de Graciela Licciardi
(Enigma Editores, Buenos Aires, 2013,118 páginas)
Se inicia con un original y talentoso prólogo de Sebastián Jorgi, que mezcla versos del libro con su propia prosa. Le sigue otra introducción erudita de Tomás Barna que establece vínculos entre estos poemas con varios tangos. Por último, el poscriptum de Ernesto Goldar logra captar la esencia de su voz lírica.
La autora muestra una fuerte carga existencial, en cuya calidad poética se advierte una sensación de soledad, frustración y culpa. Y, sobre todo, de melancolía y distancia (“manía de tocar el alma/ esta noche tan torpe/ en que he salido a recordar”).
Licciardi se nutre del tango, de sus letras, compositores e intérpretes y hasta de la intensa carga erótica de su baile (“contracciones del sexo/ que escupen huesos en cadencia/ y la mano de él que se incrusta en mi espalda”). Su poemario transparente y arrebatado está atravesado por la angustia de la muerte, que se avecina inevitable, como si tratara de una liberación (“ahora salgo a la pista/ a danzar con la muerte/ que me aprieta la cintura/ y me dejo rescatar/ por fin/ de la burla de este mundo”).
Por sus poesías desfilan el barrio, las noches tangueras y una desolación sin límites (“alguna vez me quedará la lengua rota/ de tanto fatigar la vida”). También se mencionan la solterona, la vieja, la barra de la esquina que contempló “esa piba de barrio/ que vive en un cielo arretazado”, y se evocan amores desencontrados y un ayer valioso pero irrecuperable (“y mi frente gotea un pasado/ sin regreso”).
Sin embargo, esta obra respira fe, esperanza y espíritu de lucha (“por la vida a contramano/ quiero seguir adelante/ intentando lo que pueda”) (“y vivir hasta lo último/ por si acaso”).
La poeta constantemente homenajea el lenguaje: “la palabra lame antiguos versos/ y se queda colgada como una joya que no se manifiesta”.
Graciela Licciardi nació en Buenos Aires y tiene ocho libros publicados. Entre ellos, Las palabras de la noche (cuentos) recibió la Faja de Honor de la SADE en 1997; su novela Lágrima hueca obtuvo Mención de Honor del Fondo Nacional de las Artes; y acaba de lograr por La vida a contramano una merecida Mención de Honor de la S.A.D.E. en poesía. Coordina con la escritora Cristina Pizarro el Taller A.L.E.G.R.I.A., un ciclo cultural.
Germán Cáceres
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