de Oenlao
(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2012, 84 páginas)
Esta novela gráfica de Oenlao (Carlos Scherpa) consta de siete capítulos, cada uno de los cuales fue dibujado por un artista diferente.
El libro exhibe una notable y llamativa portada (de Daniel Mendoza y Alejandro Aguado; diseño de Gustavo Lucero) con una sensual mujer –casi desnuda- asediada por un mazorquero de gorra y camisa rojas, ambos rodeados por una vegetación verde. El uso de colores complementarios potencia el vigor de la escena.
Es altamente emotivo el prólogo de Ariel Avilez, que reivindica el género gauchesco y la visión de una historia argentina renovada: “No hay buenos, no hay malos, no hay próceres ni idealización alguna”.
Muy ilustrativos los comentarios del profesor José Hugo Goicoechea, abundantes en jugosos datos históricos, que tanto asisten al lector en la comprensión de ese contradictorio período durante el cual Rosas gobernó la Provincia de Buenos Aires.
Hay un facón del misterioso Almanegra que recorre varios episodios de esa época. El guión de Oenlao es económico en textos, pero pródigo en elipsis, en sugerencias y en cuadritos mudos. Su empresa es difícil dado que debe congregar a un dibujante por capítulo, adaptarse a sus respectivas estéticas y concretar una proeza narrativa: la unidad.
Fer Gris ilustra el capítulo 1 con un grafismo de intensos contrastes entre blancos y negros plenos.
En el capítulo 2, Ader incluye numerosos cuadritos distribuidos en las páginas como si formaran parte del boceto de un vitral que ensalzara la violencia.
Chelo Candia recurre al gris para estilizar sus expresivos dibujos del capítulo 3.
En el capítulo 4, José Massaroli entrega magníficos y audaces enfoques que se despliegan en una planificación digna de su profesionalismo.
Los dibujos de Edu Molina para el capítulo 5 proyectan originales cuadritos e introducen también una viñeta página.
Ríos Blanco hace honor a su apellido en el capítulo 6 ya que otorga valor expresivo a los fondos blancos.
Henry Díaz aporta secuencias de gran movimiento al capítulo 7, en las que el gris entramado adorna los dibujos.
A continuación se incluyen “historietas cortas de yapa que ayudan a aclarar algunos puntos oscuros de la historia, no todos”. Edgardo Bernoy se destaca dibujando jinetes que montan caballos al galope. En sus respectivas historietas, Sedes (Sergio de Sanctis) y Leo Sandler se preocupan de dotar al personaje de Jacinta de un fuerte acento erótico. Y Mariano Antonelli sobresale con su peculiar estilo de múltiples rayas.
Asimismo se expone en esta yapa una versión breve de El facón de Almanegra, en donde el guión de Ernesto Padilla, de gran poder de síntesis, permite que se destaque el trazo seguro y vigoroso de Felipe Ávila.
El libro se cierra con una serie de excelentes ilustraciones de distintos estilos: Daniel Mendoza –acompañado por un poema de Massaroli-, Nehuén Defosse, Alberto di Francisco, Dakota (Daniel Marcelo Acosta), Alejandro Aguado y Gustavo Lucero.
Eustaquio Bove añade al final una nota de humor al informar que Oenlao: “Debutó como editor, coordinador, diseñador, guionista, dibujante, distribuidor, promotor y único lector en 2009, cuando sacó a la calle una revista de bárbaros, Khar y su periplo insondable, obra de veinte dibujantes más”.
Germán Cáceres
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