de Ernesto Mallo
(Planeta, Buenos Aires, 2012, 208 páginas)
Esta nueva novela negra del comisario Lascano, “El Perro”, es la tercera de la saga (las otras dos son: La aguja en el pajar, 2005, y Delincuente argentino, 2009), y pinta una realidad sórdida, que se hunde en los abismos de la degradación humana: la trata de mujeres. Resulta evidente que Ernesto Mallo ha realizado una investigación amplia y profunda; por momentos la narración posee tanta autenticidad y convicción que parece estar basada en un hecho absolutamente real, o tratarse de un texto inscripto en la línea del nuevo periodismo o de la non-fiction. Participa así de una suerte de feísmo que se propone denunciar con contundencia una aberrante injusticia social, por eso abundan la violencia (disparos a quemarropa, cuchillazos, fusilamientos, tiroteos, palizas brutales, quemaduras con cigarrillos) y las escenas sangrientas, casi macabras (“Camacho hunde la navaja en el ojo de Romero y se lo hace saltar con un movimiento de muñeca”).
Sofía Taborda -cuya hija fue asesinada al costado de la ruta a Mar del Plata- es una prima rica del protagonista que le encarga la búsqueda de su nieta desaparecida, y el ahora ex comisario, pues lo han jubilado, inicia un sondeo por los burdeles de la ciudad feliz. En este descenso a los infiernos queda patentizada la estrecha ligazón de numerosos policías y de la corrupción judicial en este negocio ilegal. Como asegura un personaje: “Tarde o temprano vas a llegar a la guita. Si perseguís el delito, podrás llegar a los criminales de segunda. Pero si seguís la ruta del dinero, Lascano...te vas a meter en el terreno de los grandes criminales. Este negocio de las putas llega más arriba de lo que creés.” Por su parte, en el reportaje que le realizó Silvina Friera en Página/12 (9/8/2012), Mallo sentenció: “El crimen es parte de la sociedad; vivimos en una sociedad que es criminal”.
El autor (que fue traducido al alemán, croata, francés, italiano e inglés, y recibió el premio Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón, 2007) es ante todo un gran narrador: con un inteligente empleo de la elipsis, la historia se abre en varias subtramas paralelas, con múltiples diversificaciones y personajes, y a medida que pasan las páginas el suspenso se intensifica. La escena de la fuga de los presos de la cárcel posee un ritmo que sólo se observa en las mejores series televisivas y películas de acción. Además, se describen conductas a través de una prosa vigorosa y contundente, que está escrita en presente y con filosos y ágiles párrafos cortos, lo cual no excluye las bellas imágenes (“El estrecho camino de barro se abrió a sus pies como una avenida hacia la desolación.”) Y la forma de los diálogos es particular: en letra cursiva que prescinde de los clásicos guiones y se desarrolla en un solo párrafo.
Los hombres te han hecho mal, si bien destaca la sagacidad del ex comisario Lascano, también aclara que su pesquisa está apuntalada por los datos aportados por los soplones, que a la vez derivan en seguimientos.
Se podría decir que la novela está impregnada por una mirada amarga, cargada de escepticismo y que aceptara que la maldad estuviese enquistada definitivamente en la sociedad. Sin embargo, en el libro la mayor parte de los delincuentes terminan muy mal, como si también alentara cierta esperanza, o la sobrevolara el célebre dicho: “El que la hace la paga”. Porque Lascano “está corriendo contra la infamia del mundo, de los hombres, y está decidido a ganarles aunque sea una ínfima batalla”.
Roberto Arlt no dudaría en exclamar que Los hombres te han hecho mal impacta “como un uppercut en la mandíbula del lector”.
Germán Cáceres
CONVERSATION