para gozar de la adicción irresistible que provoca esta novela a través de las sorpresas –verdaderos shocks- que transitan por sus páginas.
La traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego es excepcional, revela un trabajo intenso, realizado a conciencia.
Otros libros de Lemaitre son: El novelista (2006), Cadres Noirs (2010), Alex (2011), Sacrifices (2012) y Nos vemos allá arriba (Premio Goncourt 2013).
Germán Cáceres
(Alfaguara, Buenos Aires, 2014, 296 páginas)
Tal vez la mejor definición de esta cumbre de la literatura policial se encuentre en el comentario de Avantages que figura en la solapa de la contratapa del libro: “Un thriller diabólico, que se lee de un tirón, con fascinación y miedo. Arte del grande”. Pierre Lemaitre (París, 1951), si bien ya está consagrado (Premio Goncourt, Premio de Novela Negra Europea, Dagger Award, Premio de la revista Lire, Premio Roman France Télévisions y Premio de los Libreros de Nancy-Le Point) con Vestido de novia (Premio del Salon du Polar 2009) ya puede situarse entre los escritores más representativos de la novela francesa actual.
Sophie, la protagonista, parece estar volviéndose loca y el autor describe con diestro pulso narrativo los meandros psíquicos en que se sumerge. En su deambular ocurren crímenes de extrema crueldad, por los cuales es inevitable que a uno lo invada la sensación de asco. Por tal motivo no resulta difícil evocar el filme Repulsión (1965), de Roman Polanski., o la novela La novia vestía de negro (1940), de Cornell Woolrich, llevada al cine por François Truffaut en 1968.
Pero luego aparece un extraño personaje que la está siguiendo y toma apuntes ordenados por fechas, como si se tratara de un diario. Esta parte opera como un giro de la acción y el lector queda aprisionado por el llamado suspenso psicológico, ya que Franz –así se llama este perturbado que oscila entre el voyeur y el espía- está maquinando un plan siniestro y malvado contra la integridad mental de Sophie. Resulta patético cómo un individuo común se encuentra completamente indefenso frente al accionar perverso de un psicópata inteligente que, además, posee sólidos conocimientos de informática y de la tecnología de las comunicaciones. La novela despliega angustia y opresión a raudales, a la vez que contrariedad ante los comentarios mordaces e irónicos de Franz respecto a las adversidades de su víctima.
Hay excesos morbosos en esta historia y a veces los hechos se tornan poco probables, pero es allí justamente donde el lector inteligente debe emplear la suspensión de la incredulidad para gozar de la adicción irresistible que provoca esta novela a través de las sorpresas –verdaderos shocks- que transitan por sus páginas.
La traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego es excepcional, revela un trabajo intenso, realizado a conciencia.
Otros libros de Lemaitre son: El novelista (2006), Cadres Noirs (2010), Alex (2011), Sacrifices (2012) y Nos vemos allá arriba (Premio Goncourt 2013).
Germán Cáceres
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Mujeres que escriben
Los últimos trabajos de María Dueñas, Gioconda Belli y Rosa Montero ya forman parte del catálogo de la Biblioteca, tras el paso por la Feria del Libro.
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De madrugada
de Irma Verolín
(Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2015, 80 páginas)
Es el regreso de Irma Verolín a la poesía, que en 1988 había abandonado por la narrativa. Como declara en el prólogo, esa decisión “se me impuso de madrugada”, confesión que evoca la frase del comienzo del filme La hora del lobo (1968), de Ingmar Bergman: “es el momento (…) cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos…”
El libro se divide en cinco partes, la primera titulada “Habitación”. Su poesía es sencilla y llana, sin virtuosismos ni alardes, pero en su núcleo abundan imágenes tan rutinarias como bellas (“ojos abismados y ningún resplandor que vacíe/ el profundo contenido del principio de la noche.”) Como se afirma en el nombrado prólogo, una narración –en este caso la convalecencia y el posterior fallecimiento de su madre- que se transforma en versos, como si fuera una exigencia exterior.
Cuando la poeta se pregunta “Qué es morir”, con inusitado candor e inspiración responde: “Irse a lugares donde los ecos de las voces se copian/ en una interminable secuencia/ y no hay quién escuche”.
Verolin revela que tiene la sensación de que los poemas se los ha dictado tal vez la voz interior de su madre o alguno de los duendes que pueblan las primeras horas del día. En esta parte abundan sus reflexiones sobre nuestro desenlace final y no escatima imágenes insólitas ni la meditación constante:”La muerte es una caja que se abre desde adentro/ hay que hacer mucha fuerza con el cuerpo/ con los pensamientos/ para que por fin se abra.”
Un tono melancólico predomina en “Antes”, su segunda parte. Esta modulación y el tema de la muerte, tan presente en “Habitación”, no constituyen impedimentos para que un poema, “La licuadora”, ensalce con gracia y sabiduría ese artefacto doméstico. Luego, en un tono juguetón trata sucesos cotidianos como la escuela, una simple compra de zapatos y otros recuerdos de su infancia. Es una zona autobiográfica, que a tramos se torna dolorosa.
En la tercera parte, “Hospital”, sostiene que “el tiempo/ ha dejado de transcurrir aquí/ las palabras molestan”. En suma, expresa el sufrimiento y la angustia que soportan los pacientes.
“Después” presenta páginas enteras en prosa donde enfrenta el duelo: “yo visito hasta el cansancio la muerte de mi madre: / un acontecimiento de relámpagos y escapatorias/ su cuerpo es testigo y protagonista, / también mis ojos”.
Por último, “Descendiendo la áspera escalera” se asume como un capítulo en prosa sensible y profundo que discurre sobre el dilema de la existencia y su implacable finitud (“Es tan larga esta escalera que hace montones de años que las dos la venimos bajando.”)
Irma Verolín ha publicado cuatro libros de cuentos: Hay una nena que gira, La escalera en el patio gris, Una luz que encandila y Una foto de Einstein tocando el violín; dos novelas: El puño del tiempo y El camino de los viajeros, y varios libros de literatura juvenil, como La gata sobre el teclado, La lluvia sobre el mundo, El misterio del loro y El ferretero del tornillo perdido. Obtuvo muchas distinciones, entre ellas el Primer Premio Internacional de Novela Mercosur, el Premio Fondo Nacional de las Artes 1987, el Premio Emecé 1993-94 y el Primer Premio Municipal de Novela Eduardo Mallea.
Germán Cáceres
(Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2015, 80 páginas)
Es el regreso de Irma Verolín a la poesía, que en 1988 había abandonado por la narrativa. Como declara en el prólogo, esa decisión “se me impuso de madrugada”, confesión que evoca la frase del comienzo del filme La hora del lobo (1968), de Ingmar Bergman: “es el momento (…) cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos…”
El libro se divide en cinco partes, la primera titulada “Habitación”. Su poesía es sencilla y llana, sin virtuosismos ni alardes, pero en su núcleo abundan imágenes tan rutinarias como bellas (“ojos abismados y ningún resplandor que vacíe/ el profundo contenido del principio de la noche.”) Como se afirma en el nombrado prólogo, una narración –en este caso la convalecencia y el posterior fallecimiento de su madre- que se transforma en versos, como si fuera una exigencia exterior.
Cuando la poeta se pregunta “Qué es morir”, con inusitado candor e inspiración responde: “Irse a lugares donde los ecos de las voces se copian/ en una interminable secuencia/ y no hay quién escuche”.
Verolin revela que tiene la sensación de que los poemas se los ha dictado tal vez la voz interior de su madre o alguno de los duendes que pueblan las primeras horas del día. En esta parte abundan sus reflexiones sobre nuestro desenlace final y no escatima imágenes insólitas ni la meditación constante:”La muerte es una caja que se abre desde adentro/ hay que hacer mucha fuerza con el cuerpo/ con los pensamientos/ para que por fin se abra.”
Un tono melancólico predomina en “Antes”, su segunda parte. Esta modulación y el tema de la muerte, tan presente en “Habitación”, no constituyen impedimentos para que un poema, “La licuadora”, ensalce con gracia y sabiduría ese artefacto doméstico. Luego, en un tono juguetón trata sucesos cotidianos como la escuela, una simple compra de zapatos y otros recuerdos de su infancia. Es una zona autobiográfica, que a tramos se torna dolorosa.
En la tercera parte, “Hospital”, sostiene que “el tiempo/ ha dejado de transcurrir aquí/ las palabras molestan”. En suma, expresa el sufrimiento y la angustia que soportan los pacientes.
“Después” presenta páginas enteras en prosa donde enfrenta el duelo: “yo visito hasta el cansancio la muerte de mi madre: / un acontecimiento de relámpagos y escapatorias/ su cuerpo es testigo y protagonista, / también mis ojos”.
Por último, “Descendiendo la áspera escalera” se asume como un capítulo en prosa sensible y profundo que discurre sobre el dilema de la existencia y su implacable finitud (“Es tan larga esta escalera que hace montones de años que las dos la venimos bajando.”)
Irma Verolín ha publicado cuatro libros de cuentos: Hay una nena que gira, La escalera en el patio gris, Una luz que encandila y Una foto de Einstein tocando el violín; dos novelas: El puño del tiempo y El camino de los viajeros, y varios libros de literatura juvenil, como La gata sobre el teclado, La lluvia sobre el mundo, El misterio del loro y El ferretero del tornillo perdido. Obtuvo muchas distinciones, entre ellas el Primer Premio Internacional de Novela Mercosur, el Premio Fondo Nacional de las Artes 1987, el Premio Emecé 1993-94 y el Primer Premio Municipal de Novela Eduardo Mallea.
Germán Cáceres
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Murakami, siempre presente
Comenzamos la recorrida por los libros comprados en la última Feria con uno de los favoritos de los lectores de nuestra Biblioteca, el japonés Haruki Murakami, con un relato sobre un atentado en el subte de su país y un libro de cuentos.
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Cuerpos extraños
de Cynthia Ozick
(Lumen, Buenos Aires, 2014, 336 páginas)
La autora escribió su tesis doctoral sobre Henry James y el libro se inicia con una cita de una novela importante de este maestro de la literatura norteamericana: Los embajadores (1903). Precisamente, Cuerpos extraños –que, por otra parte, admite múltiples lecturas- puede entenderse como su réplica, pues mientras James veía en París –más allá de sus reparos- un ejemplo del faro luminoso de la civilización y la cultura europeas, aquí –la acción está situada en 1952- tras la visita de la protagonista Bea a la capital francesa, se extrae la conclusión contraria: es un continente que atrasa y en su población está arraigado el antisemitismo.
Ozick describe el infierno que vive la familia de clase media norteamericana Nachtigall, algunos de cuyos miembros alcanzaron las capas altas y otros descendieron a las bajas. Se trata de personajes neuróticos, como la acomplejada Bea, el soberbio y arrogante Marvin (su hermano) o Leo Coopersmith (su ex esposo, que fabula fantasías sobre su capacidad artística). La desinteligencia de sus integrantes es absoluta: exhiben conductas patológicas extremas, pese a estar ubicados en la sociedad como personas en apariencia normales. Los diálogos que mantienen son metralla pura, se agraden entre ellos sin contemplaciones y hay un maltrato verbal y un sadismo constantes. Sucede que todos –incluido el exitoso Marvin- están dominados por la angustia, la frustración y un fuerte sentimiento de culpa: esencialmente son débiles y nada felices.
La prosa de Cynthia Ozick es estupenda, de relevante soltura y plena de imágenes soberbias: “Ellos debían obedecer sus designios, porque él era la esencia, la emanación de un caldero avivado por demonios, la vibración que nace del corazón de un tornado, agitada por el ímpetu de una armada de divinidades”. La estructura de la novela está articulada de un modo original y espléndido, siendo uno de sus recursos el género epistolar. La traducción de Eugenia Vázquez Nacarino se puede calificar de impecable.
Cynthiz Ozick (Nueva York, 1928) es candidata permanente al Premio Nobel. Según Silvina Friera (Página/ 12), entre sus narraciones se encuentran Levitación, Virilidad, Los papeles de Puttermesser y El mesías de Estocolmo, en tanto sus ensayos incluyen Art & Ardor, The Din in the Head, Metaphor & Memory, Fame & Folly y Quarrel & Quandary. En 2012, la novela Cuerpos extraños estuvo nominada al Orange Prize.
Germán Cáceres
(Lumen, Buenos Aires, 2014, 336 páginas)
La autora escribió su tesis doctoral sobre Henry James y el libro se inicia con una cita de una novela importante de este maestro de la literatura norteamericana: Los embajadores (1903). Precisamente, Cuerpos extraños –que, por otra parte, admite múltiples lecturas- puede entenderse como su réplica, pues mientras James veía en París –más allá de sus reparos- un ejemplo del faro luminoso de la civilización y la cultura europeas, aquí –la acción está situada en 1952- tras la visita de la protagonista Bea a la capital francesa, se extrae la conclusión contraria: es un continente que atrasa y en su población está arraigado el antisemitismo.
Ozick describe el infierno que vive la familia de clase media norteamericana Nachtigall, algunos de cuyos miembros alcanzaron las capas altas y otros descendieron a las bajas. Se trata de personajes neuróticos, como la acomplejada Bea, el soberbio y arrogante Marvin (su hermano) o Leo Coopersmith (su ex esposo, que fabula fantasías sobre su capacidad artística). La desinteligencia de sus integrantes es absoluta: exhiben conductas patológicas extremas, pese a estar ubicados en la sociedad como personas en apariencia normales. Los diálogos que mantienen son metralla pura, se agraden entre ellos sin contemplaciones y hay un maltrato verbal y un sadismo constantes. Sucede que todos –incluido el exitoso Marvin- están dominados por la angustia, la frustración y un fuerte sentimiento de culpa: esencialmente son débiles y nada felices.
La prosa de Cynthia Ozick es estupenda, de relevante soltura y plena de imágenes soberbias: “Ellos debían obedecer sus designios, porque él era la esencia, la emanación de un caldero avivado por demonios, la vibración que nace del corazón de un tornado, agitada por el ímpetu de una armada de divinidades”. La estructura de la novela está articulada de un modo original y espléndido, siendo uno de sus recursos el género epistolar. La traducción de Eugenia Vázquez Nacarino se puede calificar de impecable.
Cynthiz Ozick (Nueva York, 1928) es candidata permanente al Premio Nobel. Según Silvina Friera (Página/ 12), entre sus narraciones se encuentran Levitación, Virilidad, Los papeles de Puttermesser y El mesías de Estocolmo, en tanto sus ensayos incluyen Art & Ardor, The Din in the Head, Metaphor & Memory, Fame & Folly y Quarrel & Quandary. En 2012, la novela Cuerpos extraños estuvo nominada al Orange Prize.
Germán Cáceres
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Compra de libros en la Feria 2015
Como todos los años, la Biblioteca volvió a formar parte de las jornadas "Libro%" impulsadas por la CONABIP para la compra de ejemplares en la Feria del Libro.
Este fin de semana en donde la Feria abre especialmente por la mañana permite a las bibliotecas populares de todo el país realizar adquisiciones con un 50% de descuento.
La jornada del viernes comenzó con las acreditaciones y un numeroso acto de apertura en uno de los salones del predio. Luego, siguió la compra de libros, que se prolongó en las mañanas del sábado y domingo.
Próximamente, iremos publicando cada semana las novedades que se incorporaron al catálogo de la Biblioteca, el que siempre podrá consultar aquí.
Este fin de semana en donde la Feria abre especialmente por la mañana permite a las bibliotecas populares de todo el país realizar adquisiciones con un 50% de descuento.
La jornada del viernes comenzó con las acreditaciones y un numeroso acto de apertura en uno de los salones del predio. Luego, siguió la compra de libros, que se prolongó en las mañanas del sábado y domingo.
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Ciclo "Estas mujeres" en el Cineclub La Rosa
En mayo el Cineclub La Rosa proyectará dos películas protagonizadas por "mujeres fuertes", joyas de dos grandes directores que probablemente veamos por última oportunidad en 16mm: Carmen, de Godard, y Sin techo ni ley, de Agnès Varda. Será en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.
Miércoles 13 de mayo - 20 horas
CARMEN
Miércoles 13 de mayo - 20 horas
CARMEN
- (Prénom Carmen, Francia / Suiza, 1983, color, 85 minutos)
- Dirección: Jean-Luc Godard
- Elenco: Maruschka Detmers, Jacques Bonnaffé, Myriem Roussel, Christophe Odent y Jean-Luc Godard.
- Género
- Durante un fallido atraco a un banco, en el que participa la terrorista Carmen, Antonio, un guardia de seguridad, intenta seducirla. Para evitar ser arrestada, ella aparenta corresponder a su pretendiente, y ambos se refugian en un apartamento. Sin embargo, Carmen sigue vinculada al terrorismo, y el próximo objetivo de la banda es un secuestro. Godard adapta con mucha libertad la ópera de Bizet y obtiene el León de Oro en el Festival de Venecia.
- Miércoles 27 de mayo - 20 horas
- SIN TECHO NI LEY
- (Sans toit ni loi, Francia / Gran Bretaña, 1985, color, 105 minutos)
- Dirección y Guión: Agnès Varda
- Elenco: Sandrine Bonnaire, Macha Méril, Yolande Moreau, Stéphane Freiss, Marthe Jarnias y Joël Fosse.
- En una obra maestra, Varda hace un lírico réquiem de Mona, una adolescente vagabunda que es encontrada muerta, mostrando en flashback sus últimos meses de vida, su desarraigo social y sus relaciones con la gente que conoció. Ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia y el Premio César a la mejor actriz para Sandrine Bonnaire.
Agradecemos las copias en 16mm a la Embajada de Francia en la Argentina y el Institut Français d'Argentine.
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En mayo comienza el taller "¡RASCACIELOS!"
El Lic. Leonel Contreras presenta un nuevo curso en nuestra Biblioteca: “¡RASCACIELOS!: La historia del mundo y sus ciudades a través de sus construcciones más altas”, ilustrado con audiovisuales proyectados en pantalla grande. El curso será trimestral, los lunes de 19 a 20:30 horas, desde el 4 de mayo, en Austria 2154. Inscripciones abiertas con descuentos para socios de la biblioteca, empleados municipales y profesionales de turismo.
Informes e inscripción
De lunes a viernes, de 16 a 20 en Austria 2154, por teléfono llamando al 4802-8211 en los mismos días y horarios, o por mail a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar.
Los cupos son limitados. Socios de la Biblioteca, empleados municipales y profesionales de turismo tienen un descuento en el valor del curso. Además, recibirán un beneficio adicional quienes abonen la totalidad del taller al comenzar o se inscriban a más de un curso.
Unidad I. MÁS CERCA DE DIOS
Las construcciones más altas del mundo – Pirámides, templos, iglesias y mezquitas – Brunelleschi y la Santa María del Fiore – Primeros edificios seculares. – Estados Unidos y Canadá: la Trinity Church y el Capitolio – La Torre Eiffel.
Las construcciones más altas de la Argentina – Buenos Aires: torres y cúpulas – La Aduana Taylor y la Gran Aldea – La Cervecería Quilmes y la Catedral de San Isidro – La Avenida de Mayo y la cúpula del Congreso Nacional.
Unidad II. LA INVENCIÓN DEL RASCACIELOS
Edificios altos: Roma, Fustat, Shibam y Edimburgo – Buenos Aires: de los Altos de Escalada y Altos de Urioste al Molino Harinero San Francisco – Los primeros rascacielos: del Jayne Building a la exposición de Nueva York – El primer ascensor y el Haugwouth Building.
El incendio de Chicago de 1871 – Broadway y la edad de oro de Nueva York: Western Union Building y Tribune Building. – El Lower Manhattan y la mayor concentración de edificios en el mundo – Oceanía y los primeros rascacielos en Melbourne – Buenos Aires: la Avenida de Mayo – El World Building supera a la torre de la Trinity Church.
Unidad III. DE MANHATTAN AL MUNDO
Minneapolis, St. Paul y otras ciudades estadounidenses – El caso del Ryounkaku en Japón – Australia y Canadá – Buenos Aires: el edificio del Diario La Prensa – El caso de las torres de agua en Europa – Buenos Aires: del Plaza Hotel al Railway Building – El Paseo de Julio – Jornal do Brasil en Río de Janeiro y PasTA en Varsovia – El caso Vancouver.
Unidad IV. CATEDRALES DEL COMERCIO
El Woolworth Building y la era de los grandes rascacielos – Buenos Aires: la Galería Güemes y la Av. Leandro N. Alem – El caso Toronto – Primer rascacielos en China: Nanfang Dasha – El Palacio Barolo: un hito en la Av. de Mayo – Edificios altos en Europa – Sudamérica bate récords: el Palacio Salvo y el Edificio Mihanovich.
San Pablo vs. Río de Janeiro – El edificio Telefónica en Madrid – El Chrysler Building supera a la Torre Eiffel – El Empire State Building, techo del mundo – Primeros rascacielos en México y Cuba – Rosario y el Palacio Minetti, obra maestra del art decó – Buenos Aires: Edificios Comega y Safico, símbolos de la modernidad.
Unidad V. DE LA DEPRESIÓN A LA POSGUERRA
La gran depresión: el Rockefeller Center – Primeros rascacielos sudafricanos – Buenos Aires y el Edificio Kavanagh, techo de Latinoamérica – El Ministerio de Obras Públicas y el Obelisco – México: rascacielos en el Paseo de la Reforma – San Pablo: una little Manhattan. Hong Kong: Bank of China Building.
Las “siete hermanas” de Stalin – Los rascacielos en la Madrid de Franco – Rascacielos en La Habana de Batista – Buenos Aires: el Edificio Alas – Edificios en torre: primeros rascacielos en Mar del Plata – Chicago y las torres Marina City.
Unidad VI. LAS ALTURAS DURANTE LA GUERRA FRÍA
Los colosos de San Pablo: Italia, Copán y Mirante do Vale – Australia vuelve a cobrar altura – Kasumigaseki Biru y el inicio de la era de los rascacielos japoneses – El World Trade Center.
Buenos Aires: el caso de Catalinas Norte y la Torre Espacial – La Sears Tower en Chicago – Toronto: CN Tower y First Canadian Place – Caracas: las Torres del Parque Central.
Unidad VI. DE LOS AÑOS ’90 A LA ACTUALIDAD
La Torre Le Parc y Palermo Nuevo – Comienza el fenómeno panameño – Las Menara Petronas en Kuala Lumpur – Dubai, la nueva Manhattan – Puerto Madero: las Torres El Faro inician el camino – Taipei 101 – Boom de los rascacielos en China – Rascacielos de vivienda en Australia.
Moscú y el Centro Internacional de Comercio – Madrid: Cuatro Torres Business Area – Burj Khalifa, el techo del mundo – Sudamérica y Santiago de Chile.
Sobre el docente
Leonel Hernán Contreras nació el 5 de mayo de 1976. Es Licenciado en Historia de la Universidad del Salvador y trabaja en la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico (GCBA). Es Vocal de la Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires y Secretario de Investigaciones Históricas de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico-Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Ha publicado diversos libros sobre la historia y los personajes de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros: La leyenda del Petiso Orejudo (2000), Buenos Aires, la ciudad. breve historia (2004), Rascacielos porteños (2006), Buenos Aires: leyendas porteñas (2006), Buenos Aires y el transporte (2007), Buenos Aires Fútbol (2008), Historia cronológica de la Ciudad de Buenos Aires (2014), Petiso Orejudo: documento final (2014) y Mercados de Buenos Aires (2014).
Desde 2010 dicta en nuestra Biblioteca el taller "Historia de la ciudad de Buenos Aires" y el seminario "Misterios, mitos y leyendas de Buenos Aires", con gran suceso. Además, desarrolló una serie de paseos históricos guiados por la Ciudad.
Las construcciones más altas de la Argentina – Buenos Aires: torres y cúpulas – La Aduana Taylor y la Gran Aldea – La Cervecería Quilmes y la Catedral de San Isidro – La Avenida de Mayo y la cúpula del Congreso Nacional.
Unidad II. LA INVENCIÓN DEL RASCACIELOS
Edificios altos: Roma, Fustat, Shibam y Edimburgo – Buenos Aires: de los Altos de Escalada y Altos de Urioste al Molino Harinero San Francisco – Los primeros rascacielos: del Jayne Building a la exposición de Nueva York – El primer ascensor y el Haugwouth Building.
El incendio de Chicago de 1871 – Broadway y la edad de oro de Nueva York: Western Union Building y Tribune Building. – El Lower Manhattan y la mayor concentración de edificios en el mundo – Oceanía y los primeros rascacielos en Melbourne – Buenos Aires: la Avenida de Mayo – El World Building supera a la torre de la Trinity Church.
Unidad III. DE MANHATTAN AL MUNDO
Minneapolis, St. Paul y otras ciudades estadounidenses – El caso del Ryounkaku en Japón – Australia y Canadá – Buenos Aires: el edificio del Diario La Prensa – El caso de las torres de agua en Europa – Buenos Aires: del Plaza Hotel al Railway Building – El Paseo de Julio – Jornal do Brasil en Río de Janeiro y PasTA en Varsovia – El caso Vancouver.
Unidad IV. CATEDRALES DEL COMERCIO
El Woolworth Building y la era de los grandes rascacielos – Buenos Aires: la Galería Güemes y la Av. Leandro N. Alem – El caso Toronto – Primer rascacielos en China: Nanfang Dasha – El Palacio Barolo: un hito en la Av. de Mayo – Edificios altos en Europa – Sudamérica bate récords: el Palacio Salvo y el Edificio Mihanovich.
San Pablo vs. Río de Janeiro – El edificio Telefónica en Madrid – El Chrysler Building supera a la Torre Eiffel – El Empire State Building, techo del mundo – Primeros rascacielos en México y Cuba – Rosario y el Palacio Minetti, obra maestra del art decó – Buenos Aires: Edificios Comega y Safico, símbolos de la modernidad.
Unidad V. DE LA DEPRESIÓN A LA POSGUERRA
La gran depresión: el Rockefeller Center – Primeros rascacielos sudafricanos – Buenos Aires y el Edificio Kavanagh, techo de Latinoamérica – El Ministerio de Obras Públicas y el Obelisco – México: rascacielos en el Paseo de la Reforma – San Pablo: una little Manhattan. Hong Kong: Bank of China Building.
Las “siete hermanas” de Stalin – Los rascacielos en la Madrid de Franco – Rascacielos en La Habana de Batista – Buenos Aires: el Edificio Alas – Edificios en torre: primeros rascacielos en Mar del Plata – Chicago y las torres Marina City.
Unidad VI. LAS ALTURAS DURANTE LA GUERRA FRÍA
Los colosos de San Pablo: Italia, Copán y Mirante do Vale – Australia vuelve a cobrar altura – Kasumigaseki Biru y el inicio de la era de los rascacielos japoneses – El World Trade Center.
Buenos Aires: el caso de Catalinas Norte y la Torre Espacial – La Sears Tower en Chicago – Toronto: CN Tower y First Canadian Place – Caracas: las Torres del Parque Central.
Unidad VI. DE LOS AÑOS ’90 A LA ACTUALIDAD
La Torre Le Parc y Palermo Nuevo – Comienza el fenómeno panameño – Las Menara Petronas en Kuala Lumpur – Dubai, la nueva Manhattan – Puerto Madero: las Torres El Faro inician el camino – Taipei 101 – Boom de los rascacielos en China – Rascacielos de vivienda en Australia.
Moscú y el Centro Internacional de Comercio – Madrid: Cuatro Torres Business Area – Burj Khalifa, el techo del mundo – Sudamérica y Santiago de Chile.
Sobre el docente
Leonel Hernán Contreras nació el 5 de mayo de 1976. Es Licenciado en Historia de la Universidad del Salvador y trabaja en la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico (GCBA). Es Vocal de la Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires y Secretario de Investigaciones Históricas de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico-Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Ha publicado diversos libros sobre la historia y los personajes de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros: La leyenda del Petiso Orejudo (2000), Buenos Aires, la ciudad. breve historia (2004), Rascacielos porteños (2006), Buenos Aires: leyendas porteñas (2006), Buenos Aires y el transporte (2007), Buenos Aires Fútbol (2008), Historia cronológica de la Ciudad de Buenos Aires (2014), Petiso Orejudo: documento final (2014) y Mercados de Buenos Aires (2014).
Desde 2010 dicta en nuestra Biblioteca el taller "Historia de la ciudad de Buenos Aires" y el seminario "Misterios, mitos y leyendas de Buenos Aires", con gran suceso. Además, desarrolló una serie de paseos históricos guiados por la Ciudad.
Informes e inscripción
De lunes a viernes, de 16 a 20 en Austria 2154, por teléfono llamando al 4802-8211 en los mismos días y horarios, o por mail a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar.
Los cupos son limitados. Socios de la Biblioteca, empleados municipales y profesionales de turismo tienen un descuento en el valor del curso. Además, recibirán un beneficio adicional quienes abonen la totalidad del taller al comenzar o se inscriban a más de un curso.
CONVERSATION
Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte
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Pizarnik, evocada por el CEP
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Banville versus Black: el escritor irlandés y su otro yo, cara a cara
Invitado central de la Feria del Libro, donde hablará mañana a las 18.30, John Banville, Premio Príncipe de Asturias, responde por su obra y por la de Benjamin Black, el autor que inventó para escribir policiales.
"Tendríamos que estar almorzando. Sería más divertido" John Banville tiene razón. Son casi las dos de la tarde y, aunque toma ahora vino blanco, siente que falta algo más. El problema no es en realidad la comida, sino la convivialidad.
Las obligaciones como invitado central de la Feria del Libro de Buenos Aires -y los premios repetidos como el Booker y el Príncipe de Asturias- lo fuerzan a dar entrevistas, pero tal vez a Banville le guste más conversar que ser entrevistado. En cierto modo, respira cuando se olvida del paso del tiempo, cuando sabe que tiene tiempo por delante, una holgura que la fama -la suya y la de su álter ego Benjamin Black- le fue recortando.
Quien haya leído cualquiera de sus libros sabe que la memoria cumple una función decisiva. La cumplía en la novela El mar y también en la más reciente Antigua luz. "El pasado me fascina -dice Banville-. Y me fascina en los siguientes términos: cuándo el pasado se convierte en el pasado. ¿El pasado es esta mañana, es ayer? No estoy seguro. Pero el año pasado empezó a ser el pasado. Y sin duda hace treinta años era pasado. Pero hace treinta años ese momento era el presente. Y era tan aburrido y tan común como todo presente. Entonces, ¿qué lo hace tan luminoso cuando se convierte en pasado? ¿Qué pasó? ¿Qué nos pasó a nosotros? Es un misterio que no voy a resolver nunca."
-Pero ¿existe la memoria o es una invención continua?
-Es una invención continua. Los neurocientíficos están poniéndose de acuerdo con mi teoría: no existe el pasado, sino que lo imaginamos.
No me interesa escribir sobre el mundo contemporáneo, sobre los teléfonos celulares. Es posible que eso lo haya tomado de Borges, que evitó el mundo contemporáneo y se creó otros mundos
-Podría pensarse que cada vez que recordamos algo no hacemos más que intentar convencernos de que ese recuerdo fue cierto.
-Me parece que hacemos "modelos" de las cosas. Entonces lo que nos llevamos al futuro no son las cosas en sí, una cara, un día, un lugar, sino modelos de cada una de esas cosas. Con los años, esos modelos se desvanecen, por eso si volvemos a un lugar al que no íbamos hacía veinte años, no encontramos las cosas donde estaban. También la memoria decae.
-Hablar de la memoria es hablar del tiempo. Y el tiempo es el objeto principal de su novela Los infinitos. ¿No le parece que el tiempo, que finalmente nos quita todo, da como compensación, dado que todo relato está hecho de tiempo, la posibilidad de contar la pérdida?
-Es un concepto hermoso. No se sorprenda si se lo robo y aparece en mi próximo libro.
-Si lo hiciera, querría decir que su relación con el tiempo es en cierto modo angustiosa.
-Diría que es dulcemente angustiosa. Lo es sobre todo cuando vuelvo a las cosas que recuerdo o que imagino. Tengo muchos dolores dulces. Pero es bueno sentir el dolor por lo que ya no está, el dolor de la pérdida.
-¿Hay en el recuerdo alguna reparación imaginaria del pasado?
-Si escribo un texto periodístico sobre unas vacaciones cuando era chico, voy a sacar todo tipo de recuerdos de mi niñez. Pero ¿los recuerdo o los imaginé? Ése es uno de los motivos por los que escribí como Benjamin Black. Las historias transcurren en una época en la que yo tenía 10 años, y es impresionante todo lo que sé de ese período que no sabía que sabía.
-Si pudiera verlo desde afuera, ¿qué diría usted de Black?
-¡Claro que puedo verlo desde afuera! La verdad es que no sé bien quién es. Creo que es un artesano. Me sobra energía como escritor y tengo que gastarla.
-En el ensayo El escritor argentino y la tradición, Borges decía que era normal que para un escritor francés la literatura fuera la literatura francesa, pero que para un argentino, en la periferia, la literatura era la literatura del mundo. Lo interesante es que enseguida Borges dice que eso es algo que los argentinos compartimos con los irlandeses.
-Es cierto. Los países periféricos como Irlanda y la Argentina creamos en la literatura una centralidad para nosotros mismos. No que el centro seamos nosotros, sino que conquistamos una centralidad en el mundo. Philip Larkin estaba en el norte de Irlanda y muchos le dijeron cómo podía vivir tan lejos del centro. Y el poeta les dijo: "¿El centro de qué?". Para esas personas Londres era el centro. Yo estoy fascinado de estar en Buenos Aires. Cuando salí a caminar ayer con mi mujer, decíamos: esto podría ser Manhattan, esto podría ser París, esto podría ser Londres...Es extraordinario.
-¿Cómo es su relación con la tradición irlandesa? Joyce, por supuesto, pero también Flann O'Brien y Yeats.
-Yeats es mi mayor héroe. Para nosotros, la tradición es difícil pero sostenida. No producimos escritores mainstream: o son maravillosos o son un fracaso. Estos escritores están detrás de nosotros como estatuas gigantes, y nos miran. Y nos dicen: "Miren lo que hicimos, ¿qué están haciendo ustedes, hombrecitos?". Primero lloramos, pero después nos decimos: "Está bien, no soy tan grande, pero algo voy a hacer".
-Usted parece llevar la prosa al límite de la poesía sin que deje de ser prosa. Son pasajes en los que el relato queda en suspenso.
-Por eso inventé el mundo de Los infinitos. No me interesa escribir sobre el mundo contemporáneo, sobre los teléfonos celulares. Es posible que eso lo haya tomado de Borges, que evitó el mundo contemporáneo y se creó otros mundos. El poema es la única obra de arte que se debe tomar o dejar. Trato de lograr eso en la prosa. Quiero la intensidad de la poesía, y no me importa que alguno diga: "No, gracias". Si el artista trabajó, que el lector también trabaje. Nuestra intensidad decae; la del arte, no. Ya elegí la música para mi funeral, pero prefiero escucharla antes de morirme.
-¿Qué pieza eligió?
-Cambia todos los días.
-¿Cuál es hoy?
-Los Nocturnos de Fauré, pero no los primeros, sino del 8 en adelante.
-¿Y por qué no el Réquiem de Fauré?
-Mmm. Me encanta. Pero sería demasiado evidente. Y además quiero que mi funeral sea una fiesta. Voy a dejar escrito en el testamento que quiero doce cajas del mejor champagne.
Pablo Gianera
Banville versus Black
Inescrutable, solitario, torpe y descortés hasta la exasperación, el doctor Quirke -un forense viudo y huérfano, criado en un orfanato católico- se mueve cómodo entre los cadáveres, el alcohol, el tabaco y el peso de la memoria. En la opresiva Dublin de los años 50, la religión tiene poder de Estado y los asesinatos son la excepción, jamás la regla. A Quirke el mundo de los vivos pareciera interesarle poco, excepto por una cuestión: las personas suelen ser la llave para descifrar ciertas muertes, que él, por su curiosidad selectiva, está impelido a resolver.
Cada verano, Benjamin Black (B.B.), "el artesano" y álter ego de John Banville, "el artista", repite un mismo ritual: se recluye del tedio estival en su estudio dublinés y se desdobla. Con prosa llana, directa, indaga en la motivación criminal y expone su andamiaje. Como si fuera una gran exhalación literaria, en tres meses concluye una novela negra, en la que Quirke, de algún modo, ajustará cuentas con el pasado oscuro de Irlanda.
A pedido de los herederos de Raymond Chandler, el verano pasado Black experimentó un tercer desdoblamiento: se apartó de Quirke para revivir al célebre Philip Marlowe en La rubia de ojos negros, la última de sus ocho novelas policiales. El resultado -pese a sus licencias en la reinvención de la ciudad de Los Ángeles- no defraudó: la crítica encomió al Marlowe de Black, quien ya urde otra nueva identidad para futuros libros.
-Benjamin Black (B.B.) afloró cuando el escritor ya estaba forjado. ¿Cuál es la ventaja de abordar la novela negra desde la madurez literaria?
-Si alguien a mis 25 años me hubiera dicho que iba a escribir La rubia de ojos negros, no lo hubiera creído. A medida que uno madura, se vuelve más responsable, pero también más juguetón. Tenía cerca de 60 años cuando nació B.B. Un poco tarde como para tener un hijo. Casi como una travesura, quise probar con un solo libro. Pero me sobra energía literaria y sigo pegado a él. En parte, también porque odio el verano y B.B. me ayuda a soportarlo.
-¿Por qué ese doppelgänger se perpetúa en el policial y no en otro género?
-Porque admiro el policial. Fue un filósofo inglés amigo quien me sugirió que leyera a Georges Simenon. Y cuando vi lo que podía hacerse con esa prosa directa, seca, precisa, opuesta al lenguaje de Banville, decidí probarla. Reconozco que esperaba hacer una fortuna, pero luego de diez años no lo logré. Creo que es porque mis novelas no son suficientemente sangrientas ni criminales como se espera de un género, que en mi caso tuvo además otras influencias: el propio Chandler, James M. Cain y Richard Stark.
-¿Considera al policial un género menor?
-Trato de no hacer distinciones. Para mí, hay buena y mala escritura. El primer lavavajillas que compré venía con un manual escrito de forma exquisita, claro, preciso. Lo leí dos veces. La buena escritura puede aparecer en cualquier medio. Si yo tuviera una librería, los volúmenes sólo estarían ordenados alfabéticamente, sin géneros. Claro que en un rincón pondría: Todo esto no necesita ser leído. Pero lo bueno de los libros es que siempre hay algo que uno no leyó. Años atrás, descubrí a Pascal Garnier y me maravilló esa prosa que se ensombrece a medida que avanza hasta alcanzar el caos.
- ¿Ser otro se convirtió en una necesidad?
-Es que no lo entiendo mucho a Black. Constantemente me lo confundo con Quirke. A veces son la misma persona. Y cuando hablo de él, muchas veces también me refiero a B.B. Él es apenas una de todas mis versiones. Trabajé 35 años como editor literario en periódicos. De noche editaba; de día, escribía: era dos personas completamente diferentes. Estoy acostumbrado a esas dualidades. Solemos creer que somos una unidad, pero somos una serie de poses: interpretamos el papel que en su momento nos toca.
-¿El policial que usted escribe de un tirón encierra algún desafío?
-Claro,el gran atractivo de ser B.B. es el de trabajar en un género lleno de clichés y de tratar de convertirlosen algo totalmente nuevo. Creo que los escritores de novela negra no cambian ni se desarrollan. Mis libros tienen el mismo tono y está bien que así sea. Por eso también me gustaría escribir algo pornográfico.
-¿Lo dice en serio?
-Claro, algo en la tradición de La historia de O [de Pauline Réage, seudónimo de la francesa Anne Desclos]. Lo erótico está íntimamente relacionado con la melancolía. Detrás de esa fantasía, asoma la tristeza del ser. Me gustaría poder llegar con el lenguaje a ese otro sustrato, más solapado y sutil, ya que la tristeza humana no ha sido abordada en ningún otro género mejor que en la pornografía. Pero sé lo que me van a decir cuando lo escriba: que mi libro no es lo suficientemente pornográfico. [Ríe con ganas].
-Los tramas de abusos y pedofilia en la curia que asoman en algunos de sus libros hacen pensar en Quirke como una especie de justiciero literario...
-Nunca lo vi así. Él escribe libros, no tiene responsabilidad social, pero sí un gran apego por la verdad de los hechos que va descubriendo.
-¿La metodología de trabajo de Banville es similar a la de Black?
-No, son opuestas. En un mismo estudio, tengo dos mesas en ángulo y una silla. Banville escribe en cuadernos hechos a medida y con pluma. Black va directamente a la computadora, un elemento demasiado rápido para la lenta y más tortuosa elaboración de Banville.
-¿Cómo juzga a las novelas de Black y qué concepto tiene éste de Banville?
-Estoy muy orgulloso de esos policiales, que son piezas artesanales, escritas con mucha honestidad. Black desprecia a Banville porque lo ve como a un escritor idiota y soberbio. No le perdona que escriba esas frases complejas, intrincadas, que él no soporta siguiera leer.
Loreley Gaffoglio
Diario La Nación, sábado 2 de mayo de 2015
Uno de los favoritos de la Biblioteca
Los policiales de Benjamin Black, y también la obra de John Banville, están a la cabeza de los pedidos de nuestros socios. Por eso en esta Feria del Libro se sumaron nuevos títulos a la amplia colección de sus obras a disposición de los socios de la Biblioteca. Conozca el catálogo on line acá.
"Tendríamos que estar almorzando. Sería más divertido" John Banville tiene razón. Son casi las dos de la tarde y, aunque toma ahora vino blanco, siente que falta algo más. El problema no es en realidad la comida, sino la convivialidad.
Las obligaciones como invitado central de la Feria del Libro de Buenos Aires -y los premios repetidos como el Booker y el Príncipe de Asturias- lo fuerzan a dar entrevistas, pero tal vez a Banville le guste más conversar que ser entrevistado. En cierto modo, respira cuando se olvida del paso del tiempo, cuando sabe que tiene tiempo por delante, una holgura que la fama -la suya y la de su álter ego Benjamin Black- le fue recortando.
Quien haya leído cualquiera de sus libros sabe que la memoria cumple una función decisiva. La cumplía en la novela El mar y también en la más reciente Antigua luz. "El pasado me fascina -dice Banville-. Y me fascina en los siguientes términos: cuándo el pasado se convierte en el pasado. ¿El pasado es esta mañana, es ayer? No estoy seguro. Pero el año pasado empezó a ser el pasado. Y sin duda hace treinta años era pasado. Pero hace treinta años ese momento era el presente. Y era tan aburrido y tan común como todo presente. Entonces, ¿qué lo hace tan luminoso cuando se convierte en pasado? ¿Qué pasó? ¿Qué nos pasó a nosotros? Es un misterio que no voy a resolver nunca."
-Pero ¿existe la memoria o es una invención continua?
-Es una invención continua. Los neurocientíficos están poniéndose de acuerdo con mi teoría: no existe el pasado, sino que lo imaginamos.
No me interesa escribir sobre el mundo contemporáneo, sobre los teléfonos celulares. Es posible que eso lo haya tomado de Borges, que evitó el mundo contemporáneo y se creó otros mundos
-Podría pensarse que cada vez que recordamos algo no hacemos más que intentar convencernos de que ese recuerdo fue cierto.
-Me parece que hacemos "modelos" de las cosas. Entonces lo que nos llevamos al futuro no son las cosas en sí, una cara, un día, un lugar, sino modelos de cada una de esas cosas. Con los años, esos modelos se desvanecen, por eso si volvemos a un lugar al que no íbamos hacía veinte años, no encontramos las cosas donde estaban. También la memoria decae.
-Hablar de la memoria es hablar del tiempo. Y el tiempo es el objeto principal de su novela Los infinitos. ¿No le parece que el tiempo, que finalmente nos quita todo, da como compensación, dado que todo relato está hecho de tiempo, la posibilidad de contar la pérdida?
-Es un concepto hermoso. No se sorprenda si se lo robo y aparece en mi próximo libro.
-Si lo hiciera, querría decir que su relación con el tiempo es en cierto modo angustiosa.
-Diría que es dulcemente angustiosa. Lo es sobre todo cuando vuelvo a las cosas que recuerdo o que imagino. Tengo muchos dolores dulces. Pero es bueno sentir el dolor por lo que ya no está, el dolor de la pérdida.
-¿Hay en el recuerdo alguna reparación imaginaria del pasado?
-Si escribo un texto periodístico sobre unas vacaciones cuando era chico, voy a sacar todo tipo de recuerdos de mi niñez. Pero ¿los recuerdo o los imaginé? Ése es uno de los motivos por los que escribí como Benjamin Black. Las historias transcurren en una época en la que yo tenía 10 años, y es impresionante todo lo que sé de ese período que no sabía que sabía.
-Si pudiera verlo desde afuera, ¿qué diría usted de Black?
-¡Claro que puedo verlo desde afuera! La verdad es que no sé bien quién es. Creo que es un artesano. Me sobra energía como escritor y tengo que gastarla.
-En el ensayo El escritor argentino y la tradición, Borges decía que era normal que para un escritor francés la literatura fuera la literatura francesa, pero que para un argentino, en la periferia, la literatura era la literatura del mundo. Lo interesante es que enseguida Borges dice que eso es algo que los argentinos compartimos con los irlandeses.
-Es cierto. Los países periféricos como Irlanda y la Argentina creamos en la literatura una centralidad para nosotros mismos. No que el centro seamos nosotros, sino que conquistamos una centralidad en el mundo. Philip Larkin estaba en el norte de Irlanda y muchos le dijeron cómo podía vivir tan lejos del centro. Y el poeta les dijo: "¿El centro de qué?". Para esas personas Londres era el centro. Yo estoy fascinado de estar en Buenos Aires. Cuando salí a caminar ayer con mi mujer, decíamos: esto podría ser Manhattan, esto podría ser París, esto podría ser Londres...Es extraordinario.
-¿Cómo es su relación con la tradición irlandesa? Joyce, por supuesto, pero también Flann O'Brien y Yeats.
-Yeats es mi mayor héroe. Para nosotros, la tradición es difícil pero sostenida. No producimos escritores mainstream: o son maravillosos o son un fracaso. Estos escritores están detrás de nosotros como estatuas gigantes, y nos miran. Y nos dicen: "Miren lo que hicimos, ¿qué están haciendo ustedes, hombrecitos?". Primero lloramos, pero después nos decimos: "Está bien, no soy tan grande, pero algo voy a hacer".
-Usted parece llevar la prosa al límite de la poesía sin que deje de ser prosa. Son pasajes en los que el relato queda en suspenso.
-Por eso inventé el mundo de Los infinitos. No me interesa escribir sobre el mundo contemporáneo, sobre los teléfonos celulares. Es posible que eso lo haya tomado de Borges, que evitó el mundo contemporáneo y se creó otros mundos. El poema es la única obra de arte que se debe tomar o dejar. Trato de lograr eso en la prosa. Quiero la intensidad de la poesía, y no me importa que alguno diga: "No, gracias". Si el artista trabajó, que el lector también trabaje. Nuestra intensidad decae; la del arte, no. Ya elegí la música para mi funeral, pero prefiero escucharla antes de morirme.
-¿Qué pieza eligió?
-Cambia todos los días.
-¿Cuál es hoy?
-Los Nocturnos de Fauré, pero no los primeros, sino del 8 en adelante.
-¿Y por qué no el Réquiem de Fauré?
-Mmm. Me encanta. Pero sería demasiado evidente. Y además quiero que mi funeral sea una fiesta. Voy a dejar escrito en el testamento que quiero doce cajas del mejor champagne.
Pablo Gianera
Banville versus Black
Cada verano, Benjamin Black (B.B.), "el artesano" y álter ego de John Banville, "el artista", repite un mismo ritual: se recluye del tedio estival en su estudio dublinés y se desdobla. Con prosa llana, directa, indaga en la motivación criminal y expone su andamiaje. Como si fuera una gran exhalación literaria, en tres meses concluye una novela negra, en la que Quirke, de algún modo, ajustará cuentas con el pasado oscuro de Irlanda.
A pedido de los herederos de Raymond Chandler, el verano pasado Black experimentó un tercer desdoblamiento: se apartó de Quirke para revivir al célebre Philip Marlowe en La rubia de ojos negros, la última de sus ocho novelas policiales. El resultado -pese a sus licencias en la reinvención de la ciudad de Los Ángeles- no defraudó: la crítica encomió al Marlowe de Black, quien ya urde otra nueva identidad para futuros libros.
-Benjamin Black (B.B.) afloró cuando el escritor ya estaba forjado. ¿Cuál es la ventaja de abordar la novela negra desde la madurez literaria?
-Si alguien a mis 25 años me hubiera dicho que iba a escribir La rubia de ojos negros, no lo hubiera creído. A medida que uno madura, se vuelve más responsable, pero también más juguetón. Tenía cerca de 60 años cuando nació B.B. Un poco tarde como para tener un hijo. Casi como una travesura, quise probar con un solo libro. Pero me sobra energía literaria y sigo pegado a él. En parte, también porque odio el verano y B.B. me ayuda a soportarlo.
-¿Por qué ese doppelgänger se perpetúa en el policial y no en otro género?
-Porque admiro el policial. Fue un filósofo inglés amigo quien me sugirió que leyera a Georges Simenon. Y cuando vi lo que podía hacerse con esa prosa directa, seca, precisa, opuesta al lenguaje de Banville, decidí probarla. Reconozco que esperaba hacer una fortuna, pero luego de diez años no lo logré. Creo que es porque mis novelas no son suficientemente sangrientas ni criminales como se espera de un género, que en mi caso tuvo además otras influencias: el propio Chandler, James M. Cain y Richard Stark.
-¿Considera al policial un género menor?
-Trato de no hacer distinciones. Para mí, hay buena y mala escritura. El primer lavavajillas que compré venía con un manual escrito de forma exquisita, claro, preciso. Lo leí dos veces. La buena escritura puede aparecer en cualquier medio. Si yo tuviera una librería, los volúmenes sólo estarían ordenados alfabéticamente, sin géneros. Claro que en un rincón pondría: Todo esto no necesita ser leído. Pero lo bueno de los libros es que siempre hay algo que uno no leyó. Años atrás, descubrí a Pascal Garnier y me maravilló esa prosa que se ensombrece a medida que avanza hasta alcanzar el caos.
- ¿Ser otro se convirtió en una necesidad?
-Es que no lo entiendo mucho a Black. Constantemente me lo confundo con Quirke. A veces son la misma persona. Y cuando hablo de él, muchas veces también me refiero a B.B. Él es apenas una de todas mis versiones. Trabajé 35 años como editor literario en periódicos. De noche editaba; de día, escribía: era dos personas completamente diferentes. Estoy acostumbrado a esas dualidades. Solemos creer que somos una unidad, pero somos una serie de poses: interpretamos el papel que en su momento nos toca.
-¿El policial que usted escribe de un tirón encierra algún desafío?
-Claro,el gran atractivo de ser B.B. es el de trabajar en un género lleno de clichés y de tratar de convertirlosen algo totalmente nuevo. Creo que los escritores de novela negra no cambian ni se desarrollan. Mis libros tienen el mismo tono y está bien que así sea. Por eso también me gustaría escribir algo pornográfico.
-¿Lo dice en serio?
-Claro, algo en la tradición de La historia de O [de Pauline Réage, seudónimo de la francesa Anne Desclos]. Lo erótico está íntimamente relacionado con la melancolía. Detrás de esa fantasía, asoma la tristeza del ser. Me gustaría poder llegar con el lenguaje a ese otro sustrato, más solapado y sutil, ya que la tristeza humana no ha sido abordada en ningún otro género mejor que en la pornografía. Pero sé lo que me van a decir cuando lo escriba: que mi libro no es lo suficientemente pornográfico. [Ríe con ganas].
-Los tramas de abusos y pedofilia en la curia que asoman en algunos de sus libros hacen pensar en Quirke como una especie de justiciero literario...
-Nunca lo vi así. Él escribe libros, no tiene responsabilidad social, pero sí un gran apego por la verdad de los hechos que va descubriendo.
-¿La metodología de trabajo de Banville es similar a la de Black?
-No, son opuestas. En un mismo estudio, tengo dos mesas en ángulo y una silla. Banville escribe en cuadernos hechos a medida y con pluma. Black va directamente a la computadora, un elemento demasiado rápido para la lenta y más tortuosa elaboración de Banville.
-¿Cómo juzga a las novelas de Black y qué concepto tiene éste de Banville?
-Estoy muy orgulloso de esos policiales, que son piezas artesanales, escritas con mucha honestidad. Black desprecia a Banville porque lo ve como a un escritor idiota y soberbio. No le perdona que escriba esas frases complejas, intrincadas, que él no soporta siguiera leer.
Loreley Gaffoglio
Diario La Nación, sábado 2 de mayo de 2015
Uno de los favoritos de la Biblioteca
Los policiales de Benjamin Black, y también la obra de John Banville, están a la cabeza de los pedidos de nuestros socios. Por eso en esta Feria del Libro se sumaron nuevos títulos a la amplia colección de sus obras a disposición de los socios de la Biblioteca. Conozca el catálogo on line acá.
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Desde el brocal del alma
de Cecilia Glanzmann
(Vinciguerra, Buenos Aires, 2014, 32 páginas)
El tono es confidencial, como si la autora le leyera al lector poesías dictadas por otros (”Eso dicen”).
Es un poemario de paz, calma y del retiro solitario (“Pareciera que nada pasa/ mientras el preludio del alba/ avanza”). Su contenido es humano, optimista, esperanzado y se expresa con excelentes imágenes: “Cuando se me escapa la luna/ tras el fuego del agua”.
Toda esta alegría va acompañada de reflexiones acerca de la existencia y de la vida en general. Se percibe un canto sencillo y a la vez hondo hacia la naturaleza, ya sea en su magnitud (“hay astrólogos hablando con tus entrañas/ para cifrarnos mensajes que recibirán algunos/ y otros…serán influidos sin saberlo”) como en sus mínimas manifestaciones (“Tiene pecas el vidrio de la ventana/ pecas embarazadas/ de inesperada lluvia”).
Cecilia Glanzmann nació en Bell Ville, Córdoba, pero reside en Trelew, Chubut, desde 1972. Entre sus obras publicadas figuran Ecos mi voz, Territorios del ser y del instante (Faja de Honor de la ADEA 1990), Y aún el bosque mágico, Amor de Remolacha, Hilanderos de la luz, Ritual de las cigarras, Liberándonos, Metodología de estudio. Juglares del silencio- Patagonia argentina (Mención de Honor SADE 2008, declarada de Interés Cultural por el Honorable Senado de la Nación), Del arpa del caminante, Aprendiz de pájaro. En 2010 el Gobierno de la Pcia. de Chubut la distinguió como “Mujer Destacada”.
Germán Cáceres
(Vinciguerra, Buenos Aires, 2014, 32 páginas)
El tono es confidencial, como si la autora le leyera al lector poesías dictadas por otros (”Eso dicen”).
Es un poemario de paz, calma y del retiro solitario (“Pareciera que nada pasa/ mientras el preludio del alba/ avanza”). Su contenido es humano, optimista, esperanzado y se expresa con excelentes imágenes: “Cuando se me escapa la luna/ tras el fuego del agua”.
Toda esta alegría va acompañada de reflexiones acerca de la existencia y de la vida en general. Se percibe un canto sencillo y a la vez hondo hacia la naturaleza, ya sea en su magnitud (“hay astrólogos hablando con tus entrañas/ para cifrarnos mensajes que recibirán algunos/ y otros…serán influidos sin saberlo”) como en sus mínimas manifestaciones (“Tiene pecas el vidrio de la ventana/ pecas embarazadas/ de inesperada lluvia”).
Cecilia Glanzmann nació en Bell Ville, Córdoba, pero reside en Trelew, Chubut, desde 1972. Entre sus obras publicadas figuran Ecos mi voz, Territorios del ser y del instante (Faja de Honor de la ADEA 1990), Y aún el bosque mágico, Amor de Remolacha, Hilanderos de la luz, Ritual de las cigarras, Liberándonos, Metodología de estudio. Juglares del silencio- Patagonia argentina (Mención de Honor SADE 2008, declarada de Interés Cultural por el Honorable Senado de la Nación), Del arpa del caminante, Aprendiz de pájaro. En 2010 el Gobierno de la Pcia. de Chubut la distinguió como “Mujer Destacada”.
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